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sábado, 30 de julio de 2016

La verdad desnuda de Gonzalo Caballero, cogido tres veces en Santander


Cae herido con un «Musulmán» que lo cogió tres veces y que brindó a Froilán 

 

El torero Gonzalo Caballero en la Feria de Santander - ABC
 
ROSARIO PÉREZSantander

Matar o morir. Gonzalo Caballero despreció literalmente su vida en la hora final. Lo había hecho durante toda la faena, citando con pureza a «Musulmán», que así se llamaba el toro del hierro de Joselito.

El madrileño había brindado a Felipe Juan Froilán, heredero de la afición de su madre y su abuelo y amigo personal del espada. Desde un burladero, el sobrino del Rey admiró el valor sincero de Caballero y se sobrecogió cuando en una tanda diestra lo prendió y se lo echó a los lomos en una imagen escalofriante.

Durísima la paliza, pero el joven matador volvió a la cara de «Musulmán», negro mulato, de 463 kilos, que no era fácil y tenía su guasa escondida. Con un boquete en la taleguilla por la cara posterior del muslo, toreó con la verdad al desnudo, descalzo de trampas, con un toreo primitivo por momentos.
«Se volcó encima del morrillo y el percance sobrevino»
No había técnica perfecta, pero sí una entrega mayúscula: cruzado, los muslos y el corazón ofrecidos, la persecución del temple, el cambio de mano, el circular invertido con la muleta arrugada por el viento, el aguante de los parones, desafiante, a sangre y fuego siempre.

Hasta que llegó la hora de la suerte suprema: se volcó encima del morrillo y el percance sobrevino. Horroroso el momento, con el torero desvaído y aupado por una camilla humana. Pero Gonzalo, «oficial» y Caballero, volvió a la arena sin arredrarse para enterrar otra estocada que hizo guardia. Otra vez se repitió la dramática escena y rápidamente se lo llevaron a la enfermería.

En la puerta del hule esperó Froilán noticias médicas. Según el parte, sufrió «un traumatismo en la extremidad inferior derecha de la cara interna con un trayecto de 10 a 12 centímetros que interesa espacio subcutáneo y una herida incisa en el quinto dedo de la mano izquierda».

Juan Bautista

Por el percance, Juan Bautista tuvo que dar cuenta de tres toros. Si serio había sido su primero -un potable ejemplar al que hizo una aseada labor-, el grandón sexto era el padre de todos los lidiados este año en Santander.

Dispuesta y meritoria la faena del francés a un animal algo descompuesto, con el que logró pasajes templados, dos pases de pecho sentidos y un lucido saludo con el capote. Cortó una oreja pese a la baja estocada y se ganó la salida a hombros, pues había ya paseado otra del estupendo cuarto, «Pocosol» -el mejor de la dispar corrida de Joselito-, al que le colgaban las dos...

David Mora

David Mora se quedó en el umbral del premio, pero el presidente no estimó la mayoritaria petición. Había dibujado buenas verónicas y una torera media. Como torería rezumó el prólogo, con remates por abajo de esos que tanto gustan en Madrid. Siguió la buena sintonía sobre la diestra, aunque Eolo molestaba y levantaba una polvareda que se confundía con el pelaje jabonero del noble «Florista».
Por el izquierdo también compuso bellos muletazos, siempre por la línea clásica. Se solicitó la oreja, que ya está escrito, pero todo quedó en vuelta al ruedo. No pudo hallar el lucimiento con el quinto, tardo y protestón por arriba, en el que Ángel Otero dejó un par sensacional.

Al filo de las nueve, Bautista salía por la puerta grande mientras el heroico Caballero era trasladado al hospital para detectar si había otra trayectoria más en la cornada. Un milagro para lo que pudo ser...

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