El peruano le cortó las dos orejas al sexto y abrió la puerta grande al término de un festejo en el que Bolívar paseó un trofeo y El Juli perdió el premio tras marrar con los aceros
 
Paulo Andrés Sánchez Gil
Roca Rey brindó el sexto a los novilleros que se 
mantuvieron en huelga de hambre hasta lograr el regreso de los toros a 
la ciudad. Y no pudo dedicarles mejor homenaje que el del triunfo que 
obtuvo, pues le cortó las dos orejas y se aseguró la salida a hombros en
 olor de multitudes. Labor de muchos detalles, con algunos altibajos, 
pero con muestras de su toreo valiente, vistoso y variado, tanto con 
capote como con muleta. Destacó a la verónica en el primer tercio, al 
igual que en un poderoso quite por gaoneras, aclamado por la afición. 
Muleta en mano, trasteó por ambos pitones en terrenos de tablas, donde 
buscó refugio el toro. Allí hubo muletazos de desigual calidad, pues 
desiguales fueron también las acometidas del animal de Ernesto 
Gutiérrez. La entrega por parte de Roca fue el denominador común de la 
faena. Un pinchazo sin soltar y un espadazo sin puntilla terminaron de 
convencer al respetable para premiarle con el doble trofeo. El toro, 
aunque a menos, embistió por momentos con calidad, fijeza y humillación.
El primero, con el que confirmó alternativa en Colombia 
Roca Rey, no tuvo franqueza en su embestida, desluciendo el toreo del 
peruano, que protagonizó una labor paciente, plena de valor sereno y con
 pasajes destacados al natural por el pitón izquierdo. A esos muletazos,
 lentos y vistosos, le siguió un final pleno de entrega, en el que el 
diestro pisó con enorme determinación la corta distancia. Conectó ahí 
con fuerza con el público. La estocada no tuvo el efecto esperado dada 
su buena ejecución y colocación y todo quedó en una vuelta al ruedo tras
 petición de trofeo.
El Juli emborronó con la espada la, hasta ese momento, 
faena más importante del festejo. Si su primero le puso las cosas 
imposibles, este cuarto sí se prestó más al lucimiento del madrileño. 
Sobresalió el poderío del torero, que fue haciendo al toro por ambos 
pitones. Aunque el animal fue a menos en su comportamiento, sobre todo 
en el último tramo del trasteo, sí es cierto que tuvo una gran condición
 en su embestida. La labor de El Juli fue a más. Presentó Julián todas 
sus credenciales de poderío y mando y se impuso al toro de manera 
impresionante. La conexión con el público fue total: hubo gritos de 
¡torero, torero! y sólo media estocada, de defectuosa colocación, unida a
 dos golpes de descabello, enfriaron al público. Aun así, El Juli fue 
obligado a dar la vuelta al ruedo.
El segundo mostró desde el comienzo de su lidia mal 
comportamiento, pegando arreones, resultando incierto en su embestida, 
peleando sin ninguna franqueza en el caballo... y en la muleta, sin 
pasar casi nunca; y cuando lo hizo, lo hizo con peligro. Absolutamente 
deslucido el ejemplar de Ernesto Gutiérrez. No pudo lograr ni un pase El
 Juli, que fue silenciado con semejante material. El toro, por su parte,
 fue fuertemente pitado en el arrastre.
Luis Bolívar le cortó la oreja al encastado tercero tras 
una faena muy importante, en la que a fuerza de voluntad, entrega y 
disposición, haciendo las cosas muy bien en todo momento, se impuso a la
 difícil condición de su antagonista. Hubo muletazos de trazo largo, de 
toreo lento. El toro por momentos quiso rajarse, pero hasta las tablas 
se iba a buscarlo Bolívar, logrando destacados pasajes por ambos 
pitones. Hubo también circulares invertidos, con cambios de mano 
incluidos, con el toro respondiendo cuando logró sujetarlo el caleño. 
Labor con mérito, pues el animal puso a prueba las condiciones del 
diestro, que previamente había brindado a Felipe Negret, presidente de 
la Corporación Taurina de Bogotá.
No terminaron de romper ni toro ni torero en el quinto 
capítulo del festejo, enfriando también los ánimos del público el fallo a
 espadas del diestro de turno: Luis Bolívar. La faena comenzó lucida con
 el capote con tres largas cambiadas de rodillas al hilo de las tablas y
 se mantuvo en lo alto en el inicio de faena en los medios, con 
cambiados por la espalda y pases de pitón a rabo. Pero las ilusiones se 
desvanecieron pronto al comprobar cómo ni toro ni torero terminaron de 
entenderse. El público esperaba una salida a hombros que, finalmente, no
 se produjo. Silencio al torero y silencio para el toro.
Bogotá (Colombia), domingo 22 de enero de 2017. Festejo de reapertura de la Plaza Santamaría tras cinco años sin toros. Toros de Ernesto Gutiérrez. Desiguales de juego. De mejor condición 4º y 6º. Julián López "El Juli", silencio y vuelta al ruedo; Luis Bolívar, oreja y silencio; y Andrés Roca Rey, que confirma alternativa, vuelta al ruedo tras petición y dos orejas. Entrada:
 Lleno de "No hay billetes". El toro del regreso de la Fiesta a Bogotá 
atendió por "Libertador", nº 6, de 471 kilos, y con él confirmó 
alternativa Andrés Roca Rey. Antes de arrancar el paseíllo, sonaron el 
himno nacional de la República de Colombia y el himno de la ciudad de 
Bogotá. Además, se escucharon gritos espontáneos de ¡Libertad, libertad!
 por parte del público. Una lona que cubría el ruedo pedía "Libertad, 
respeto y derecho" . El periodista y sociólogo Alfredo Molano entregó la
 llave de los toriles a los monosabios. Se guardó un minuto de silencio 
por todos los fallecidos en el mundo del toro los últimos cinco años. 
Los tres toreros y sus cuadrillas fueron obligados a saludar tras el 
paseíllo. La empresa organizadora también fue fuertemente aplaudida. 
Bolívar brindó la muerte de su primero a Felipe Negret, presidente de la
 Corporación Taurina; y Roca Rey brindó el sexto a los novilleros que se
 mantuvieron en huelga de hambre hasta lograr el regreso de los toros a 
la ciudad. Saludaron montera en mano Ricardo Santana y Carlos Garrido 
tras sus excelentes pares de banderillas al quinto toro.
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