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domingo, 25 de junio de 2017

Faena de categoría de Iván Vicente en Las Ventas

Corta una oreja de mucho peso a un bravo sobrero de Cortijo de la Sierra


Iván Vicente se dobla con el toro
Iván Vicente se dobla con el toro - Paloma Aguilar
 
ANDRÉS AMORÓS Madrid

Los negros nubarrones que se cernían sobre Las Ventas nos hacen apreciar más el volver a ella, aunque el cartel no sea de relumbrón. Podía haberse cerrado para un año o más y eso hubiera sido un golpe muy duro para la Tauromaquia. Felizmente, se ha disipado el peligro inminente pero hace falta un estudio serio, que sitúe a la Plaza a la altura del siglo XXI.

Los toros de Martín Lorca, bien presentados, son manejables pero se apagan. En el último, un sobrero de Cortijo de la Sierra, Iván Vicente cuaja una gran faena, corta un merecido trofeo y deja una magnífica impresión. Se guarda un minuto de silencio (bien la novedad de que lo marque el pañuelo del presidente) por el maestro Gregorio Sánchez, al que brindan los tres espadas.

Vuelve a Las Ventas Uceda Leal, tan querido por este público. Lo he dicho muchas veces: tiene todas las condiciones para ser una primera figura… salvo, quizá, el carácter. Siempre puede dar una gran tarde de toros. En el primero, luce sus buenas maneras pero el toro se queda corto y puntea el engaño. Mata a la segunda: lo suficiente para saludar al cariño de los aficionados. En el cuarto, se dobla con empaque, dibuja derechazos con maestría pero, al tomar la izquierda, el toro ya se para y el posible éxito se diluye.

Hace justamente un año, en la primera corrida de agosto, un gran encierro del Ventorrillo, sorprendió gratamente el aragonés Ricardo Torres: el palco le negó la oreja pero dejó notable impresión. Se acerca a la cuarentena; le dio la alternativa Espartaco, en el 2001: ha de aprovechar sus ocasiones…

En el segundo, intenta hacer el toreo clásico, a pesar del viento y la lluvia, que arrecian. Con valor seco, le saca estimables muletazos, citando de frente, pero la escasez de actuaciones se nota a la hora de matar. Algo parecido en el quinto: un toro que flaquea y corta; un trasteo valeroso, sin recompensa. Vuelve a matar mal.

Mulelazos magníficos

Varias veces ha mostrado aquí su buena clase el madrileño Iván Vicente pero su carrera no remonta. En el tercero, luce muy bien estilo en ayudados y naturales de categoría; ha faltado que el toro repitiera más. Pincha antes de la estocada; si no, le hubieran pedido la oreja. Pero le queda otra bala en la recámara. Devuelto por flojo el sexto, el sobrero de Cortijo de la Sierra sale manseando mucho pero va a más. El comienzo de faena, con doblones rodilla en tierra, levanta ya un clamor; adelanta la muleta, tira de él, lo lleva prendido, con suavidad y mando. Algunos muletazos son magníficos.

Todavía logra algún natural interminable: una faena muy «de Madrid», rematada con una estocada y premiada con un trofeo de mucho peso; sin el descabello y con más público, le hubieran pedido la segunda. Es un diestro claramente recuperable.

Se abrió el cielo del buen toreo de Iván Vicente, a pesar de la lluvia constante. Sigue la amenaza del «tiempo tormentoso» (en la canción, «Stormy Weather») sobre Las Ventas. Los políticos han de capear este temporal, que ellos mismos han suscitado. En la forma de hacerlo demostrarán su nivel.

Posdata. Lamenta el maestro Antonio Burgos que la mayoría de los diestros que han actuado en San Isidro llevaban, con el vestido de torear, una camisa normal, de pechera blanca y lisa, como la que cualquiera de nosotros usa; no la tradicional camisa torera, con chorreras o tableada. Tiene razón Burgos, por supuesto. ¿Qué decir de los toreros que, apenas comienza la faena, arrojan a la arena las zapatillas, sin que exista barro ni motivo alguno que lo justifique? ¡Algo lamentable! La Fiesta es también un rito, una liturgia que hay que respetar, si no queremos degradarla. No importa sólo el qué se hace sino el cómo: así sucede en todas las artes..

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