El venezolano cortó tres orejas pero no pudo salir a hombros tras resultar herido por el cuarto en un festejo en el que Carretero también tocó pelo
APLAUSOS
Jesús Enrique Colombo lidió en primer lugar un buen novillo de Fernando Peña, con movilidad y calidad en sus embestida. El venezolano aprovechó esas virtudes para demostrar que es un torero cuajado y hecho para la alternativa. Estuvo a gran altura en los tres tercios, sin dar un capotazo ni un muletazo de más, entendiendo las distancias y los tiempos para extraer lo que el novillo tenía dentro. A todo ello le añadió pinturería. Mató de estocada y paseó una oreja.
Dos orejas más logró del cuarto, un novillo con mucha fuerza, que embistió con velocidad y pujanza. Colombo, que anduvo muy variado con el capote -instrumentó verónicas, revoleras, chicuelinas, se lo echó también a la espalda...- realizó una faena de muleta en la que se mostró bullidor y puesto. El venezolano, hábil y listo, supo conectar siempre con el público, derrochando valor y ganas de ser torero. Está puesto, conoce bien el oficio y sabe reponerse de sustos como el que sufrió cuando concluía su labor con bernadinas. La voltereta fue tremenda, quedando seminconsciente y recuperándose tras ser refrescado con agua en la nuca. Volvió a la cara del novillo para torear por el mismo palo, poniendo a la gente con el corazón en un puño. Además, con la espada es un cañón, agarrando una estocada al primer viaje entrando derecho como una vela. Descabelló a la primera y el público, entregado, le premió con el doble trofeo.
Dos fuertes volteretas sufrió Diego Carretero cuando toreaba por chicuelinas al segundo, un animal ancho de sienes que embistió con un punto de violencia. Diego Carretero, repuesto del doble susto inicial, hizo el esfuerzo e hizo gala de un sólido valor. La faena fue una pelea constante con el utrero. Le metió la espada el manchego y fue premiado con una oreja.
Puso voluntad Carretero ante el quinto, un novillo áspero, violento, bronco y sin recorrido que le puso las cosas difíciles a su matador. Lo recibió con una larga cambiada y anduvo valiente a pesar del peligro latente de la voltereta. Mató de una estocada y un golpe de descabello.
El tercero de la tarde fue un novillo soso, tardo y sin
transmisión. Marcos estuvo voluntarioso, tratando de estructurar faena.
Se vio el buen oficio del torero, pero a la obra le faltó emoción para
calar en los tendidos. Faena larga y de tesón. El público reconoció el
esfuerzo con una ovación.
No pasó nada en el último. No logró conectar con el
público la faena de Marcos frente a un animal sosón. Desacertado con la
espada, fue silenciado.
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