El albaceteño firmó muletazos con clase y fino manejo de la tela
Magaly Zapata
Los
impares no dieron muchas opciones y estuvieron en manos de Serna y
Orellana respectivamente. Un jabonero que salió primero, de nombre
"elegido", estrelló ilusiones en muleta, siendo que se empleó y se
desplazó bien en el capote de Serna que se abrió por verónicas. Tumbó
al picador y puso en problemas al personal en ese tercio y también a uno
de los subalternos en banderillas viéndosele fuera de toro. Sin la
óptima lidia llegó a la muleta del murciano con la cara arriba,
rebañando y sin recorrido. Porfió en pasarlo pero siempre le topó el
paño. Pocas o ninguna opción le dio. Pinchó y se le fue a los bajos el
acero.
El capítulo tercero, llamado
"destino", no le puso fácil la papeleta al venezolano Orellana, que
sorteó un astado muy cómodo en la conformación de su cornamenta, capacho
y brocho, tanto que jugaron a favor de su confianza para jugársela por
el derecho, y porfiar, aun cuando por ese pitón, se quedaba corto y
buscando el cuerpo. A pesar de ello, y de tener mejor condición por la
zurda, no se prodigó por naturales tanto como lo hizo con la diestra,
acortando distancias y, por insistir, robar muletazos que conectaron con
el público. Media estocada certera y paseó oreja.
Los
más afortunados en el sorteo fueron Palacios y Ramírez. El español
Andrés Palacios que salió en segundo turno, tuvo a "vengador", noble,
fijo y repetidor sin mucha trasmisión. Se gustó por verónicas y en el
quite, conservando su buena condición en la muleta. Fue cuando firmó
los muletazos de mayor calidad en la tarde, por su fino manejo de las
telas, embarcando con suavidad y despaciosidad, con gusto y torería,
pero adoleciendo de cierta frialdad que impidió que su labor alcanzar
una tesitura mayor. Bien con la espada y oreja.
Llegó el cuarto y último para cerrar la tarde, cuando empezaba a faltarnos la luz natural. Fue el turno del sanpedrino llamado
"misterio" y desveló la verdad de raza y actitud de Carlos Ramírez.
Una larga cambiada de rodillas, seguida por verónicas jugando bien los
brazos, nos lo mostraron. El astado era importante por su nobleza, su
entrega por abajo, y su fijeza; características que "Morenito de Canta"
metió en muleta en series por ambos pitones que no siempre tuvieron
rotundidad, resultando mejor, por asentadas, mediada la faena. El
público se entregó con el local y tras el espadazo emergieron los
pañuelos, no vistos hasta ese momento, y forzaron al palco a conceder la
segunda peluda que lo auparía al triunfo de puerta grande.
Es
importante destacar el empeño de la comunidad de Chumpi en Lima quienes
junto con las peñas de Apetasur suman esfuerzos para dar esta corrida
en 1 de mayo año tras año y, con lo recaudado, ayudar en la
organización de su feria, lejos, en esa ciudad ayacuchana.
Sin
embargo, es también importante, que el arrendador del coso lo abra en
condiciones adecuadas, pintado, limpio, y con los burladeros
debidamente asegurados para que, como sucedió, los toros no los levanten
del suelo y dejen inservibles. También es necesario contar con una
adecuada iluminación, por los toreros y por el público, así como con un
redondel en condiciones, apisonado y convenientemente mojado para evitar
que se levante una polvareda, como sucedió. Este espectáculo que tanto
nos gusta, y que cuesta tanto dar y sostener en el tiempo, merece que
se cuiden estos aspectos para revalorizar nuestra fiesta. Eso es
cuestión de todos.
FICHA. Villa
María del Triunfo (Lima Sur), domingo 1 de mayo 2016. Plaza portátil
Torokuna. Se lidiaron cuatro astados de San Pedro, 1º y 3º ofrecieron
pocas opciones; 2º y 4º nobles, fijos y repetidores. Emilio Serna
(Esp), silencio. Andrés Palacios (Esp), oreja. Rafael Orellana (Ven),
oreja. Carlos Ramírez "Morenito de Canta" (Per), dos orejas y trofeo
Apetasur al triunfador de la tarde.
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