El torero de Orduña reaparece este domingo en Soria cuarenta días después de su grave cornada en Las Ventas
Nunca elige el camino asfaltado, Iván Fandiño
(Orduña, 1980) avanza imantado a la vereda del riesgo. Superviviente de
tiempos arduos, de una pantalla de teléfono a la sombra, la llamada de la luz resplandece hoy.
Madrid, faro mayor que alumbra la Fiesta, fue testigo de su último (y
gran) golpe de autenticidad el 22 de mayo. Tarde de gloria y sangre, que
lo ha mantenido en el dique blanco cuarenta noches y quinientas tardes. «En mi cabeza he toreado más que nunca en mi vida, con faenas mentales constantemente», cuenta Fandiño.
«Mil veces firmaría vivir lo que viví el 22 de mayo»
Eterna convalencia para un torero por una durísima cornada de 25 centímetros que le atravesó el muslo. «No ha sido ninguna broma,
físicamente era inviable torear antes. Hace una semana aún no podía
coger capote ni muleta. Aunque no estoy aún al cien por cien, las ganas y
la cordura se han conjuntado. Quería estar cuanto antes en mi sitio». Esa reaparición ya tiene marca en el calendario: este domingo, en Soria, con El Cid y Sebastián Castella ante toros de Zalduendo.
–Anuncian los carteles que vuelve la pureza. ¿Aún queda de eso en este mundo?
–En el mundo, no sé, aunque mejor nos iría; en Iván Fandiño, sí. Defiendo mis actos con pureza y verdad.
–Con ambos ingredientes se tiró a matar o morir al toro que le hirió. ¿Era consciente de que eso podía suceder?
–Si yo no hubiese querido, no me hubiese cogido. Tengo
técnica suficiente para no salir herido y no arriesgar tanto. Pero sé
que debo apostar y pagar por cruzar esa línea. En mi caso, lo que mata
no es la mano, es el corazón. En él pongo la espada. No cabe más verdad
que matar con el corazón.
–El percance le arrebató sus otras citas venteñas. ¿Llegó a deshora la cornada?
–Al revés, cuando un tío está de verdad puede suceder en
cualquier momento. ¿Sabe algo? Mil veces firmaría el vivir lo que viví
el 22 de mayo, seguramente el día que abra la Puerta Grande no tendré
las mismas satisfacciones que la noche de la cornada en el hospital.
–¿No le supo a poco una oreja después de una entrega total?
–En ese momento no pensé nada. Todo lo hice por mí. Cada
tarde que me visto de torero pongo mi vida en ello. No caben las medias
tintas.
«Como dicen en el circo, siempre busco el más difícil todavía»
–En ABC escribió el pasado año que se despedía de su familia antes de hacer el paseíllo. Helado verbo...
–La cuestión es que las palabras se conviertan en hechos,
que no se queden en el patio de cuadrillas. Decirlo no es una
declaración de intenciones, es un sentimiento sincero. Me gusta afrontar
cada tarde como la última.
–En San Isidro, con una única bala, ha conquistado numerosos trofeos.
–Me llenan de orgullo, pero no lo hago por los premios. El
mayor trofeo es la exigencia de nuevos retos, remontar el máximo riesgo y
seguir reivindicando mi sitio. Como dicen en el circo, siempre busco el
más difícil todavía.
–¿Acaso no siente miedo?
–Claro que lo paso, pero me mentalizo para afrontarlo y superarlo.
–¿Tantos valores suben el caché?
–Ya se lo diré al final de temporada... Mi apoderado
(Néstor García) me dice que el trato es mucho mejor, con más naturalidad
y más acorde, aunque no todo es como nos hubiese gustado.
«En el ruedo manda el torero. Lo que suceda fuera es otra película»
–Los frutos llegan, pero en Valencia parece que la naranja ha salido amarga. ¿Le duele esa ausencia?
–Después de lo del año pasado, imagínese... Son injusticias
que no dependen de mí; si el poder establecido no quiere contar
conmigo, me lo tomo como un aliciente para seguir luchando.
–¿Quién gobierna en los ruedos: el toro, el torero o el empresario?
–En el ruedo manda el torero. Lo que suceda fuera es otra
película. Más tarde o más temprano, no queda otra que abrir las puertas a
la verdad.
–Después de mucho rumor, parece que Perera y Fandiño alzan «la paz» para declararse «la guerra» en la arena...
–A Miguel Ángel le tengo el máximo respeto, pero
lógicamente existe rivalidad. Una de mis pretensiones es competir con
los toreros de élite.
–¿Qué significa Bilbao?
–Fue mi trampolín. Si a Madrid le debo el estar colocado donde estoy, a Bilbao le debo el colorcarme en Madrid.
–¿Volvería a Las Ventas en Otoño?
–Si se me requiere, yo estoy dispuesto. No me pesa torear en Madrid: sé lo que me da y lo que le doy. Es un honor.
«La palabra figura se ha vanalizado»
-¿Se siente figura?
–No, yo lo que soy es un torero con muchas cosas por lograr.
–¿Aspira a serlo?
-Es una palabra que se está desmitificando y vanalizando
de tanto generalizarse. Ser figura es mandar en el toreo, y ahora se
atribuye de tal modo que parece que esté al alcance de muchos, cuando es
prácticamente imposible llegar a serlo. Aquí lo que hace falta es darle
dignidad a la Tauromaquia, ponerse delante del toro con verdad,
variedad y generar ilusiones.
–¿Su objetivo entonces?
–Ser un torero de época, que cuando se hable de un tiempo, figure ahí mi nombre.
Fandiño: «Prohibir que los niños vayan a los toros en Utrera es una cacicada»
-¿Qué le parece la medida del Ayuntamiento de Utrera para prohibir que los menores de siete años vayan a los toros?
-Otra cacicada. Otra vez la política
ataca a la libertad. Sabemos que a un niño no le va a afectar a su salud
ir a los toros. Todos los aficionados hemos ido desde muy niños, y muy
pocas malas personas te puedes encontrar ni que hayan hecho algo malo a
la humanidad.
-El señor alcalde parece querer convertirse en padre educador...
-Es todo un absurdo. Para eso, que la
población dé a los niños en adopción al ayuntamiento hasta que cumplan
los dieciocho años.
-¿Usted iba de chico a los toros?
-Sí, y no tengo ninguna secuela. No me ha causado ningún trauma. No concibo mi vida sin torear.
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