Después de cortar un rabo en Madrid, el rejoneador cuenta sus emociones y sus proyectos
Diego Ventura pasea el rabo que cortó en San Isidro - Efe
Andrés Amorós
El sábado 9 de junio, Diego Ventura hacía historia al cortar cinco orejas y un rabo, en Madrid. Es el primer rabo que se ha concedido a un rejoneador, en la Plaza de las Ventas, en toda su historia; también, el primero que se otorga, en ese coso, a cualquier torero, desde el de Palomo Linares, el 22 de mayo de 1972. Con este éxito, Diego Ventura se consagra como el número uno de los rejoneadores actuales. Después de su triunfo, hablamos con él.
¿Qué ha hecho después de su gran éxito?
Celebrarlo un poco, con la familia; atender a un par de cadenas de televisión y venirme a casa, al campo, a seguir con mi vida normal.
¿Cuántas horas va a montar hoy a caballo?
Lo habitual: ocho o nueve.
¿Acusan los caballos una jornada así?
No: están muy preparados para ello. Continuamos con el entrenamiento normal, para mantenerlos en forma. Este domingo toreo en Plasencia.
Al comienzo de la temporada, cuando charlamos para ABC, lo tenía Ud. muy complicado: ha logrado darle la vuelta a la situación.
Sí, gracias a Dios. Me había quedado fuera de las Ferias de Castellón, Valencia y Sevilla. Pedía estar en San Isidro en determinadas condiciones, que no sabía si me iban a dar… Felizmente, todo ha cambiado: ha tenido que salir el toro para poner las cosas en su sitio, en el ruedo. Si uno va con su verdad, Dios te echa una mano.
Para el éxito, fueron decisivos los toros de Los Espartales: tenía razón Ud. al pedir ciertas ganaderías.
Para lograr un triunfo grande, en una Plaza como Las Ventas, hace falta un toro encastado, que se mueva, que galope, que transmita emoción. Eso es lo que yo pedía.
Ha vivido ya tardes inolvidables: el indulto, en Murcia, a “Perdido”, también de Los Espartales; las corridas de seis toros… ¿Ha sido ésta de Madrid la más importante de su vida?
Ha habido ya varias muy importantes: en la de Murcia, viví sensaciones extraordinarias pero ésta ha sido diferente a todas: cuajar tres toros, en la Plaza y en la Feria más importante del mundo, no tiene comparación. Y, sobre todo, ver al público madrileño vibrando así…
¿Había soñado con esto, alguna vez?
Francamente, si. Cuando entrenas con una becerra y te sale algo muy bien, piensas: “Si hago esto en Madrid…” Pero, claro está, es muy difícil que eso se logre, en la realidad.
Una paradoja: el 20 de mayo, abrió la Puerta Grande de Las Ventas, cortó una oreja a cada toro, pero me parece que no quedó del todo satisfecho.
Así es. Fue una corrida complicada, fuera del tipo, que impuso la empresa. Sabíamos que no iba a funcionar bien pero hubo que aceptarlo y tirar para delante. Me quedé con el “corazón partío”: tuvo mérito sobreponerse a las dificultades pero quería mucho más… Y sabía que podía hacerlo porque mi cuadra está en un momento sensacional.
¿Cuál fue el momento decisivo?
Que mi primer toro fuera tan bueno: en esa faena, me liberé de la presión. Al cortarle las orejas, en el callejón, se me saltaron las lágrimas, después de tantas trabas.
Muchos opinan que fue clave del éxito “Nazarí”.
Tuvo una actuación deslumbrante, como si fuera un torero de a pie, enganchando al toro, llevándolo con ligazón y temple. Nos hizo vibrar a todos.
Se ha dicho que el público es más fácil, en los rejones.
Es verdad que acude más gente joven, entusiasta, y eso nos puede favorecer, pero eso es igual para todos los rejoneadores. Cortar dos orejas a un toro, en Madrid, nunca es fácil.
El par a dos manos, sin el cabezal, ya se había practicado.
Sí, lo hacían Gregorio Moreno Pidal y Josechu Pérez de Mendoza pero el problema es la forma de hacerlo: hace años, se hacía por los adentros, pasando a toda velocidad. Yo lo hago en los medios, de frente, parando, batiendo al pitón contrario… Es algo muy diferente del rejoneo de hace cuarenta años.
Al público madrileño le sorprendió verlo toreando a pie pero ya lo había hecho en otras Plazas.
Como el toro no caía, antes del descabello, decidí quedarme solo y adornarme, con unos muletazos. Hay que sentirse torero siempre.
¿Qué va a pasar a partir de ahora? ¿Va a torear más?
No le he preguntado a mi apoderado pero sí me gustaría que este éxito me sirviera para entrar en veinte Ferias a las que no voy: en Bilbao, en Salamanca, en Logroño; en Pamplona, donde todavía no he debutado…
¿Están cerrados ya los seis toros en Madrid, en la Feria de Otoño?
Sí, falta sólo concretar la fecha y los toros: me gustaría incluir uno de una divisa como Miura o Victorino, junto a las habituales.
¿Y en Lisboa?
Espero torear el 11 de octubre: allí, una fecha muy importante. Y me gustaría matar seis toros.
¿Y en Sevilla?
Por ahora, no hay nada nuevo.
¿Ha pensado torear alguna vez a un toro en puntas?
Sí me lo planteo. Espero no morirme sin haberlo hecho.
Cortar un rabo, en Madrid, siempre genera mucha polémica. Así le pasó a Palomo Linares. Que lo consiga un rejoneador, algunos han opinado que se trataba de una ofensa a los toreros de a pie.
Respeto que se esté de acuerdo o no con la concesión del rabo pero no que eso suponga ofender de ningún modo a los toreros de a pie. Se trata de un espectáculo diferente. Creo que, además de las faenas de esa tarde, el rabo premia mis actuaciones de los últimos años. Agradezco la valentía del Presidente, al concederlo, porque sabía que se exponía a críticas.
¿Qué ha supuesto, para Ud.?
Me ha cambiado la vida, me ha dado tranquilidad, ha dado una gran alegría a los míos. Seguiré trabajando igual que antes pero más feliz.
¿Cree que supone también un premio para todo el rejoneo?
¡Totalmente! Queremos que se reconozca la importancia que ahora tiene el toreo a caballo. Me han llamado muchos rejoneadores, para felicitarme: Álvaro Domecq, Joao Moura, Manuel Vidrié, al que se le saltaban las lágrimas… Es bueno para todos nosotros.
Con este éxito, ¿se ha acordado de don Ángel Peralta?
Muchísimo. ¡Él me ha aportado tanto! Siempre me empujaba. Cuando estaba saliendo a hombros, me acordaba yo de lo que don Ángel solía decirme: “¡Tranquilo! Tú vas a mandar en esto, por muchas trabas que te pongan”.
No ha traído esta vez a su gran caballo “Sueño”.
Tuvo una lesión de ligamentos, le han operado, sigue ahora su proceso de recuperación. En julio o agosto, estará de nuevo toreando sin problemas.
A partir de ahora le van a exigir más.
En la Feria de Otoño, con seis toros, habrá que hacer algo nuevo.
¡Eso espero! Presentaré unos 20 ó 25 caballos: varios de ellos, nuevos, para el público. Todos desfilarán, en el paseíllo. Intentaré recuperar algunas suertes antiguas y aportar otras: hay que pensar en el público, dar espectáculo. Me gustaría traer a un grupo de forcados para que hicieran una pega, en un toro… Espero que vivamos una gran tarde de toreo a caballo.
Ahora mismo, está Ud. feliz, en la cumbre.
Lo agradezco muchísimo al público de Las Ventas. Como decía la frase tradicional, “de Madrid al cielo”. Así lo estoy viviendo yo, estos días.
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