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lunes, 11 de junio de 2018

“Sufro vetos de compañeros y empresarios que me duelen”

Diego Ventura reflexiona sobre su carrera después de convertirse en el primer rejoneador en cortar dos orejas y rabo en Las Ventas

Diego Ventura
El rejoneador Diego Ventura, en Madrid.

Con una sonrisa, Diego Ventura (Lisboa, 1982) cuenta: “Cortar un rabo en Madrid ha sido el sueño de mi vida desde que era pequeño; quiero ser el mejor y marcar una época, y para ello debo protagonizar gestas excepcionales. Nadie lo había conseguido antes, sabía que era una meta prácticamente inalcanzable, y ahora estoy feliz”. Ventura se convirtió ayer sábado en el primer rejoneador que corta un rabo en la plaza de Las Ventas en el curso de una tarde mágica en la que paseó, además, cinco orejas y salió a hombros por la puerta grande por decimosexta vez.

Tenía previsto viajar hoy domingo a Sevilla en el Ave de las doce de la mañana, pero la partida debió posponerla para atender a los medios de comunicación que querían conocer sus primeras impresiones. Y la primera es que aparece con cara de sueño -reconoce que la celebración con su familia y amigos terminó a las cinco de la mañana-, pero sonriente y despierto para revivir su triunfo, hablar de sus caballos y recordar la dureza de su larga trayectoria, “cuajada de zancadillas”, según sus palabras.

“Lo que sucedió en la plaza fue muy natural”, afirma. “Solté los nervios y la responsabilidad tras las dos orejas del primero, me dispuse a disfrutar y todo salió redondo; me dejé llevar por el momento y por el entusiasmo del público. Y tuve la suerte a mi favor, porque por mucho que te prepares, hay elementos que no controlas, como que el toro embista, que haga bien tiempo o que el presidente tenga la necesaria sensibilidad”. Asegura el caballero que ha alcanzado la meta que se propuso como figura del rejoneo. “Creo que me he sacrificado bastante más que los demás. Entreno todos los días entre ocho y nueve horas, procedo de una familia humilde, y no solo me ha servido triunfar, sino que he debido sortear muchas dificultades, muchas piedras en el camino que el público desconoce y que me costado superar. Mi carrera no ha sido nada fácil”. ¿Zancadillas? “Sí, pero algún día, más adelante, las contaré”, añade el torero, “porque si lo hiciera ahora tendría que abandonar la profesión”. Entre otras, se refiere Ventura a que, después de veinte años de alternativa, aún no ha debutado en la feria de Pamplona por un supuesto veto impuesto por Hermoso de Mendoza. “Entiendo que un rejoneador navarro tenga sus exigencias, pero esta me parece incomprensible”. Y prosigue: “Vetos, sí. Vetos de compañeros y empresarios que me duelen mucho; cuando pierdes veinte ferias importantes, te sientes marcado por la injusticia”.

Quizá, por todo ello, el triunfo del sábado le supo a gloria. “Después de las dos primeras orejas me abracé llorando a mi padre porque era el premio al sacrificio y la constancia”. Reconoce Ventura que pasa más tiempo con sus caballos que con la familia y sus amigos. “A ellos también había que sacarlos a hombros porque son el cincuenta por ciento del éxito; si no cuentas con una buena cuadra es imposible triunfar”.

Pregunta. Y la suya es buena…

Respuesta. Buena, no, la mejor; no puedo decir que soy el mejor rejoneador de la historia, pero sí el que monta los mejores caballos.

P. ¿Y se considera usted el número uno?

R. Yo no entiendo de números. No sé si soy el número uno, porque solo intento ser el mejor, pero también creo que la historia son etapas. Nadie ha sido el mejor. Ha habido grandes figuras, diferentes unas de otras. Para llegar hasta aquí he aprendido de los más grandes, de Hermoso, Moura, Peralta, Domecq. Pero no puedo decir que soy el mejor porque no he competido con los mejores.

Sorpresivamente, no tiene una buena opinión sobre el rejoneo actual. “Lo veo mal”, afirma. “Los propios profesionales no le damos la categoría que merece. No es admisible que rejoneadores de alternativa lidien utreros y erales en plazas de tercera. Esa es una falta de respeto a la profesión y a ellos mismos”. Añade que le encantaría enfrentarse a toros de otras ganaderías diferentes a los tres o cuatros hierros de Murube que se anuncian en las ferias. “Me encantaría, sí; y lo hago cuando puedo.

 No podemos encasillarnos, tiene que haber variedad, el público lo desea y lo agradece porque el rejoneador puede dar otra dimensión frente a toros más exigentes y complicados, pero los empresarios prefieren las habituales porque son más baratas. Además, si saliera ese otro toro en las ferias, muchos compañeros no estarían en activo”.

P. ¿Y alguna vez toreará un toro en puntas?

R. Lo tengo en la mente y lo haré. No sé cuándo, pero lo haré. Hay un problema, es cierto, y es que hemos acostumbrado al público a un toreo de cercanías que exige mucho riesgo ante un toro en puntas, y, al menor error, puedes perder un caballo, que es parte de tu familia. Tengo ese miedo, pero no me moriré ni me retiraré sin hacerlo”.

P. Ha hecho historia con el rabo de Las Ventas y ha alcanzado la más alta meta de su vida. Y, ahora, ¿qué?

R. Llevo tanto tiempo a contracorriente, que me gustaría remar a favor de ella. Me gustaría poder torear en las plazas que merezco y que podamos competir los rejoneadores que estamos al máximo nivel para que la fiesta siga adelante y el rejoneo crezca. Ese es mi objetivo ahora mismo.

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