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domingo, 12 de junio de 2016

Una crónica de calor, tres brindis y tres ovaciones


El deslucido encierro del Conde de la Maza cierra las novilladas en Sevilla 

 

David de Miranda, en el broche por manoletinas - Raúl Doblado
 
Lorena MuñozSevilla

De medianoche y plata venía vestido Diego Valladar, el tercero de Juan de Castilla, según el programa de mano. Era un presagio para las dos horas y media de duración de un festejo con poca historia marcado por el complicado juego del ganado del Conde de la Maza. Tres brindis al público en los tres primeros, unos cuantos quites, mucho calor y tres ovaciones para la última novillada del abono. Ahora por partes.

David de Miranda abrió plaza con «Melonero» que se movió pero también tuvo mucho que torear. Le dio una feísima voltereta en la muleta y las cuadrillas incluso lo cogieron para llevarlo a la enfermería. Volvió a la cara del astado para continuar una faena dispuesta a la que la faltó continuidad. Antes había estado bien en un ajustado quite con el capote a la espalda de réplica al que hizo Juan de Castilla con templadas chicuelinas.

El cuarto, un toro de presencia, fue devuelto por invalidez y lo sustituyó un feo sobrero que salió distraído de salida y suelto del peto. Esperó en banderillas donde saludó Fernando Pereira, que aguantó mucho para clavar, igual que el novillero, primero con la diestra y después al natural. Lo intentó el de Trigueros que llegó a meterlo en algunos naturales y estuvo dispuesto, pero «Melonito» tenía demasiadas complicaciones. Saludó una meritoria ovación a pesar de que el puntillero lo levantó en dos ocasiones.

Juan de Castilla demostró oficio y buena colocación con el exigente segundo en su presentación maestrante. Había que estar firme y no dudarle porque le costaba repetir y era un punto brusco al tomar el engaño. Se gustó en un quite a la verónica al que también respondió Juanito por chicuelinas pero acabó atascado con el descabello después de que el puntillero le levantara al novillo. Saludó en el quinto que tuvo presencia de torito y dificultades como todo el encierro. Se echó a los lomos al colombiano que se libró de milagro y continuó con circulares, pases por alto y toreo de entrega ante la falta de clase de su oponente.

El portugués Juanito llegaba tras ser finalista en las de promoción el año pasado. Debutó con un tercero protestado por perder las manos que se paró pronto en el tercio final, sin humillar y con poco recorrido. Templado en los primeros compases estuvo correcto ante un astado que se echó después de un pinchazo.

El sexto fue un cárdeno claro al que De Miranda le hizo un quite por tafalleras replicado por el mismo palo rematado con la media. Con más movilidad y recorrido al comienzo de faena, Juanito presentó bien la muleta, tiró de la embestida, primero con la diestra y después con la zurda, que hicieron sonar la música. Hubo naturales largos y templados y garbosas trincherillas para cerrar. Una pena que no rematara con la espada. Al menos habría dado una vuelta al ruedo pero a las horas que eran ya había ganas de Eurocopa.

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