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lunes, 10 de julio de 2017

Con toros tan deslucidos, ni los banderilleros

Descastadísima corrida de Fuente Ymbro en la sexta de San Fermín 


Desplante rodilla en tierra de El Fandi, autor de lo más destacado con el quinto fuenteymbro
Desplante rodilla en tierra de El Fandi, autor de lo más destacado con el quinto fuenteymbro - Efe
 
ANDRÉS AMORÓS Pamplona

Sigue pesando el dramático percance de Pablo Saugar y la larga espera del parte, más allá de la duración de la corrida completa. La saga de los Pirri nació junto al matadero (igual que los Vázquez, en Sevilla): su mote vino de «Pirracas», «pequeño» (los actuales no lo son). He aplaudido a Emilio, Félix, el Pali, Pablo, Víctor Hugo, David… El Pali socorrió a El Yiyo; Pablo, a Víctor Barrio. Que se mejore muy pronto.

Los toros de Fuente Ymbro, muy armados, dan un juego decepcionante. Parece imposible que tres diestros banderilleros, de tanto gancho popular, no logren brillar, a pesar de su entrega. Sin toros encastados, no hay nada que hacer.

En Pamplona nació la bandera pirata de Padilla, más ídolo, aquí, que en ningún sitio. En el primer choque contra el burladero, se desgracia el imponente primero. Recibe con una larga de rodillas al sobrero, que galopa en banderillas pero, en la muleta, es probón y gazapón. Corta Padilla la faena, mata pronto. Mansea el tercero en varas, banderillean con dificultad los peones. Lidia con oficio pero el toro embiste sin ningún celo y no se produce el esperado clamor popular. Padilla, en Pamplona, sin cánticos triunfales: parece mentira…

El Fandi, prendido en un quite por zapopinas
El Fandi, prendido en un quite por zapopinas- Efe
En el segundo, abierto de pitones, de nombre trágico, «Perdigón» (como «el torillo traicionero» de la copla, el miura que mató a El Espartero), El Fandi se luce en el capote pero el toro saca genio en la muleta, pega arreones y el diestro se limita a matarlo pronto y bien. Cuatro largas de rodillas le pega al veleto quinto, que le engancha, en el intento de zapopinas; se desquita en las banderillas, acaba parando al toro con la mano en el testuz. Cita de rodillas pero la res también claudica. Le busca las vueltas, con entrega y oficio, a un toro que ha embestido muy poco.

Aguanta a portagayola Escribano en el tercero; pasa un momento de apuro al perder pie, en la cara del toro. Saliendo del estribo, arriesga al quebrar, en tablas. Brinda a los pastores del encierro, con los que ha corrido, por la mañana. El toro, el único noble pero justo de fuerzas, le permite lucirse en muletazos cambiados y suaves naturales. Una faena larga, vistosa y variada: pierde el trofeo por la espada. Vuelve a irse a portagayola y ha de salvarse, tirándose a la arena, en el sexto, alto y largo, que levanta en vilo al caballo. Brilla Escribano en el quiebro al violín; muletea, voluntarioso, pero el toro no dice nada y se le queda debajo: no cabe lucimiento. Final triste para una corrida demasiado gris, por culpa de los toros.
Manuel Escribano, en un momento de apuro
Manuel Escribano, en un momento de apuro- Efe
Las reses que se lidian en Pamplona son muy serias, con muchos pitones; desgraciadamente, este año, está fallando la casta, el motor, lo que de verdad importa. Salvo tres de Escolar, los demás están provocando el aburrimiento de un público que parece imposible que se aburra.

Posdata. En la muerte de la bellísima Paquita Rico, recuerdo que tenían tema taurino sus dos primeras películas, «Brindis a Manolete» y «Olé, torero». En esta última, con mantilla, en un coche de caballos, canta a un torero, «Ay, Cartujano»: «¡Qué maravilla, le roza la taleguilla! / Y, entre ovaciones, se mete por los pitones. / Y hay en la Plaza un clamor / que luego enciende un ¡olé!/ al ver sin vía rozar al burel por el volapié». Estuvo casada con Juan de la Palma, hermano de Antonio Ordóñez.

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