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domingo, 18 de febrero de 2018

Rocío Romero corta una oreja en su debut en Vistalegre



También logran un trofeo Toñete y Ángel Téllez con excelentes novillos del Parralejo


Rocío Romero pasea una oreja al novillo de su presentación con caballos
Rocío Romero pasea una oreja al novillo de su presentación con caballos - Julián López
 
ANDRÉS AMORÓS

La noticia es el debut con picadores de la cordobesa Rocío Romero, de 19 años, que corta una oreja, igual que Toñete y Ángel Téllez. También debuta en Madrid El Parralejo, con una estupenda novillada: es una ocasión pero también un riesgo para los tres jóvenes diestros, porque descubre sus limitaciones. Los tres deben mejorar con la espada.

Toñete desmiente la vieja frase de«más cornás da el hambre»: es hijo de un conocido empresario, está anunciado en las Ferias y piensa ya en la alternativa. En el primero, de gran clase pero mermado de fuerzas por una voltereta –como varios de sus hermanos–, se muestra asentado y seguro pero pincha, con el brazo extendido (como ahora es frecuente). Brinda el cuarto al triunfador Emilio de Justo: acompaña con empaque las nobles embestidas, logra buenos naturales y mata caído: oreja. Veo en él más solidez de oficio que personalidad artística.

Ángel Téllez, triunfador en Valencia, torea con temple y clasicismo, en el estilo toledano. Brilla en quites, en sus dos novillos. Hace lo mejor de la tarde en el segundo, excelente, pero pierde el trofeo por la espada. La corta en el quinto, obediente pero apagado, después de una buena estocada, a la segunda. (Ha saludado Juan Navazo). Tiene evidentes cualidades, que ha de depurar.

Atrae la simpatía general la joven Rocío Romero (¡vaya nombre y vaya apellido torero!). En el tercero, que tardea, muestra soltura y buenas maneras. Mata con derrame pero la gente exige la oreja. En el último, más tranquila, brinda a Alberto García (su apoderado y empresario de esta plaza): logra muletazos vistosos pero sufre dos desarmes y se atasca con el descabello. No es el momento de juzgarla con dureza: le queda un largo camino.

A la salida, un señor canturrea la preciosa copla de Rafael de León: «Rocío, ay mi Rocío…» No es fácil estar a este nivel.

Postdata. En su reciente libro, «Mujer y Tauromaquia», Muriel Feiner traza la historia completa, desde «La Pajuelera», retratada por Goya, hasta Cristina Sánchez. Anota nada menos que diecisiete matadoras. A esa larga lista se une ahora la nueva ilusión que suscita esta cordobesa, que se llama Rocío y se apellida Romero.

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