Juan Bautista es buen profesional pero le perjudica la frialdad. En el primero, manejable, lidia pulcro, fácil, pero le falta apretar. Resuelve pero no emociona. En el cuarto, que cabecea, sólo muestra oficio y pincha sin convicción. Los toros no han sido buenos pero él ha pasado de puntillas.
Daniel Luque perdió el sitio que tenía, en las Ferias, por una lesión y por su irregularidad de carácter. Inicia ahora una nueva etapa, junto a Roberto Piles: demuestra que, si persiste en esta actitud, junto a sus innegables cualidades, puede volver a la primera fila. El segundo es incierto, espera en banderillas. Daniel impone su mando, logra buenas series de derechazos, en una faena de más mérito que brillo. El quinto, feote, muy serio, sale siempre con la cara alta. Luque sabe muy bien lo que hace: trastea con suavidad, para no molestarle; consigue muletazos con ritmo y temple. El público, sumido en el aburrimiento, no se entera. Para mí, ha tenido una actuación muy prometedora. Habrá que verle en Sevilla y Madrid.
El extremeño Garrido, al que no contrataron en las pasadas Fallas, quiere demostrar que eso fue injusto. El tercero, muy distraído, va y viene pero protesta. José no le duda, en una faena valiente pero desigual, como son las embestidas. Se justifica con la entrega. En el último, brilla Chacón, en banderillas. Se desata el viento pero también el empeño del diestro, que cita de lejos, se muestra muy rotundo, logra despertar al público; al final, unas series de naturales de mano baja provocan el entusiasmo general. Mata volcándose: oreja y petición de la segunda. Reclama su sitio.
El público valenciano debe atender más a las dificultades de los toros para valorar las faenas.
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