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lunes, 8 de mayo de 2017

¿En el mercado de los toros hay espacio para dos canales de televisión de pago?

La incógnita pendiente de ser despejada


La competencia siempre es buena, se reitera en el mundo de los negocios. Consumidor/aficionado al margen, que debe ser el beneficiario principal, haciendo algo así como las "cuentas de la abuela" habría que matizar semejante afirmación con un según y cómo: es buena para quien gana, pero pésima para el que se ve fuera del mercado. A partir de una pocas semanas, el sector taurino se encontrará con dos ofertas: la tradicional del Plus y la nueva Taurocast. Dos propuestas por ahora muy desiguales en tecnología y dimensión a día de hoy, como corresponde a quien lleva años y a quien acaba de llegar, pero que se debe presuponer que en un futuro cercano aspiran a establecer competencia en busca de nuevos compradores.

Taurologia.com 
Cuando el canal Toros TV, hoy gestionado por Movistar+, anda un poquito como pollo sin cabeza, surge la competencia de Taurocast, la oferta creada por Javier Tebas y que tendrá a Manolo Molés como cara más visible.  La pregunta nace sola: ¿en el mundo del toro hay espacio para dos ofertas de pago de televisión de temática tan concreta?

Toda ampliación de las ofertas resulta, en teoría, interesante, porque se supone que irán en beneficio del consumidor, en este caso del aficionado, que de esta forma tiene donde elegir. Cuestión muy diferente es si las respectivas cuentas de resultados vayan a soportar semejante envite.

Probablemente ha sido pura coincidencia de circunstancias, pero la nueva oferta nace en un momento de dudas dentro del canal tradicional. Parece evidente que entre lo que ofertaron durante las Fallas ha mejorado sensiblemente en el tramo final de la feria sevillana, no así en su primera semana, porque la calidad de la programación ha subido de tono. Especialmente ha mejorado mucho el papel de Chapu Apaolaza, ya asentado en su nueva misión. Pero Toros Tv, hoy sin cabeza rectora conocida, no cuenta a vista del suscriptor con un proyecto bien definido, que hace que cada día se convierta en un cierto cajón de sorpresas.

En este sentido, aparece y desaparece según los días la  tertulia postfestejo, que se había convertido en uno de los espacios mas sugerentes; parece que el palco principal de las retrasmisiones anda en fase de encontrar su fórmula ideal, que no resulta indiferente si el comentarista principal es Emilio Muñoz o Manuel Caballero, y en el que está irrumpiendo con fuerza el recién ascendido Maxi Pérez; la serie anunciada a bombo y plantillo de Manolo Molés no aparece  --y ahora se comprende por qué--, y las caras y voces cada día aparecen bajo un registro diferente: lo mismo andan haciendo entrevistas en la calle que ejercen de protagonista principal. Lo único que se sigue garantizando es la siempre excelente realización de Víctor Santamaría.

Es lo que suele ocurrir cuando un proyecto no cuenta con una mano rectora, que lleve sus riendas con una orientación bien definida. La salida de Hugo Costa como responsable de los canales temáticos de Movistar+, tan sólo confirmada por un twist del interesado, lo ha dejado por el momento descabezado. Como tampoco las funciones que antes ejercía Manolo Molés han sido retomadas por su sucesor, todo eso se trasluce en el resultado final, el que se ve en la pequeña pantalla[1].

Cuenta a su favor, desde luego, con un elemento principal: un fondo documental muy importante, consecuencia del trabajo desarrollado desde los tiempos iniciales en los que la plataforma de pago la gestionaba Telefónica, antes de absorber al Plus. Hoy por hoy, resulta ser su activo más valioso. Pero también trabaja a su favor formar parte de una plataforma digital ya muy asentada en el mercado, con una oferta muy diversas y de fácil acceso.

La cuestión será 2018

Frente a esta realidad en su etapa inicial Taurocast sólo tiene detrás la declaración de buenas intenciones de su promotor principal, Javier Tebas, que este lunes dia 8 se explicitará con detalle. Y es normal que así ocurra: cuando no se ha hecho más que nacer, no se puede pretender que su sistema tecnológico innovador sea generalizadamente conocido por la clientela principal, ni ha dado lugar a una oferta específica, más allá de su apuesta por Francia. 

Por eso, lo lógico es tomarse sus proyectos para la actual temporada como una especie de programación en pruebas. Habrá que esperar a 2018 para comprobar cuál es la entidad real del nuevo canal, cuando ya compita con ofertas por las grandes ferias españolas y cuando la clientela se haya habituado a su sistema de contratación y visión. En este momento va a limitarse a ofrecer un paquete de retransmisiones, sin entrar en una programación específica y variada. En este sentido, resulta hoy por hoy muy poco homologable con lo que hace Toros TV.

En este periodo transitorio, comprobaremos si una oferta taurina fundamentada en las plazas francesas tiene o no tirón suficiente como para captar compradores, aunque se les oferte a bajo precio. Como se podrá evaluar el impacto que esta propuesta tiene en otros países de tradición taurina. Pero, ademas, deberá demostrar si tiene voluntad y capacidad para ofrecer algo más que festejos en directo.

Pero para entonces la nueva propuesta también tendrá que haber puesto sobre la mesa su músculo financiero a la hora de conseguir contratos en competencia con una empresa consolidada y que tiene detrás a una de las grandes telecos mundiales. Para entonces también se habrá definido la respuesta y la credibilidad  que el Sector --empresarios y torero, fundamentalmente-- concede a los que acaban de llegar, que aquí no todo puede fiarse al hipotético cliente, también los protagonistas tendrán algo que decir.

Parten desde luego con el know-how que pueda aportar Manolo Molés, que no es pequeño después de tantos años de experiencia; con lo que no cuentan por el momento es con la capacidad financiera de una macroempresas como la que soporta hoy el antiguo Plus, que algún movimiento hará sobre el tapete del mercado. 

Si es cierto, como ha declarado Javier Tebas a “El Mundo”[1], que detrás de Taurocast "no hay ninguna productora o gran inversor, para bien o para mal", sino tan sólo un grupo de "aficionados que le dio muchas vueltas a tratar de innovar de verdad en el mundo del toro”, las posiciones empresariales de partida para una competencia resultan profundamente desiguales. Por más que sea cierto que en un mercado libre “no hay enemigo pequeño”, las diferencias condicionan mucho todo proceso de competencia.

Un temor razonable 

Así como las ventas de productos siguen una curva creciente en España, como demuestran las últimas cuentas trimestrales de las grandes distribuidoras, no ocurre de igual forma en el campo de la comunicación social. En nuestro país, como en otros, no se da aún el hábito arraigado del pagar por ver, como pasa también en el pagar por leer, aunque en otras actividades las ventas a distancia crezcan. Por eso, la conservación de la clientela propia en este caso adquiere tanto valor. 

La lógica lleva a pensar, a la vista de otras experiencias, que en los primeros ejercicios Taurocast difícilmente pueda entrar en beneficios y amortizar toda su inversión inicial. Nada diferente a lo que ocurre en todo negocio. Resistir, pues, en el mercado va a depender de su capacidad financiera.

En nuestro caso, hagamos un cálculo hipotético. Supongamos que Toros TV tiene una media de 80.000 suscriptores, gracias a los cuales sus cuentas de ingresos y gastos empatan. Si el nuevo canal se hace sólo con el 10% de sus clientes, esto es: 8.000, lo normal es que entrara en números rojos. Con lo cual nos encontraríamos con dos canales en los que sus cuentas no cuadran. En esa hipótesis se colocaría a ambas ofertas en posición de riesgo, en lo que se refiere a los intereses del aficionado. No tiene por qué ocurrir necesariamente así, pero es un marco bastante habitual en los negocios; uno pierde el margen necesario para sus beneficios y el otro no llega al umbral de rentabilidad, con lo que al final los dos aportan números rojos.

Algunos pensaran que la solución vendrá, más o menos, como ocurrió con los derechos audiovisuales del futbol, cuando se revendieron a terceros –en este caso a Movistar TV--  con un alto margen de rentabilidad. Lo que ocurre es que el caso del deporte rey no se parece en nada, ni en ninguno de los conceptos posibles, al de los toros. Por ser diferentes en todo, ni siquiera el Sector taurino a la hora de negociar tiene una unidad interna que se acerque aunque sea de lejos a la Liga Profesional. Con lo cual se complica aun más el horizonte a futuro de Taurocast. En el caso de los toros los márgenes de maniobra empresarial son muchísimo más pequeños.

Habrá fórmulas, naturalmente, para salir de esta trampa para cazar elefantes, en la misma medida que grandes operadoras de telecos hay varias en el mundo. Lo que pasa es que, salvo Movistar, ninguna de las otras ha mostrado hasta ahora interés por el planeta de los toros. Y en esa coyuntura mantener dos canales en pérdidas constituye un riesgo para el aficionado, que puede verse privado de ambos. Es la hipótesis más negativa de las que puedan darse, pero hay que tenerla en cuenta. 

Y a partir, parafraseemos el viejo refrán: “a quien la afición se la dé, los taurinos se la bendigan”.

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