Antoni Catalán 'Toñete' espera concentrado en el patio de cuadrilla de Las Ventas el pasado San Isidro ANTONIO HEREDIA
El día 15 alcanzará en Nimes el sueño de la alternativa. El hijo del presidente de AC habla de su lucha contra el sello de niño de papá: "Me costó salir de esa espiral". Hoy se despide como líder de los novilleros
Desde que se inició en el difícil arte del toreo, a Antonio Catalán le ha perseguido el muy pesado título de «hijo de». Papá es el presidente fundador de la cadena hotelera AC. Toñete no se ha cansado de repetir en estas dos temporadas y pico como novillero que el toro no pide el DNI. Ahora, a las puertas de la alternativa, todas las fantasías de aquel niño soñador y aventurero se van a hacer realidad: Enrique Ponce le dará las bendiciones como matador de toros el 15 de septiembre en Nimes. Hoy, dice adiós a una etapa en Albacete.
- Ya está en capilla ante la fecha más deseada.
- Ha sido todo muy rápido. Hasta hace poco ni me lo imaginaba.
- El cartel es de categoría con Ponce como padrino, que también lo ha sido en la sombra, y El Juli.
- El cartel es de lujo. Y que sea mi padrino el maestro, que ha estado siempre a mi lado desde que empecé. Me llevó un día al campo y se fue ilusionando conmigo. Me recomendó al maestro Manolo Sánchez. Se lo agradeceré eternamente.
- ¿Ha logrado dejar atrás el sello de niño papá?
- En España se tiende a prejuzgar. Y el que de verdad te dice dónde estás es el toro. Yo lo que hago es entrenar, prepararme y entregarme como cualquier otro. El toreo me está dando la razón. Te devuelve lo que das. Y lo estoy dando todo. Habrá gente que siempre me criticará. Pero no me quita el sueño.
- Superada la fase de incredulidad, ¿qué le dice su padre?
- De chaval era un culo inquieto. Lo sigo siendo. De pequeño me entraban venazos por la caza, el fútbol, el golf o el ciclismo. Cuando empecé con lo de querer ser torero, pues mi padre pensaría que era un capricho, otra afición pasajera. Pero fue de verdad. Y él ahora valora mi sacrificio. No entiendo mi vida sin torear. Preferiría no vivir.
- Siempre ha tenido profesores particulares del toreo. ¿Por qué no una escuela taurina?
- Mi madre no quería porque era un estudiante bastante reguleta. Y me ponía muchas clases de refuerzo. Sólo tenía un día a la semana para entrenar y en la escuela taurina me exigían más días. Y, como no los tenía, mi madre me puso entonces a Ángel Gómez Escorial. Era un problema de tiempo.
- ¿Y su carrera de empresariales en la Francisco de Vitoria?
- La tengo muy abandonada. Este año especialmenote ha sido de plena dedicación y concentración en el campo. Allí encuentro la paz y me aislo del taurineo, que tiende a la tristeza. Siempre con el «esto es muy difícil». Y está claro que lo es. Cuanto más se lo repite uno, más difícil es. Mi padre dice que «aquí puede el que cree que puede».
- ¿En qué ha evolucionado más su toreo?
- Mi aprendizaje ha sido muy lento. Veía a otros compañeros evolucionar más rápido. Conseguí una rutina de entrenamiento, una vida en torero. Como no la lleves es imposible triunfar. Ahora he perdido la vergüenza. Por lo que decíamos antes. Se me tachaba de hijo de papá. Y me costó salir de la espiral.
- ¿Tanto le pesaba?
- Sí. Mucho. También se juntaba la falta de confianza. Hasta las grandes figuras tienen sus detractores. Yo era un caramelito para esa gente.
- Se va como líder del escalafón con menos de 30 festejos. ¿Cómo van a salir toreros si no se programan novilladas?
- Se dan muy pocas por ser deficitarias, hay muchos novilleros y las oportunidades no son tales.
- ¿Ha pagado alguna vez por torear?
- No. Nunca. Pero para prepararme en el campo, para matar toros a puerta cerrada, sí que he hecho una inversión. Como el que se paga un máster.
- ¿Le asusta el parón que suele producirse en el salto de escalafón?
- Claro que da miedo. También hay que tener paciencia. Ya la he tenido de novillero para no dar un paso en falso.
- De todas sus tardes en los grandes escenarios, ¿con cuál se queda?
- Madrid. Se me esperaba en el doble sentido de la palabra y, aunque ya lo había demostrado, tenía que enseñar a todos que quiero ser torero.
- En EL MUNDO titulamos 'Toñete se hace hombre bajo el diluvio'.
- La tormenta que se desató también me ayudó a venirme arriba. Sabía que, para bien o para mal, tenía que darlo todo.
- ¿La alternativa es una meta o un punto de partida?
- Es un punto de salida. Aunque suene fuerte, aspiro a ser figura y mandar en el toreo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario