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domingo, 27 de mayo de 2018

Finito y Morante, arte grande en Córdoba

FERIA DE LA SALUD

El genio de La Puebla abre la Puerta de los Califas tras cuajar y desorejar al quinto toro de la noble corrida de Juan pedro. Juan Serrano y Roca Rey cortan una oreja a cada toros de su lote.

 Empacado derechazo de Morante al quinto de Juan Pedro, al que desorejó tras una faena de inspiración FIT


Otra vez media plaza. Dos carteles de lujo y muy poca gente... Finito despertó el coso de los Califas poco después de las seis, hora fijada para la corrida por aquello de la pelota. Desperezó los tendidos con un juampedro gordo de poca cara, noble y obediente, al que hizo una faena sencillamente genial. Finito toreó a placer en tandas preñadas de empaque y buen gusto. Todo fue un conjunto armónico, elegante, majestuoso. Entre tantos muletazos, un kikirikí fue inolvidable. Pagó el detalle de abrir plaza y solo paseó una oreja tras matarlo a la primera.

El cuarto fue tan bonito como escaso de presencia. Además, muy flojo. Juan Serrano fue un torero de fe. No le importó que el animal claudicara en las primeras arrancadas. Pase a pase volvió a componer una labor de matices exquisitos. No fue posible la ligazón, el toro no lo hubiera permitido. Pero sí lo fue la belleza del toreo del mejor Finito. Otra vez mató pronto y otra vez paseó el anillo oreja en mano.

En la floja y noble corrida de Juan Pedro, el segundo no le gustó a Morante. No se salió del capote y no buscó la muleta. Faena virtual, de intentos sin convicción, mal rematada con el estoque.
El recital de Morante llegó en el quinto, un juampedro tan noble como flojo, de embestidas pastueñas, al que logró torear de manera prodigiosa con tandas sobre ambos pitones de mucha calidad. Improvisó algunos adornos, hubo arabescos incalificables, pero sobre todo hubo un curso de buena torería. Entre los muletazos, allí quedó un natural final eterno. La estoca desató la pañolada.

Dos orejas para el genio de la Puebla.

Roca Rey le cortó una oreja al tercero por una faena de valor. El de Juan Pedro fue un toro de arrancadas desiguales. Roca se atornilló al albero y fue extrayendo agua de un pozo casi seco. La espada fue fulminante terminó de cortar la oreja.

Apretó en el bonito sexto, chico y noble. Mezcló chicuelinas con verónicas, quitó por gaoneas y se subió encima del juampedro. Comenzó de rodillas, siguió con el toreo fundamental con el toro ya aplomado, pero Roca se metió en su terreno para asustar a la plaza. Lo mató a la primera y paseó otra oreja.

A Morante se lo llevaron a hombros por la Puerta de los Califas. En Córdoba pudo torear ese toro que busca, chico, noble y sin fuerzas. Cuando se torea como lo hace Finito o el mismo Morante, casi se olvida uno del toro, pero en plazas de primera hay que lidiar mejor presentación.

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