Triunfal despedida de Padilla en la vuelta de Morante en Jerez
El jerezano fue quien se
mostró más dispuesto. Variado con el capote y con las banderillas, le
cortó una oreja al primero. En la muleta molestó el viento, Padilla bajó
mucho la mano pero se quedaba corto por el pitón derecho y fue al
natural cuando logró templarse. Hubo tiempo hasta para un arrimón final.
La apoteosis llegó en el cuarto, al que recibió con dos largas de
rodillas y luego intentó un quite por tafalleras y chicuelinas. Se
entregó en banderillas y saludó una gran ovación tras parear de forma
emocionante, el tercero al quiebro. Brindó a sus padres y
se puso de rodillas en el centro del ruedo, donde comenzó con una
vibrante serie que puso al público en pie. Allí fue la faena arrebatada
del Ciclón, que aprovechó las arrancadas del toro de Juan Pedro antes de
rajarse. Le dio tiempo a otra serie más de rodillas y manoletinas para
abrochar su labor, premiada con dos orejas. El vestido de Morante, inspirado en un capote de paseo de Manolo Vázquez-EpVolvía Morante
y nada más abrirse de capote a la verónica sonaron los primeros oles.
Hubo dos y la media. El cigarrero lució un precioso terno negro con
bordados de flores inspirado en un capote del maestro Manolo Vázquez que
usó el Domingo de Resurrección de 2017 en Sevilla y Manolo Vazquez en
su debut de luces. Pero regresó con la suerte que se fue. Su primero se
quedó parado muy pronto y sin fuerzas.
Había
ganas y el saludo capotero del quinto fue de nuevo ovacionado, pero
desistió de hacer el quite al quedarse a media altura. En banderillas,
la cara de Morante lo decía todo, pero quiso hacer faena y se la
inventó. Primero con la diestra y después al natural robó los muletazos y
se lució con los vuelos en los de pecho. Acabó metiendo a la gente en
su obra, llena de plasticidad y torería. Y hasta toreó despacio ante la
nula colaboración del toro. Falló con la espada y saludó. Manzanares conversa con Rafael de Paula, en una barrera-EpManzanares cortó
una oreja en el sexto, al que recibió con temple a la verónica. Tras el
trámite de la suerte de varas comenzó el cante en el tendido. Sonó
«Manolete» para una faena que no llegó a romper del todo y en la que se
intercalaron muletazos templados con otros menos lucidos, aunque
refrendó con una buena estocada. No destacó con el tercero, que tuvo una
lidia algo desconcertante. Perdió las manos en el recibo de capote, no
se picó en el peto y sonaron los clarines cuando Manzanares ya estaba en
la segunda serie con la muleta. Se arrancó el pasodoble «Cielo andaluz»,
habitual del alicantino, pero su labor no llegó a tomar cuerpo, siempre
a media altura, molestado por el viento. Solo hubo algún natural
suelto. El protagonista de la tarde ya era Padilla.
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