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martes, 8 de mayo de 2018

Un buen novillo y seis silencios

FERIA DE SAN ISIDRO


Largo derechazo de Carlos Ochoa al segundo de Guadaira ANTONIO HEREDIA


No arrancaba San Isidro con una novillada desde 1988. Una de Guadaira inauguró la maratón de 2018. No sucedió nada con el primero. De más movilidad que celo -pasaba por allí- en la muleta lineal de David Garzón. Plano debut del ecuatoriano.

Bravo de veras en el caballo fue el utrero de Carlos Ochoa. Un fuerte puyazo lo sangró a modo; más medido el siguiente. Entre sus muchas virtudes -humillación, fijeza, repetición- no estaba salirse de los vuelos. Ochoa brilló por momentos pero no se encontró cómodo. Y le costó un mundo hallar la colocación con tanta reposición.

De la ovación en el arrastre para Arinoso, así sin hache, a los pitos para el deslucido tercero. De pobre fuerza, blandos apoyos e informal desplazamiento. Ángel Téllez, prácticamente inédito, al menos lo mató bien.

En el nuevo turno de Garzón no mejoraron las cosas para su imagen. Soltó mucho la cara el novillo y el quiteño se comprometió poco.

El quinto, un tío, rompía la media por arriba. Su caja, sin embargo, venía vacía. Una nobleza plomiza, sin empuje ni fuelle, con algo más de recorrido por el derecho, sirvió a Ochoa para encajarse. La espada emborronó todo lo que extrajo a pulso.

El apretado y serio sexto también venía con el fondo contado. Demasiado poco y ninguna clase. En la tónica de la desigual novillada de Guadaira. Téllez se justificó con tiempo. Los gitanos no quieren buenos principios. No sé si tanto.

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