El novillero de Jaén sufre dos graves cornadas y el pupilo de Ortega Cano pincha una gran faena a un magnífico novillo de La Quinta
Ángel Sánchez, en un sentido muletazo - Paloma Aguilar
ANDRÉS AMORÓS Madrid
Vivimos el drama en el tercer novillo, que hiere gravemente a García Navarrete, al entrar a matar, con varios derrotes terribles [así fue]. También sufre un percance el banderillero Fernando Téllez, en un arreón inopinado del sobrero, de San Martín.
A cambio, vivimos momentos felices en el quinto, «Pavito», de La Quinta, cárdeno como sus hermanos, que resulta extraordinario, con el que realiza una gran faena el debutante Ángel Sánchez. Si hubiera acertado con la espada al primer envite, le hubiera cortado las dos orejas y le hubieran dado la vuelta al ruedo al gran novillo: las dos cosas hubieran sido justas. Otro dato alegre: la Plaza registra una excelente entrada.
El tercer novillo, un bonito salpicado careto, mal picado y mal lidiado, saca peligro. El debutante de Jaén García Navarrete (que antes se anunciaba como Daniel García) muestra voluntad, bordea varias veces la cogida y es herido grave, al entrar a matar.
Además de rematar a éste, el venezolano Manolo Vanegas mata tres novillos más, primero, cuarto y sexto. El año pasado, fue líder de los novilleros, cortó un trofeo en Las Ventas. Advierto en él, esta vez, notable mejoría en el oficio: se muestra muy profesional, logra series templadas y tres buenas estocadas.
El madrileño Ángel Sánchez pierde por la espada –su punto fuerte, me aseguran– tres orejas: valiente y capaz en el segundo, un difícil sobrero, borda el toreo al natural en el quinto, un gran novillo de La Quinta. Ha rozado la cumbre pero tiene tiempo por delante y nos deja una magnífica impresión. Un gran toro y un buen torero: ¿se puede pedir más?
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