La Mezquita del Toreo / MUNDOTORO
JOSÉ MIGUEL ARRUEGO > Melilla
El sexto hizo cosas de reparado de la vista en los primeros tercios, pero aún así, a petición popular, Ferrera se decidió a banderillearlo. Después de brindar a Juan Mora, el extremeño hizo un esfuerzo, pero sin arrebatos, de modo sereno y pausado, y redondeó su tarde con otra oreja más.
Manseó de salida el quinto, pero luego Juan Mora lo recogió rodilla en tierra a principio de faena en un prólogo precioso. Tuvo raza y carácter la labor del placentino para sacar tajada del animal, que respondió gracias a la actitud del torero, que además de su decisión bordó muletazos de categoría. Pinchó en una ocasión antes de recoger la oreja que el palco le concedió y enterrarla junto al estribo de la barrera. Desde luego su obra, tan personal, tan distinta, tan fuera de lo cotidiano, no era merecedora de cuantificarse en trofeos.
El cuarto careció de celo y fijeza en los primeros tercios y quizá por eso Ferrera decidió no banderillearlo. Brindó el toro a Fortes, que está en la plaza ejerciendo de arenero de modo simbólico, y acabó convenciendo al público en una faena elaborada, primero para fijar al animal y luego para torearlo a placer por el pitón derecho, vendiendo mucho cada cite, cada embroque, sobre todo por la mano derecha. Un rotundo espadazo, que tiró al toro patas arriba, desató una rotunda petición del doble trofeo.
Más bastito fue el tercero, que tuvo la pujanza y el recorrido justo. Juan Mora dibujó una serie al natural a pies juntos, erguida la figura, de preciosa composición. Una pena que el toro no tuviera más dentro para que la faena hubiera tenido más continuidad.
Después de esperar más de diez minutos a que el segundo apareciera en el ruedo, los operarios optaron por soltar al reseñado de cuarto, un animal noble y medido de raza al que Ferrera nunca apretó. Con paciencia, el extremeño le fue consintiendo y alargando la embestida hasta meterse entre los pitones en el final de una faena limpia y de mucho porte. Tras pinchazo y estocada, paseó la primera oreja
No le sobraron las fuerzas al animal que aperturó la corrida. Juan Mora lo trató con delicadeza y de su labor, necesariamente inconexa por la condición del astado, sobresalió la sabrosa apertura y una serie de naturales a media altura, de gran expresión estética.
Plaza de toros de Melilla. Mano a mano. Cerca de tres cuartos de entrada. Toros de Manuel Blázquez. | ||
Juan Mora, ovación, silencio y oreja que no paseó; Antonio Ferrera, oreja, dos orejas y oreja. Incidencias: Sonó el Himno Nacional al finalizar el paseíllo |
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