El mexicano le cortó las dos orejas a su segundo toro de Jaral de Peñas; magisterio de Hermoso de Mendoza, sin premio por los aceros; Joselito Adame, con el peor lote
APLAUSOS
Fotos: TADEO ALCINA
De nuevo el rejón de muerte se le atascó a Pablo Hermoso
de Mendoza en el cuarto de la tarde, un toro agarrado al piso y
aquerenciado que no se lo puso fácil al navarro. Pablo destacó sobre
todo montando a Disparate, caballo con el que logró emocionar al público
con la suerte de la hermosina, en momentos muy emotivos templando al
toro por los adentros. Faena de mucho valor técnico y de gran
conocimiento de terrenos y querencias. Cuando tenía amarrado el premio,
pinchó en varias ocasiones y tuvo que echar pie a tierra para
descabellar.
Fue el segundo un toro manso, complicado y peligroso de
Jaral de Peñas, que puso a prueba a Joselito Adame. Ya desde salida
mostró tal condición, saliendo abanto de los capotes y manseando en el
caballo. Esperó en banderillas, en un tercio que se alargó demasiado.
Comenzó la faena de muleta Adame con muletazos de castigo por abajo. A
pesar de la aspereza y dureza del animal, Adame no dio un paso atrás y
lo intentó sobre ambas manos. Fue exigente el animal. Hubo alguna tanda
con el toro embistiendo con viveza, que tuvo emoción en el graderío. Lo
cazó Adame de una buena estocada a la primera. Las ilusiones de Joselito
Adame por redondear la tarde se truncaron con las condiciones del
quinto de la tarde, un toro deslucido sin entrega alguna, que apenas
regaló embestidas. Lo intentó de nuevo Adame, pero sus esfuerzos no
obtuvieron recompensa.
Fue el tercero un toro que no acabó de romper. Embistió
soltando la cara y no siempre entregado a los engaños de un Sergio
Flores que salió muy dispuesto. El mexicano, supo gobernar la embestida
con autoridad, temple y firmeza de plantas, corriendo bien la mano,
siempre muy metido en la faena. No acabó de tomar vuelo la faena, que
coronó de una buena estocada al encuentro.
Sergio Flores cuajó frente al sexto una faena intensa y de
gran conexión con los tendidos desde el comienzo. El mexicano manejó el
capote con cadencia y ritmo en las verónicas de saludo, luciéndose
después en un quite por tapatías. Tras una lidia desordenada, Sergio
Flores abrió su labor con un cambiado por la espalda ante un toro manso y
que pronto cantó su condición. El mexicano anduvo inteligente,
aprovechando las virtudes del toro que embistió en su terreno y a favor
de querencia, donde Flores le armó un verdadero alboroto. Hubo ligazón
sobre la diestra, tapándole la cara el azteca y sujetándolo con
habilidad en la muleta. Todo la faena en un palmo de terreno. El
mexicano se mostró entregado, con determinación. Labor de mucho corazón.
La faena, además, estuvo aderezada con cambiados por la espalda,
arrucinas y poncinas que encendieron al respetable en el tramo final de
su actuación. Coronó su quehacer de una gran estocada que le valieron
las dos orejas y la puerta grande.
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