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lunes, 25 de junio de 2018

El veto a Diego Ventura, un síntoma hediondo de la podredumbre del toreo

Por razones inexplicables, el rejoneador está ausente de algunas de las principales ferias

Diego Ventura y Nazarí, el caballo estrella de su cuadra, el pasado 9 de junio, en Las Ventas.
Diego Ventura y Nazarí, el caballo estrella de su cuadra, el pasado 9 de junio, en Las Ventas.
Antonio Lorca

El caso del rejoneador Diego Ventura no tiene explicación racional alguna. El hecho de que una de las grandes figuras del rejoneo de todos los tiempos esté vetada en algunas de las ferias más importantes de España y Francia no es más que el síntoma de la enfermedad incurable que padece la fiesta de los toros.

Hasta ahora, el único ‘culpable’ conocido es Pablo Hermoso de Mendoza, con influencia capital en la Casa de Misericordia, -organizadora de la Feria del Toro de Pamplona-, y que ha conseguido que su compañero no haya debutado aún en los Sanfermines a pesar de que cumple este año su vigésima temporada como torero a caballo.

El propio Ventura ha asegurado que “si hacer historia no me lleva a las ferias es que el toreo está hundido”.

Como es lógico, el caballero se refiere al rabo que cortó el pasado día 9 de junio en la plaza de Las Ventas, -un hecho histórico, sin duda, pues es el primer gran trofeo que un rejoneador pasea en este coso-, lo que le convierte en un número uno indiscutible del rejoneo actual.

Tras veinte años en activo, Ventura aún no ha debutado ni en Pamplona ni en Logroño
Pues va a ser verdad que el toreo está hundido. Ventura ha hecho historia y todo sigue igual.
Y persiste la pregunta: ¿Qué ocurre con Diego Ventura?

Pues no es fácil averiguarlo porque, primero, en un asunto tan supuestamente turbio como este se mezclan intereses económicos, egos personales, relaciones viciadas, venganzas de antaño… Y segundo, por el permanente protagonismo del tradicional y muy dañino secretismo de todo lo que rodea al espectáculo taurino.
Hermoso de Mendoza, el pasado 2 de junio, en la plaza madrileña.
Hermoso de Mendoza, el pasado 2 de junio, en la plaza madrileña.
Es misión imposible conocer las verdaderas razones del veto. Con motivo del triunfo en Las Ventas, el rejoneador confirmó a este periódico que sufre “vetos de compañeros y empresas que me duelen mucho”, pero se negó a entrar en detalles: “Algún día, más adelante, contaré las zancadillas, porque si lo hiciera ahora tendría que abandonar la profesión”.

A falta de argumentos, quedan los datos. He aquí algunos que podrían confirmar la situación.

- Hace cuatro temporadas, Ventura decide cambiar de apoderado y encarga la gestión de su carrera a la casa Lozano. Desde entonces, su ex, la casa Matilla, no ha vuelto a contratarlo en sus plazas ni en aquellas en las que mantiene influencia, que no son pocas. (Atención al dato: no debe salir barato hacerle un feo a la familia Matilla, el clan más desconocido del toreo, pero al que todos le reconocen un poder omnímodo).

Hermoso de Mendoza aparece como uno de los ‘culpables’ de las trabas a Ventura
- Ya en la temporada de 2017, en la que salió a hombros 27 tardes de las 39 corridas que lidió, quedó excluido de Nimes, donde había cortado siete orejas y un rabo en 2015, y no ha vuelto; no contaron con él en las ferias de Pamplona y Logroño (en ninguna de estas dos plazas ha debutado aún), Jerez de la Frontera, donde incluso se eliminó el espectáculo de rejoneo, Valladolid, Salamanca y Zaragoza, entre otras ferias.

- En los primeros meses de 2018, el nombre de Diego Ventura no aparece en los carteles de Castellón, Valencia, Nimes ni Sevilla. Y lo más grave, quizá, es que las respectivas empresas no mantienen contacto alguno para su posible contratación. El empresario sevillano justificó su silencio en unas inoportunas declaraciones del rejoneador sobre la idoneidad de sustituir la ganadería de Fermín Bohórquez por otra a causa del escaso juego de esta en la Feria de Abril de 2017. Y el mismo argumento utilizó, al parecer, el representante de Valencia.

- Hermoso de Mendoza no torea con Diego Ventura desde el 2 de septiembre de 2016 en la plaza de Mérida. El rejoneador navarro está apoderado en España por los hermanos Oscar y Pablo Chopera, y en México -donde Mendoza pasa gran parte del año y es una figura reconocida- por Espectáculos Taurinos de México SA (ETMSA). Según el convencimiento del entorno de Ventura, la estrategia de este grupo mexicano es evitar la competencia de su torero con Ventura, y cerrarle el acceso en aquellas plazas que dependen de su gestión o están en su círculo de influencia por medio de los hermanos Chopera, tales como Almería, San Sebastián, Salamanca, Badajoz, Bilbao, Vitoria, Pamplona y Logroño, entre otras.

- Aunque Diego Ventura ha sido contratado para la feria de San Isidro y parece que también estará en la de Otoño, no cuenta con el beneplácito del empresario Simón Casas en las otras plazas que regenta, tales como las de Valencia, Nimes o Alicante.

¿Cuáles podrían ser las conclusiones de este enredo?

1.- ¿Todavía, a estas alturas, hay quien duda de que la fiesta de los toros está seriamente enferma a causa de una perniciosa mafia que persigue sus ambiciones e intereses personales al margen de otros objetivos más decentes?

2.- Con estos mimbres, la fiesta de los toros desaparecerá más pronto que tarde malherida por las tropelías de muchos de su propia familia.

3.- ¿Le merece la pena a Hermoso de Mendoza manchar su brillantísima hoja de servicios con un supuesto y reiterado veto a Diego Ventura? Su actitud y persistente silencio son tan sorprendentes como incomprensibles. Su negativa a competir con Ventura y las zancadillas que, aparentemente, coloca en la carrera de su compañero dicen muy poco de su calidad humana y torera.

4.- Todo esto sucede, sin embargo, por la escasísima consideración del rejoneo en la tauromaquia actual. No es un espectáculo imprescindible en las ferias ni cuenta con aficionados que exijan su pureza e integridad. El toreo a caballo se ha vulgarizado, ha perdido emoción, ha ganado en artificio y se aleja cada vez más de la tauromaquia clásica. El caballo ha robado protagonismo al toro, y este -con los pitones vergonzosamente desmochados y no despuntados, como marcan los Reglamentos- es, por lo general, un discapacitado oponente; y el público, festivo en exceso, acude dispuesto a presenciar un espectáculo más circense que taurino. La guinda la representan los medios de comunicación que, desde tiempo ha, no prestan a este espectáculo la atención mínima requerida. Prueba de ello es que en tardes de rejoneo en la feria de San Isidro se produce una casi total desbandada de críticos que huyen del ‘número de los caballitos’.

Este es, sin duda, el terreno mejor abonado para que se produzcan vetos, se cierren puertas y se perpetren disparates.

Como dice Diego Ventura, si hacer historia no sirve para entrar en las ferias, es que el toreo está hundido; una prueba más de su podredumbre.

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