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miércoles, 6 de septiembre de 2017

Gracias

Los últimos días vividos a golpe de teléfono y de torpeza y de aciertos, entre Cuzco, Lima, México, Sevilla y Madrid, han tejido un curso intensivo de humanidad impropio de los tiempos de ceniza que vivimos.

El toreo es humanismo puro frente a la animalidad de los tiempos de ceniza y el periodismo es su hermano gemelo.

Hemos logrado todos, y todos son miles de hombres y mujeres que se han preocupado por un ser humano, por un torero, poner a Rolly en manos de los médicos.


 Juan Pablo Corona y Andrés Roca Rey / MUNDOTORO

C.R.V. > Madrid

Cuando el laberinto ofrece el caos, siempre existe la vía de lo humano. Cuanto más duro se hace el toreo, al pie del desastre, siempre existirán los hombres. Cuando más arrastrado anda el periodismo, virtual y demacrado, pero vivo, siempre hallará refugio en los seres humanos. Los últimos días vividos a golpe de teléfono y de torpeza y de aciertos, entre Cuzco, Lima, México, Sevilla y Madrid, han tejido un curso intensivo de humanidad impropio de los tiempos de ceniza que vivimos. Desde un lugar que no existe, Cotabambas (Apurimac, Perú) llega el eco de la noticia de una cogida, una más en el mapa del toreo, a un novillero desheredado de todo llamado Rolly. Se lo llevaron a Cusco. Decían que perdió un ojo, que necesitaba operación en el cerebro…
 todo esto en un decían lejano. Tan cierto como un eco y con las garantías que tienen los ecos. Pero la cuestión no era el qué sino por qué. La cuestión no es un hospital u otro, no es un doctor u otro, no es la desesperación familiar que acierta o yerra.

La cuestión era y es y será, por qué a este mundo tan de vértigo y de bienestar y de confabulaciones animalistas, a este mundo de mascotas bien comidas y dormidas, a este mundo al revés o de lado, le daba igual lo que le sucediera a un ser humano allá en la lejanía de las montañas. Porque este país de bienestar que se conmueve por la tos de un estornino da la espalda a un hombre. Porque no demostrar y demostrarnos que no somos ellos, que somos distintos en sensibilidad, en afecto, en hombría. Porque no hacer de lo imposible lo posible, de la indiferencia, afecto.

Mil kilómetros separan Cusco de Lima, por carreteras de caminos. A este medio se le aseguraba que el traslado así era imposible. El Dios Google nos decía que el viaje eran de 21 horas, pero la realidad hacía el trayecto mucho más largo. Google es un falso Dios y peor profeta. Y si la cuestión era esa, la humanidad, el ser humano, el hombre, ¿por qué no acudir a ella? ¿Por qué no demostrar que aún existe esa forma humana y desinteresada de hacer?. El toreo es humanismo puro frente a la animalidad de los tiempos de ceniza y el periodismo es su hermano gemelo.

Quién no se estremece por dentro cuando una joven, Mary, la hermana de Rolly, pide ayuda, cuando los médicos en Cusco apenas hablan, apenas se ponen en decenas de llamadas. A mundotoro llegaron pronto reacciones de apoyo al torero. En Perú se hizo una colecta por parte de los matadores. Otro novillero, Valentino, amigo del torero, el que publicó la noticia, no tenía medios para el traslado. Dos hombres dieron un paso al frente. Roca Rey para hacerse cargo de todo en Lima. Juan Pablo Corona, a la par, puso a disposición avión, y medios con el Fomento Cultural de la Tauromaquia Hispanoamericana. Y nos pusimos en marcha para organizar todo en Lima, con el doctor César Baltazar a la espera, y en Cusco.

Mandar una avión regular privado desde México demoraba en exceso y no tenía condiciones de traslado. Mandar a los doctores de Lima a Cusco era otra posibilidad pero se descartó. Allí apenas podían ver, estudiar y operar con las manos. El hospital nos dijo que podíamos comprar varios asientos en un vuelo regular que salía a la 5 de la tarde hora local del lunes. Una barbaridad. Las lineas privadas estaban ocupadas… pero los seres humanos son tozudos y se encontró una empresa que podía ir desde Lima a Cusco a recoger al herido y llevarlo hasta Lima.

Este medio tiró con pólvora ajena en recursos. Roca Rey y Juan Pablo Corona respaldaban. A primera hora Antonio Barrera llamó para ofrecer personalmente lo que hiciera falta (“es un torero y podía haberme pasado a mi”). Hubo más gente que se ofreció desde Simón Casas a otros voluntarios desconocidos, o el interés de Juan Diego, de Curro Vázquez… Pero la tarea ya no era el dinero, era lograr el alta medica entre médicos (Cusco/Lima) y trasladar a Rolly, previo pago del servicio de ambulancia, cuestión que se pudo hacer a las diez de la mañana de martes, hora española. Lo demás es la historia de un vuelo y de unas ambulancia y de un hospital, y de un cambio de hospital y de una posible recuperación de la vista perdida. Lo que queda claro es que en Cusco la habría perdido.

Lo hemos logrado todos, y todos son miles de hombres y mujeres que se han preocupado por un ser humano, por un torero, poner a Rolly en manos de los médicos. En el hospital que sea. Pero en Lima. Allá en ese Perú que no existe existiendo, seguirán saliendo toros y toros en festejos de a muchos cada tarde, en festejos de valor y riesgo, de inconsciencia y sueños, de apego a la tauromaquia ancestral. Recordemos la muerte, por las mismas tierras y  no hace tanto, de Renatto Mota, el joven que quería ser torero País de hombres y mujeres afanados en el toro. No se trataba de una ballena vareada en una playa. Nos se trataba de un gato en lo alto de un árbol ni de un perro sin correa en la Gran Vía de Madrid. No se trataba de quién pagaba la peluquería de siete caninos castrados.

No se trataba de miles y millones de animales en los que los seres humanos invertimos esa falacia llamada corazón, que sólo es un pedazo de cartón de ‘atrezzo’ que reniega de la piel del ser humano. Somos hombres y  mujeres al lado de otros hombres y otras mujeres. Somos seres humanos que tenemos en el toreo y en el periodismo al humanismo en el ADN, tan metido dentro que no soportamos esta ceniza en los ojos que nos convierte en apañadores de una falsa sensibilidad. Ningún medio, grupo, partido, institución o individualidad de los llamados animalistas, de esos que proliferan en Madrid, Sevilla, Cusco, Lima… dejó caer una sola lagrima, un segundo de desesperación, un síntoma o una señal de que el mundo esta formado por seres humanos.

Desde el que una vez fuera el Nuevo Mundo, Perú, con sus leyendas de oro y de de aventuras, certificamos que el ser humano es la solución del propio ser humano. Jamás podemos olvidar esto.

Nunca dejaremos a uno de los nuestros al abandono de los días de llanto. Sea donde sea, tenga la herida que tenga, somos hombres y somos mujeres que siguen pariendo a hombres y a mujeres en un ciclo de vida humana, sensible, solidaria, fuerte, que jamás nadie podrá impedir. Allá donde esté uno de los nuestros maltrecho, estaremos todos. Esa es la lectura de este relato. Todos somos uno porque cada uno forma parte de este todo atascado, perseguido, vejado, humillado.

 Pero orgulloso y leal y fuerte. Indestructible y bravo. Abiertos en canal somos capaces de ser seres humanos cuando serlo es síntoma de derrota.

 Gracias a todos. Gracias Roca Rey, Juan Pablo Corona.

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