Diego Emilio cortó una oreja de peso en su tierra
Juan Antonio de Labra
El vibrante triunfo de Diego Emilio
en la corrida del Orgullo San Marcos representó la reivindicación de
una pasión, la de ser torero. Y después de estar rumiando su amargura en
el dique seco, el alumno del maestro Manolo Arruza
demostró que la llama de su afición no se ha extinguido, a pesar de que
se encuentra en el abandono de las empresas, como tantos otros
compañeros.
La suerte jugó a su favor y le mandó un toro de Cortina Pizarro que
fue emotivo y tuvo esa transmisión necesaria para que en la tercera
corrida de su vida consiguiera la alegría de verse otra vez como un
torero que puede llegar lejos.
Personalidad y
empaque, además de reciedumbre, son las cualidades de un espada que ahí
está para llamar la atención de la gente, y que hoy día podría encontrar
un hueco en determinados carteles a fin de seguir avanzando en su
profesión.
La mayor virtud de la faena fue la
de sentir lo que hacía y darle importancia, y con el olé del público
como música de fondo, y más tarde con la “Pelea de Gallos”, cuando ya la
plaza estaba entusiasmada con lo que veía, apareció un hombre
emocionado… que emocionaba. Esa es la chispa del toreo.
Y
aunque señaló un pinchazo previo a una certera estocada, lo que lo
privó de cortar dos merecidas orejas, ahí se fue a los medios con un
sombrero de charro en la mano y un apéndice que tuvo sabor a puerta
grande. Ojalá que le brinden más oportunidades. Las merece.
El otro Diego del cartel, Diego Sánchez,
también mostró la gran proyección que atesora e hizo una faena sólida,
bien estructurada, en la que volvió a sonreír con desparpajo, dueño de
un toreo clásico, dotado de un valor sereno de esos que dejan colocarse
donde están el dinero.
El toro San Isidro
acabó rajándose y no le dejó concluir del toro su interesante faena,
pero sí que se pudo advertir su talento, y una personalidad que se
complementa con la de el otro Diego. ¿Porqué no formar una pareja taurina joven con ambos toreros?
El toro más bravo de la corrida fue el de Medina Ibarra, además de que tenía unas magníficas hechuras. Sin embargo, la falta de sitio de Mario Aguilar
le impidió estar a la altura de esas embestidas exigentes, en las que
se requería un torero más puesto, con más sitio, para hacer lucir al
toro en toda su extensión.
Y aunque hubo
algunos pasajes de toreo relajado, el acoplamiento nunca llegó. Lo mejor
fue la magnífica estocada que ejecutó, colofón que vino a dignificar su
discreta actuación.
Israel Téllez mostró su bien aprendido oficio y solventó las dificultades que presentó el toro de San Fermín, el
único complicado del encierro. El torero adoptivo de esta tierra, donde
vive hace más de 15 años, se animó a banderillear y estuvo valiente en
todo momento, pero sin poder redondear nada, sino sus ganas de agradar,
debido al juego que dio su toro.
Su ahijado, Javier Castro, que se doctoró con un toro de Rosas Viejas
que abrió plaza, estuvo valiente y decidido a pesar de que el ejemplar
se paró muy pronto y regateaba las embestidas. Con una mentalidad clara y
sin aburrirse nunca, el joven espada se metió en medio de los pitones y
le robó pases de mérito antes darle una estocada con entrega.
A Nicolás Gutiérrez le tocó en suerte un toro de Puerta Grande de preciosa lámina, pues parecía un toro de San Mateo de otra época: cárdeno claro, enmorillado y veleto, con el que Nicolás Gutiérrez sólo consiguió acoplarse en pasajes aislados de una faena que no cogió vuelo.
La
corrida terminó con la algarabía de la gente, que salió muy contenta
con la actitud de los toreros y la posibilidad de que el formato de esta
corrida se vaya puliendo a fin de que los dividendos taurinos sean
todavía mayores de los que se alcanzaron esta tarde.
Aguascalientes, Ags. Corrida del Orgullo San Marcos. Tres cuartos de entrada en tarde calurosa. Toros de distintas ganaderías en el siguiente orden: Rosas Viejas, San Fermín, Medina Ibarra, San Isidro, Puerta Grande y Cortina Pizarro, desiguales en presentación y juego, de los que destacó el 3o., de Medina Ibarra, por su bravura, y el de Cortina Pizarro por su transmisión. Pesos: 509, 489, 492, 506, 508 y 487 kilos. Javier Castro (ostión y oro), que tomó la alternativa: Ovación tras petición. Israel Téllez (azul rey y oro): Palmas. Mario Aguilar (pizarra y azabache): Silencio. Diego Sánchez (violeta y oro): Ovación. Nicolás Gutiérrez (rosa y oro): Palmas. Diego Emilio (azul noche y oro): Oreja. Incidencias: Javier Castro se doctoró con el toro “Cronista”, número 687, cárdeno, con 509 kilos. Al final de la corrida le entregaron un capote de paseo a Diego Emilio y una escultura al ganadero Cortina, como triunfadores de la tarde.
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