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martes, 13 de junio de 2017

Lo que queda en el recuerdo 32 tardes después

La libreta de un buen aficionado

Treinta y dos tardes de toros sin solución de continuidad. Un serial para poner a prueba el grado de la afición madrileña, que a tenor de los hechos no ha sido pequeño. La feria más grande del mundo taurino, que ha sido capaz de reunir a más de 600.000 espectadores. Pues de todo eso en el recuerdo quedan muchos nombres propios, comenzando por Ginés Martín y Juan del Álamo, pero también de "Hebreo" o de "Antequerano", entre otros muchos. Como si fuera esa libretilla de pastas negras en las que los viejos aficionados iban escribiendo la historia del día a día del toreo, Juan J. Sánchez Sánchez-Ocaña trae a nuestras páginas todos esos recuerdos que han dejado 32 días de toros. 
Juan J. Sánchez Sánchez-Ocaña
Treinta y dos se dice rápido, pero se hace cuesta arriba por más que se tenga una afición XXL. Treinta y dos tardes, veintiuna de diario, trabajo mediante para muchos. Y en las treinta y dos tardes, como no cabía esperar otra cosa, de todo.

De todas ellas, cuatro de rejones, pero las trataremos más tarde todas juntas. Ahora vamos a lo importante.

Puertas grandes

Tres puertas grandes muy diferentes entre sí por la situación de cada torero y por cómo se desarrollaron cada una de ellas. Ginés Marín, Enrique Ponce y Juan del Álamo. La de Ginés fue rotunda, un torero que confirma alternativa, tiene la suerte de sortear un toro bravo --Barberillo, de Alcurrucén-- y es capaz de cuajarlo con toreo caro y una mente serena, capaz de captar los tiempos del toro y darle a la faena la medida justa. Con ello, el triplete de premios, Triunfador, Faena y Torero Revelación están más que justificados.

La segunda en el tiempo, no en importancia, fue la de Ponce. Consentido de Madrid desde que decidió volver del retiro voluntario. Pocas veces una figura del toreo habrá salido en hombros de Las Ventas entrando cuatro veces a matar, metisaca y pinchazo incluidos. La primera oreja, merecida hasta la espada, pese al toreo sin vaciar muchas veces, en esa noria que tanto se ha criticado en esa misma plaza. La segunda muy por debajo de lo que debería ser una oreja de la primera plaza del mundo. La puerta menos grande.

Retomó la seriedad el premio con la de Juan del Álamo, que debió abrirla desorejando a Licenciado --también de Alcurrucén-- y lo tuvo que hacer con una de cada. Todo gracias a la decisión del palco. La faena más rotunda del salmantino en Madrid, que coleccionaba orejas sueltas sin terminar de romper. Gran faena a su primero y actuación muy seria, con el viento a favor, en su segundo, que no regaló nada.

Trofeos

Entre los que tuvieron premio también hubo distintos pesos. Las tres de Talavante, una por tarde, fueron incontestables. Incluso la primera, al sobrero de Conde de Mayalde, pudo ser perfectamente de dos. Talavante, pilar del ciclo, lo cierra con una sensación extraña, sus cumbres son muy cumbres, y sus ratos regulares siguen siendo muy buenos en comparación. Pero mezcló la rotundidad de su primer y tercer día con la falta de rotundidad ante la de Cuvillo, con un lote de lío.

De dos fue también la faena de Antonio Ferrera en la de Las Ramblas, se le fue la espada un poco baja y por eso se quedó en una. Visto lo visto después, tendría que haber sido de premio grande. Ha demostrado que está en un momento de maestría absoluta, aún sin toro.

El Juli, más respetado que nunca, también tuvo una gran tarde, en la que probablemente pinchó la puerta grande. Mejor así que con un premio discutido. No fue discutida la oreja de Perera, todo temple y suavidad, ni la de Roca Rey, exigido como figura y sin suerte en los sorteos; se la arrancó a un manso en su querencia. Castella le cortó una oreja a Hebreo y perdió la segunda con la espada, pero aún así quedó la sensación de no cuajarlo. Dos toros de vuelta al ruedo, en Sevilla y Madrid, y una oreja como premio total. Para pensar.

De menos fuste fueron las de Gómez del Pilar, que sin apenas torear estuvo por la plaza como si llevara ya veinte paseíllos este año; la de Joselito Adame, fraguada en su muleta, al cogerla al vuelo en un desarme primero y al no usarla para matar después. La de Morenito de Aranda, primera de la feria; y la de David Mora, sin mayoría de pañuelos siquiera.

Sin trofeos

Algunos, aún sin trofeos, salieron reforzados de San Isidro. Paco Ureña mantiene todo el crédito que traía, lo que no es poco. Se le fue la primera puerta grande, otra más, por fallar con el descabello después de una faena de poder a poder con un bravo y encastado de Victorino. También Jiménez Fortes, sin casi opciones y que dejó unas sensaciones buenísimas en sus dos tardes. El capote y la izquierda de Garrido, la decisión de Javier Jiménez, herido; la entrega total de Román y Gonzalo Caballero. Y mención aparte para la manera de estar en novillero de Colombo, privado de una oreja por el catastrófico palco de Madrid en una de las decisiones más injustas de la feria.

Toros

Gran feria ganadera, con una buena cantidad de toros con posibilidades y varios de nota: Hebreo de Jandilla, premiado con la vuelta al ruedo. Como Liebre de Rehuelga, que no fue ni el mejor de sus hermanos. Coquinero, del mismo hierro. Cojito de Victoriano del Río y Antequerano de Alcurrucén, con muy mala suerte en el sorteo. Barberillo y Licenciado también de los Lozano --si los hubiera juntado en una sola corrida, aún están toreando esa tarde--. Inclusero de Domingo Hernández, Pastelero de Victorino, Escandaloso de Montalvo, y un no corto etcétera.

La corrida más completa fue la Domingo Hernández, sin olvidar la de Jandilla, las de Alcurrucén o Rehuelga

Decepciones

Decepcionaron López Simón y David Mora, muy perdidos. Urdiales, sin mucha suerte ni muchas ganas. Las dos ganaderías que habían triunfado con novillos al comienzo de temporada, La Quinta y Fuente Ymbro. Los novilleros en general, Juan Pedro y Miura, Curro Díaz, Bautista y Pérez Mota. Paquirri, y su inexplicable despedida de Madrid, quitando un puesto y sin el menor interés por dejar huella. El Puerto de San Lorenzo, y no por la de Otoño.

No salen del pozo tampoco Fandiño y El Cid, ni Luque.

Caballos

En las de rejones, aplausos con volquete, orejas y puertas grandes a porrillo, Ventura que suma catorce y la gente muy entretenida. Como en las tres de recortes.

Ahora quedan Beneficencia con un cartelazo, la Cultura con la vuelta de Morante, la presencia como triunfador de Ginés y el capricho de Cayetano, y la novillada. Todas fuera de San Isidro pero ligadas a él.

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