Dedica a Víctor Barrio una faena de dos orejas con un toro de Victoriano del Río premiado con una exagerada vuelta al ruedo
El Juli sale a hombros de la plaza de Pamplona - Reuters
ANDRÉS AMORÓSPamplona
A veces, hace falta que algo se ponga muy mal para que pueda empezar a arreglarse. La exigencia de la madre de Víctor Barrio, en la portada de ABC («Máximo respeto para los toreros»), ha tenido amplia repercusión. Además de merecerlo, los tres diestros se han ganado el respeto, esta tarde, cada uno con sus armas: cortan un trofeo Padilla y López Simón; dos, con salida en hombros, El Juli. Los toros de Victoriano del Río, que han protagonizado un encierro rápido y limpio, son manejables (exagerada la vuelta al ruedo al quinto).
A pocos diestros se les tiene tanto cariño en Pamplona como aJuan José Padilla. El primero, encastado, le permite lucirse en la larga de rodillas y verónicas, parear muy reunido. Brinda al cielo, trazando una cruz en la arena. Comienza de hinojos, logra buenos naturales pero le aplauden más los pases de pecho en cadena, menos valiosos. Al final, el toro le rompe el chaleco, en un derrote. Buena estocada, recibiendo un pitonazo en el pecho: aviso y oreja, que pasea con una bandera pirata. Repite las largas de rodillas y las banderillas vistosas en el cuarto, que flaquea. Brinda al actor británico James Cosmo. Comienza de rodillas, con emoción, porque la res se resiste. Ya de pie, aprovecha, con oficio, la calidad de las embestidas. Suena el aviso toreando porque el toro tardeó mucho. Esta vez, pincha.
Vuelve El Juli a una Plaza cuya puerta grande ha abierto ya diez veces. Al segundo, complicado, lo lidia y acaba logrando buenos muletazos: una faena de mando, con más mérito que brillo, pero el toro le tapa la salida y mata mal. El quinto, «Desgarbado», descabalga a Salvador Núñez y apenas recibe castigo. Éste sí le deja al Juli estar plenamente a gusto, con naturales mandones y derechazos de mano muy baja, algo agachado, hasta que el toro se raja. Estocada trasera, con el habitual salto: dos orejas y exagerada vuelta al ruedo al toro.
Dos días seguidos actúa Alberto López Simón. Sigue triunfando sobre las bases de la quietud y el valor pero debe mejorar la calidad de su toreo. Inicia de hinojos la faena al tercero, manejable; sufre un pitonazo en la rodilla, que le abre la taleguilla; liga muletazos con decisión pero desiguales. Mata a la segunda, entrando muy de lejos, como ahora es habitual (le da tiempo al toro a levantar la cabeza y tapar la salida). El sexto es el burraco que encabezó el encierro: apenas le pican. López Simón aguanta con firmeza, en las cercanías, sin redondear faena, y sufre una voltereta. Mata en tablas, a la segunda: aviso y oreja.
En mayo de 1925, toreó Ignacio Sánchez Mejías en Melilla; acudió a la Plaza con el general Sanjurjo, su gran amigo. Luego, tituló así su crónica, en «La Unión»: «En Melilla, no se puede chaquetear». Lo he recordado viendo al Juli: en San Fermín, tampoco se puede chaquetear; menos que nunca, ahora, por la firme actitud que él ha tenido en defensa de Víctor Barrio y su familia. Esta tarde, El Juli ha demostrado la responsabilidad de una primera figura del toreo.
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