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domingo, 24 de julio de 2016

Román desoreja al sobrero de Algarra en Valencia

Rafaelillo logra un trofeo en el cuarto toro de Cuadri, que lidió una seria y complicada corrida  

 


ANDRÉS AMORÓSValencia

Se hace corta una Feria de Julio de sólo cuatro festejos: sentimos que acaba de comenzar cuando ya concluye. Los cambios sociales –y la economía– mandan, ya lo sé, pero, ¿qué diría Rafael Duyos, que la cantó, en sus poemas?

En el último festejo, centran el interés los toros de Cuadri. El cartel parece descompensado: un veterano, experto en estas lides, junto a dos jóvenes valencianos, que torean esta divisa por primera vez. Ha sido una gran corrida... para verla desde el tendido: toros muy serios, complicados; algunos, se paran. A Román le toca un buen sobrero: corta orejas y sale a hombros; Rafaelillo, un trofeo de mérito, a un serio cuadri.

Rafaelillo vivió una de las mejores tardes de su vida en la Feria de Julio del 2014, con el toro «Trastero», un magnífico cuadri. El primero es noble pero tardea mucho. Rafaelillo, que lo ha recibido con una larga de rodillas, se mete en su terreno; tragando, logra algún natural de categoría. La faena no es redonda pero tiene vibración. Mata a la tercera y saluda. Aplauden de salida al cuarto, grandón, de 600 kilos; le pegan mucho en varas. Saluda José Mora. Rafaelillo lo lidia con recursos, sabiendo muy bien lo que hace, en una pelea emocionante, a la antigua, y mata bien: oreja de ley. Da la vuelta al ruedo con el niño Adrián, partidario suyo, al que había brindado.

Ésta es la primera corrida que torea en España el valenciano Pascual Javier, después de su alternativa, en su tierra, en el 2013. Desde entonces, sólo ha actuado en México. En el segundo, que embiste encastado pero flaquea, logra muletazos templados, aprovechando la nobleza del toro, que se para pronto. Una labor muy digna, rematada con media estocada. El quinto va bien al caballo; acosa a los banderilleros; se para, en la muleta. El diestro no se amilana pero no logra el brillo y mata caído.

El simpático Román toreó en Fallas y confirmó en San Isidro, con cierto éxito. (Creo que va a volver a Las Ventas en agosto). Antes, estuvo parado un año entero. Devuelto el tercer cuadri, que renquea, recibe al sobrero de Algarra con lances vistosos. El toro hace floja pelea en varas pero va a más (saludan César Fernández y El Sirio) y resulta excelente, en la muleta. Lo recibe con los habituales pases cambiados, en el centro, que levantan un clamor. El toro no para de embestir y Román, muy arropado por sus paisanos, lo aprovecha, ligando buenos muletazos, en la misma boca de riego, con decisión y estética. Estocada: dos orejas y vuelta al ruedo a «Fusilero», que muchos protestan. (Ha sido excelente, para el torero, pero sólo en el último tercio). El último, de 640 kilos, recibido con aplausos, va de largo a un caballo y al otro, pega arreones, persigue a los banderilleros. ¡Un regalo! Román se dobla, como corresponde, sufre alguna colada de aúpa, machetea y pasa un calvario con la espada. Dios le vino a ver con el sobrero anterior. Se ha librado de la enfermería y ha salido a hombros: ¡Doble enhorabuena!

Concluye el festejo –y la Feria– de noche. Recuerdo a Antonio Machado: «Ya va subiendo la luna/ sobre el naranjal:/ luce Venus como una/ pajarita de cristal». Y su melancólica despedida: «Valencia, de finas torres/ y suaves noches, Valencia,/ estaré contigo/ cuando mirarte no pueda...» ¡Hasta las próximas Fallas!

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