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jueves, 12 de abril de 2018

Una sabrosa y madura faena de Luis Bolívar

El colombiano corta una oreja a un notable toro de La Palmosilla, que debutó en Sevilla con una muy seria y variada corrida.


Hermosa trincherilla de Luis Bolívar al gran cuarto de La Palmosilla JOAQUÍN ARJONA

ZABALA DE LA SERNA

La intensa lluvia condicionó la asistencia a la Maestranza. Y no sólo: el cartel llamado internacional no caló en la afición. Debutaba La Palmosilla en la Feria de Abril. Un toro alto de cruz, con más intención que poder, deslució la voluntad del colombiano Luis Bolívar (silencio). Salió el sol y apareció un tal Goloso. Serio, como todo el conjunto, hechurado, pronto y de enorme acometividad.

Tanto, que no paró. Más movilidad que clase. De venirse a la muleta más que de salirse de ella. El mexicano Joselito Adame alternó las manos en una extensa faena. Nunca cómodo con el punto pegajoso de Goloso. Oficio más que brillo ante la correa del toro. Echaría en falta un puyazo a ley (silencio tras dos avisos).

Humillada calidad traía el armado y castaño tercero. Más que potencia. Rafael Serna, que volvía al ruedo de su alternativa en San Miguel, cuando cayó herido, dibujó caros naturales sueltos. Momentos aislados a pulso, que era lo que pedía el toro. Una gran estocada (saludos).

Bolívar se desquitó con el gran cuarto. Destilado -buen nombre para su comportamiento- de aristas. La faena fue una interpetración perfecta del toro. Y del toreo clásico. Y de los tiempos. Poso y madurez de torero curtido. Pases de pecho de categoría vaciaban tandas acinturadas. Tan lentas y asentadas. A dos manos el sabroso cierre para cuadrar la muerte. A la recta ejecución del volapié no le acompañó la colocación de la espada. La oreja premió en justicia al colombiano.

El quinto, uno de los tres cinqueños de la corrida, puso de nuevo a prueba la profesionalidad de Adame. Un tío que le exigió el carnet con sus complicaciones. Prueba superada (silencio).

Otro torazo amargo y viejo fue el sexto. Peor: midió, gazapeó y cabeceó el manso, que se quedó sin picar. Serna sufrió e hizo el esfuerzo apretando los dientes (silencio).

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