Ayer en la novillada de la Feria de Tovar 2017
RUBÉN DARÍO VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
Noche calurosa la registrada en el Coliseo El Llano, donde los pupilos de Don Juan Campolargo han dejado en distinto grado, claras opciones al lucimiento. Así lo fue el que abrió plaza, el cual correspondió al espada local Gabriel Vivas, quien se le vio acelerado y tosco en los remates y cites con los engaños. Pesó la falta de oficio, ante un ejemplar noble, pero limitado de fuerzas, por lo que tras fallar con el acero, dio vuelta al ruedo, actuación en la que incluso saltó de espontaneo el joven novillero local Reymer Arellano, reivindicando su puesto que debió contar para él tras triunfar en este mismo ruedo el año pasado.
Grandes maneras y condiciones demostró el tachirense Julián Vanegas, de la familia torera de los Vanegas de Seboruco. En capote, banderillas y muleta lució solvente el mencionado diestro ante un novillo de evidente claridad en su embestida. Una pena que la espada emborronara su actuación que saldó con una merecida vuelta al ruedo y similar premio a los despojos del destacado «Emir» de 358 kilos.
Los mejores muletazos de la noche vinieron de la mano del novillero tachirense Yonathan Ortega, alumno del maestro “El Porteño”, dejando ramalazos de buena técnica y escuela, que se diluyeron en el fallo con el acero. Vendría el turno al torero local Cleiderman Méndez, quien se presentaba con los del castoreño ante las pastueñas y largas embestidas de «Montouro» el cual permitió el novel diestro se explayara en un trasteo preñado de inspiración y entrega en el percal y pañosa, lo que unido al unánime apoyo de los presentes hizo que su actuación llegara de lleno al tendido, a tal punto de solicitar el indulto al destacado ejemplar, merecido por demás, tras largo trasteo, el cual se concedió.
Cerró función del mismo modo el estreno con los piqueros del joven emeritense Andrey Paredes, quien pechó con el novillo más cuajado de la noche, dejando ver firmeza de pies y disposición al triunfo con capote y muleta, aun cuando ayuno de una técnica más depurada para sortear las embestidas de un utrero con exigencias como el que le correspondió. El espadazo tendido valió para la concesión de una estimulante oreja que sirve para allanar el serio camino que implica ser novillero.
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