Varios representantes del mundo del toreo quisieron estar presentes en el entierro del diestro vizcaíno
 Pepín Liria, Javier Conde, Enrique Ponce, El Fandi con su pareja y Juan Antonio Ruiz
«Espartaco» - IGNACIO PÉREZ
Adrián Mateos Orduña (Vizcaya)
Banderas a media asta ayer en Orduña, que rindió un último homenaje a Iván Fandiño. Solo los aplausos y las trompetas a la entrada y la salida de la misa rompieron el respetuoso silencio que imperó durante la mayor parte de la jornada en el municipio vizcaíno, cuyos habitantes se congregaron alrededor de la iglesia de Santa María para despedir para siempre a su más ilustre vecino. Un «compañero extraordinario», en palabras de Enrique Ponce, cuya pérdida ha dejado «completamente derrumbados» a los que lo conocían: «No hay palabras de consuelo para la familia», destacó.
No
 fue el diestro valenciano el único que se desplazó hasta el País Vasco 
para arropar a los allegados de Fandiño. En el entierro estuvieron 
presentes decenas de personalidades del mundo del toreo, que, rotos de 
dolor, alabaron al unísono la valentía del orduñés y su amor por la 
profesión. Entre otros, aparecieron José Tomás, Curro Díaz, 
Pepín Liria, David Luguillano, José María Manzanares, El Cid, José 
Ortega Cano, El Juli, Miguel Ángel Perera, Juan José Padilla, Aníbal 
Ruiz, Vicente Ruiz Soro y Víctor Puerto. También estuvieron presentes los ganaderos José Luis Pereda, Álvaro Polo y Carlos y Antonio Muñoz.
Amigos
 y familiares comenzaron a llegar en torno a las nueve de la mañana a la
 capilla ardiente del torero, que perdió la vida el pasado sábado tras 
recibir una grave cornada en Francia. Sus restos mortales pasaron la 
noche del domingo al lunes en el tanatorio de Amurrio, una localidad 
alavesa muy cercana a Orduña. Hasta allí se desplazaron sus padres, 
Francisco y Charo; y su esposa, la inconsolable Cayetana García. Fandiño
 tuvo con ella una hija, Mara, que aún no ha cumplido los dos años. A 
las 12.15 horas partió el coche fúnebre hacia el municipio natal del 
matador, donde a media tarde se celebró el funeral.
 Buena parte de los 4.000 habitantes de Orduña eran aún incapaces de contener las lágrimas ante el recuerdo Fandiño:
 «Era un chico muy majo, ha sido una verdadera lástima», lamentaban por 
los bares y terrazas que ayer se llenaron ante la gran afluencia de 
amigos y compañeros de profesión del maestro. El sentimiento de 
impotencia afloró con mayor intensidad conforme se acercaba la hora de 
la misa, ceremonia que tuvo lugar en la Iglesia de Santa María y que, a 
pesar de que en un principio iba a ser de carácter íntimo y familiar, 
finalmente congregó a cientos de personas.Se trata de una muestra más del aprecio que recabó a lo largo de su vida el torero vizcaíno, en cuyo honor se enviaron cerca de un centenar de coronas de flores que fueron colocadas en la pequeña plaza de toros de Orduña. Por otro lado, la banda de Orduña tocó el «Pasodoble de Iván», que compuso para el diestro el director de la agrupación, Jesús C. Urrutia.
 «Uno de los más grandes»
Los
 excompañeros de profesión de Fandiño se deshicieron en halagos hacia el
 fallecido, al que consideraron «uno de los grandes de los últimos diez 
años». Así lo afirmó el propio Ponce, que hizo hincapié en que el 
orduñés «salía siempre a darlo todo»: «Solo tengo recuerdos bonitos de 
él, dentro y fuera de la plaza», afirmó tras su paso por el tanatorio.
 En la misma línea, Espartaco alabó
 la «grandeza» y la «entereza» del matador, al que espera que saquen 
«por la puerta grande esté donde esté». Por otro lado, el sevillano 
consideró una «desgracia tremenda» la muerte de una persona que estaba 
«en la flor de la vida». En este sentido, manifestó su pérdida es «muy 
importante» para el mundo del toro: «Nunca lo olvidaremos, estará en 
nuestros corazones. Es una persona grande», añadió. A su vez, hizo 
hincapié en el riesgo que conlleva su trabajo: «El toro está ahí, él 
pierde la vida pero los toreros se la juegan de verdad, exponen su vida 
ante el toro», concluyó.
 Antes de su entrada a la iglesia, varios toreros de primera plana quisieron decir sus últimas palabras al orduñés. Uno de ellos fue José Padilla,
 que aseguró que el de ayer fue «un día triste» en el que el mundo del 
toro recordó a un hombre que dio su vida «por esta profesión, por 
dignificarla». Por su parte, Miguel Abellán afirmó que 
se marcha un «gran torero y una gran persona». Un hombre que, añadió, 
«pagó el tributo más caro, que es perder su vida».En la misma línea, Juan del Álamo, que lidiaba el toro que corneó a Fandiño cuando realizaba un quite, manifestó su «tristeza» por la marcha de «un gran torero y una gran persona» que «luchó mucho por esta profesión» y que fue «valiente y de mucha entrega».
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