Páginas

domingo, 29 de abril de 2018

La Feria de Abril confirma el cambio de ciclo de la tauromaquia moderna

El nuevo protagonista es un toro bonito, blando, noble, artista y perdurable en la muleta

Un toro de Juan Pedro Domecq claudica ante el capote de José María Manzanares, el 20 de abril, en la Maestranza.
Un toro de Juan Pedro Domecq claudica ante el capote de José María Manzanares, el 20 de abril, en la Maestranza.
Antonio Lorca

La Feria de Abril de 2018 ha consagrado el cambio de ciclo de la tauromaquia en el siglo XXI; todo lo sucedido en el ruedo valida y confirma que la fiesta se consolida como un espectáculo diferente y nuevo basado en el toro bonito, blando, noble, artista, bonancible y perdurable en el tercio de muleta.
Ese ha sido el gran triunfador en la Maestranza. Su nombre es Orgullito, fue indultado por su excepcional juego en las manos de El Juli, y mientras la plaza entera, conmovida ante un vibrante espectáculo, enloquecía de felicidad, toro y torero cruzaban el umbral de la gloria taurina.
Un toro tan incansable y generoso y una figura instalada en el encaste más complaciente se han erigido en los referentes fundamentales de la tauromaquia actual.

El Juli y el toro Orgullito, triunfadores absolutos del abono sevillano


Está bien, muy bien… Si ese es el espectáculo que conmueve a las nuevas generaciones, bienvenido sea. No significa que sea el mejor, ni el más puro, ni el más íntegro, pero sí es el que hoy lleva a la gente a las plazas. Será, sin duda, el signo de los tiempos. Un veterano y sabio aficionado sevillano mantiene que los que él llama ‘integristas’ somos incapaces de vislumbrar el cambio porque estamos inmersos en el tsunami que está volviendo del revés la fiesta de los toros. Quizá tenga razón…

Pero aunque así fuere, quede claro que este nuevo ciclo, —que no ha nacido ahora—, supone la práctica desaparición del toro de deslumbrante trapío, fiero, engallado, bravo y de encastada nobleza, que ha sido el santo y seña de la tauromaquia y que ha permitido que haya llegado hasta nuestros días. Ese toro, que vende muy cara su vida en los tres tercios, y exige un torero heroico, es la razón de ser de esta fiesta, y el principal culpable de que muchos ‘integristas’ acudamos ilusionados a la plaza.
Pero los tiempos están cambiando…

Veamos los datos de la Feria de Abril.

'Orgullito' y El Juli, en la Feria de Abril.
'Orgullito' y El Juli, en la Feria de Abril.
El Juli, que cortó cuatro orejas y salió a hombros por la Puerta del Príncipe, y el toro Orgullito, de la ganadería de Garcigrande, son los dos nombres propios del ciclo ferial. Ambos copan los premios más importantes, están en boca de todos y se han erigido con todo merecimiento en la pareja protagonista de la primavera taurina sevillana.

Pero no son los únicos. En lo más alto del podio les acompañan José María Manzanares y Pepe Moral, que pasearon tres orejas, y en el siguiente escalón figuran Talavante (2), y una cada uno Enrique Ponce, El Fandi, Luis Bolívar, José Garrido y Pablo Aguado.

En total, 17 orejas más cuatro que cortaron los rejoneadores Andrés Romero (2), y una cada uno Sergio Galán y Lea Vicens. Y todo ello, en trece corridas y un espectáculo de rejoneo; la plaza se llenó nueve tardes y en cuatro de ellas se colgó el cartel de no hay billetes.

El aficionado sevillano ha sido sustituido por un público jaranero, triunfalista y orejero

Saludaron muchos subalternos (24 en total) por su actuación de banderillas, pero pocos pares fueron sobresalientes; José Chacón ha sido reconocido como el mejor por varios jurados, porque no en vano saludó con justificación en sus tres comparecencias, y le siguieron Curro Javier, Fernando Sánchez, Javier Ambel, Antonio Chacón y Juan José Domínguez, entre otros.

La feria de El Juli y Orgullito

Y algunos apuntes más: la feria de Sevilla de 2018 ha sido, también, la del fracaso del toro, de la desaparición de la suerte de varas, de la ausencia de aficionados sabios y exigentes, del protagonismo de un público jaranero, triunfalista y orejero, y la feria de la disparidad de criterios presidenciales.
Ninguna de las 13 corridas lidiadas a pie ha sido completa ni merecedora de premio, si bien algunas han lucido un aprobado en comparación con el bajo tono general, como Torrestrella, La Palmosilla, Fuente Ymbro, Miura y Garcigrande (reconocida esta por los jurados gracias al toro indultado); y otras se han hundido en el fracaso por su invalidez y falta de casta, como García-Jiménez y Jandilla, (ambas también por su presentación anovillada), y Juan Pedro Domecq.

Ha habido una decena de buenos toros sueltos, y entre todos sobresale con méritos suficientes Encendido, de la ganadería de Núñez del Cuvillo, correcto de presencia, nulo en varas, codicioso en banderillas y extraordinario en la muleta, que fue lidiado por Manzanares y le cortó las dos orejas. A pesar de su buen juego, ni siquiera mereció los honores de la vuelta al ruedo.

La suerte de varas ha desaparecido de la Feria de Sevilla. Ha sido premiado el varilarguero Paco María, de la cuadrilla de Manzanares, por realizar la suerte con torería, pero no por picar. El primer tercio ha sido todas las tardes un simulacro.

En la Maestranza no ha habido aficionados; y si alguno andaba por allí habrá sufrido en silencio el desaforado triunfalismo de un público de aluvión que lo mismo aplaude una cumbre artística que una ordinariez, y pide orejas y saludos de banderilleros con vergonzosa fruición.

Y a los presidentes hay que pedirles que eleven la exigencia en la presentación de las corridas, unifiquen criterios en la concesión de trofeos, y sigan buscando fórmulas para que los festejos no duren una eternidad.

En una palabra, la Feria de Abril de 2018 ha confirmado que la fiesta de los toros ha cambiado. Existe, que no es poco. Los tendidos se llenan muchas tardes, que está muy bien. Y perdura, a pesar de tantos ataques y complejos. Un éxito, sin duda, pero a cambio hay que dejar en la vereda muchas emociones inherentes a valores perdidos y que han sido, son y serán para siempre las columnas de la tauromaquia.

Y dos perlas finales, colgadas en Twitter por Beatrice Margé.

La primera la atribuye al ganadero Fernando Cuadri y dice: "Estamos haciendo un toro tan acomodado a los toreros que llega un momento que ya no sirve ni a ellos."

Y la segunda, al fallecido maestro Dámaso González: "El aficionado necesita un animal con fiereza porque, si no, no valora lo que hace el torero. La fiesta se defiende por sí sola si hay emoción en la plaza."

No hay comentarios:

Publicar un comentario