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domingo, 7 de enero de 2018

Jerónimo, personalidad para una faena emotiva

MÉXICO Apuesta con premio ante el cuarto
Instante de la ceremonia de confirmación de Lomelín con Jerónimo de padrino, en el embudo de Insurgentes / PLAZA MÉXICO

MUNDOTORO > México 
La octava de la Temporada Grande anunció una terna de mexicanos para el debut de Caparica en La México, que emvió un encierro desigual aunque bien presentado, exigente en su primera mitad y más desrazado en la segunda parte, con la excepción de un encastado cuarto, al que Jerónimo logró firmar una emotiva faena, llena de personalidad y buenos argumentos, aprovechando el buen pitón derecho del astado, que rubricó con una gran estocada. Agallas de Llaguno, espectacularmente volteado por el tercero, y confirmación sin suerte para Lomelín, que fue silenciado con el peor lote.

Estrecho de sienes y fino de cabos, ese cuarto, negro de capa, fue un toro que tuvo mucho ritmo y transmisión en sus embestidas. Jerónimo se mostró como un torero con gusto y personalidad tanto en el saludo como en el quite posterior. Derribó el de Caparica en el primer encuentro y cabeceó en el segundo. Jerónimo echó la moneda al aire y apostó por su adversario en una faena emotiva, de menos a más, en la que porfió hasta lograr ligarle varias tandas en redondo. Por el izquierdo, se vencía el toro y apenas tuvo nunca recorrido. Pinceladas caras, de órfebre, en los remates. Se volcó sobre el morrillo, hasta el punto de quedar prendido por el vientre y salir con la taleguilla rota, pero hundió el acero, en su sitio, hasta la yema. Oreja con fuerte petición de la segunda, que no atendió la presidencia y arrastre lento para el de Caparica.

Abierto de cuerna y cuajado, el segundo, como el que rompió plaza, tampoco fue un toro plácido para su lidiador. Tuvo celo de salida y lo aprovechó Jerónimo en un templado saludo a la verónica, meciendo las manos, con cadencia. La media, excelente. Combinó chicuelinas y tafalleras en el quite. 

El de Caparica, que echó la cara arriba en el peto, se quedó muy agarrado al piso y repuso siempre una barbaridad en las telas. Jerónimo no se amilanó y, pese a que el toro no le regalaba nada, se la puso como si fuera bueno para conseguir varias tandas muy meritorias. Los remates, personalísimos y bien ligados. Lástima del pinchazo previo a una buena estocada, porque se le pidió el trofeo con fuerza. Vuelta al ruedo.

Alto, hondo y más ofensivo que sus hermanos anteriores, el cornidelantero tercero fue un ‘pavo’. En la misma línea, estuvo su comportamiento, humillando mucho pero echando siempre las manos por delante de salida, donde no tuvo un pase y apretó a Juan Pablo Llaguno lo suyo. Muy reservón, mantuvo esa condición en el último tercio. Le buscó las vueltas Llaguno, con apenas una veintena de corridas desde su alternativa, que logró algún natural suelto de buen trazo. Sufrió una espectacular voltereta al hacerle hilo cuando le perdía pasos y lo levantó varios metros por los aires. Tremenda costalada. Hizo por él ya en el suelo, pero a pesar de la paliza y los pisotones, no encontró carne el pitón derecho. Lo despachó, dolorido, y saludó una ovación tras aviso.

Enseñaba las palas el veleto quinto, el más serio del encierro en Insurgentes. Saltó de salida al callejón el animal de manera espectacular cayendo sin consecuencias sobre un monosabio. Buenas verónicas y delantales de Llaguno en los compases de la lidia iniciales. El toro, sin raza, duró poco y en el último tercio hubo que provocarle siempre la embestida. Llaguno lo intentó, especialmente al natural, pero, muy aplomado su rival, fue un esfuerzo baldío. Silencio.

Antonio Lomelín confirmó alternativa con un cárdeno lucero abrochado de cuerna que tendió a quedarse corto en los engaños ya desde su salida de chiqueros. El quite, por chicuelinas. Tras la ceremonia, el mexicano trató de buscarle las vueltas y se fajó con actitud robando algún derechazo estimable suelto, pero sin ligazón, porque además de ese poco recorrido, el de Caparica, que nunca humilló, tendió a soltar la cara cada vez más. Tardó lo suyo en doblar, a pesar de la estocada entera que le recetó. Silencio.

Menos ofensivo que el resto del encierro, el sexto también tenía menos romana que sus hermanos y lo corroboró con su mayor movilidad en los primeros tercios. Permitió a Lomelín lucir su toreo de capa, pero luego llegó al último tercio sin fondo alguno por su falta de casta. Parado y a la defensiva, Lomelín trató de agradar a base de actitud y oficio, pero fue imposible. Silencio en ambos.

Plaza de toros de Monumental de México (México). Menos de un cuarto de entrada. Octava de la Temporada Grande. Toros de Caparica, desiguales de presentación. Exigentes, los tres primeros, destacó la transmisión del encastado 4º. Desrazados y sin fondo, 5º y 6º.Jerónimo, vuelta al ruedo y oreja con fuerte petición de la segunda.

Juan Pablo Llaguno, ovación tras aviso y silencio.

Antonio Lomelín, que confirmó alternativa, silencio en ambos.

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