ADIÓS A LOS RUEDOS - REPENTINA DECISIÓN
El sevilano este domingo en el Puerto de Santa María, donde toreó un mano a mano con El Juli JÚCARO
Se va "de forma indefinida" y harto del tamaño del toro "en contra del arte".
El de la Puebla del Río lo deja harto de "presidentes y veterinarios". Abre una luz a su regreso "puede que algún día vuelva"
El genio de la Puebla había toreado mano a mano con Julián López, El Juli. En la tónica habitual de su temporada, no le acompañó la suerte. Cinco orejas y un rabo para el madrileño y tarde de vacío para el sevillano, apático, cabizbajo, desanimado, según cuentan los presentes en la Real Plaza gaditana.
En un escueto mensaje, Morante anunció que deja el toreo «de forma indefinida» a la vez que mostró preocupación por los novilleros, los que han de salvar el futuro de la Fiesta. «Son los que más están padeciendo esta sinrazón», afirmó en contra de un sistema que le ha hecho tirar la toalla.
La temporada de Morante apenas había dado lugar a la alegría. Sin triunfos en sus cuatro tardes en Sevilla ni en su regreso a Madrid, sólo faenas en plazas de menor entidad como Jerez, Illescas o Arévalo le habían arrancado una sonrisa. Su último gran hito se dio al otro lado del charco, en La México, donde salió triunfador al desorejar un toro cada una de las dos tardes que hizo el paseíllo.
Morante ya dejó en shock al toreo en dos ocasiones. La primera, en 2004, después de lidiar seis toros en solitario en Las Ventas. Aquella vez lo hizo tras «perder la ilusión», por problemas psicológicos que le obligaron a viajar hasta Miami para recuperarse. Reapareció en 2006 pero un año más tarde, días después de romper su relación de apoderamiento con Rafael de Paula, volvió a dejarlo, otra vez, con la cercana sombra de un gesto en solitario en Las Ventas, esta vez en una corrida de Beneficencia.
Su regreso, en esta ocasión, se hizo esperar menos. Y lo hizo, precisamente en México, junto al llorado Rodolfo Rodríguez El Pana, un día de Reyes de 2008. Otra vez los dos juntos, mano a mano, protagonizaron en el Palacio Vistalegre lo que sería su regreso en España. Fue el 29 de febrero del mismo año y entonces Morante prometió volver «para siempre».
No fue así. Hoy, nueve años después, el toreo vuelve a sentir su decisión. Su «aburrimiento» es el lamento de todos los aficionados. Al menos en su mensaje, el genio deja una luz de esperanza. «Puede que algún día vuelva a los ruedos». Así sea.
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