AMPLIA ENTREVISTA CON EL JULI
Nimes fue el punto de partida de su historia, el kilómetro cero de una carrera de ensueño. La tarde del 18 de septiembre de 1998 el Coliseo despidió al niño prodigio y alumbró a una figura del toreo, a un torero de época que revolucionó y removió los cimientos de la Fiesta. Veinte años después sigue en la cima. Esta próxima feria de la Vendimia pondrá un punto y seguido a su vida, cerrando una etapa en la que asumió desde el primer momento el peso de la Tauromaquia
(Foto: Isma Sánchez)
José Ignacio Galcerá
18 de septiembre de 1998. ¿Qué recuerdos le trae esa fecha?
-Fue un día muy especial, sin
duda. Hay imágenes que se van difuminando pero tengo también momentos y
anécdotas que son imborrables.
-¿Se acuerda de las palabras que le dijo el maestro Manzanares?
-Las palabras de la ceremonia
fueron muy cariñosas, diría que las normales en una alternativa, pero lo
que sí tengo es un gran recuerdo del maestro. No olvidaré nunca que me
mandó llamar y antes de la corrida me invitó a estar con él en su
habitación, estuvimos un rato hablando y de ese día es uno de los
recuerdos más especiales que guardo. El maestro Manzanares significaba
mucho para mí y, ahora que ya no está con nosotros, recordar ese detalle
que tuvo conmigo me llena de nostalgia.
-A un niño como era usted en aquellos años le impresionaría todo. ¿O no?
-Me impresionaba mucho todo. Una
de las situaciones que más llama la atención cuando das el paso a
matador de toros son los compañeros. De novillero toreas con gente de tu
edad, de tu entorno, los conoces incluso, pero de un día para otro te
encuentras al lado a señores adultos, a figuras del toreo con una
categoría y una fuerza que, lógicamente, impresionan. A mí me impactó
mucho sentir el contacto y la presencia de toreros como Manzanares y
Ortega Cano ese día.
“La alternativa cambió mi vida de manera radical. Tenía una idea de cómo podía ser mi carrera, pero la realidad ha superado los sueños con mucha diferencia. Ni soñándolo sale así”
-Venía lanzado de su etapa como novillero
y la alternativa se celebró en medio de una gran expectación y con un
interés mediático enorme.
-Tuvo una repercusión grande, es
cierto, y a ello ayudó mucho la tarde de los seis novillos en Madrid
unos días antes, que fue uno de los grandes pasos de mi vida como
torero; también el factor de la televisión, que siempre multiplica la
repercusión de lo que se hace; y, por supuesto, la tarde en sí, que tuvo
mucho contenido y un gran ambiente. Luego el escenario, Nimes, que es
una plaza que por iniciativa de Simón Casas siempre ha tenido las
puertas abiertas para este tipo de acontecimientos. Históricamente ha
habido grandes alternativas allí y no cabe duda de que en aquel momento
la mía tuvo mucha fuerza a nivel taurino y social.
-Salió como figura de Nimes y veinte años después lo sigue siendo. ¿Se imaginaba una trayectoria así?
-Aquel día cambió mi vida de
manera radical aunque no me podía imaginar todo lo que ha venido
después. Tenía una idea de cómo podía ser mi carrera, unas ilusiones,
pero en mi caso la realidad ha superado los sueños con mucha diferencia.
Cuando empiezas crees que se van a dar una serie de pasos, poco a poco,
sin embargo a mí me sucedió todo de repente y de una manera muy
distinta a como me lo imaginaba. Era impensable arrancar con la
alternativa y de un día para otro situarse en los mejores carteles, con
las figuras, en todas las ferias y con una expectación fuera de lo
normal… ni soñándolo sale así.
-¿Asumió demasiado pronto el peso de la púrpura?
-A día de hoy y echando la vista
atrás, me hubiese gustado administrar ciertas cosas de otra manera,
sobre todo los espacios y los tiempos de mi vida. El toreo me puso ahí y
quizá hacía falta ese torero que removiera la Tauromaquia de la manera
en la que sucedió. Sin tener una preparación técnica tan rotunda como la
que he tenido después, creo que tuve la ambición necesaria y un sentido
de la responsabilidad muy alto para saber que aquello tenía que salir
para adelante sí o sí. Me llegó y asumí el peso, fui capaz de hacerlo
sin una puesta a punto específica para ello, ni psicológica ni
profesional. Respondí a todo lo que me vino, pude con ello y no hay que
olvidar que se trataba de una situación especialmente difícil de asumir
pero surgió así. Todos soñamos con que nuestras carreras sean como esta,
siendo figura y estando en los mejores carteles, pero si no estás
preparado se puede volver en una gran decepción.
“Por capacidad y el interés que genera, Roca Rey está llamado a ser la figura que el toreo necesita. Tiene la fuerza para asumir la responsabilidad de la Fiesta y de la taquilla”
-¿Qué queda de aquel chaval que rompió todos los moldes y revolucionó la Fiesta?
-Cuando te toca una situación
así, hipotecas muchas cosas que verdaderamente te llenan por responder a
todas las expectativas generadas y no puedes desarrollar tu tauromaquia
como sientes. Con el paso del tiempo y conforme te vas liberando de la
presión, de la necesidad de triunfar a diario, vas teniendo más espacio
para buscar lo que te llena. Desde hace unos años para acá me encuentro
en esa situación, me preocupan menos cosas y, así, puedo desarrollarme
artísticamente tal y como hacía cuando estaba de novillero, cuando era
más inocente.
-¿Cómo quiere que sea su carrera a partir de ahora?
-Ahora mismo no me lo he
planteado. Lo que tengo claro es que este vigésimo aniversario de
alternativa es un buen momento para cerrar una etapa en cuanto a la
forma en la que asumo y percibo la Tauromaquia. Quiero estar en la
profesión para buscar mi verdadera felicidad más que la felicidad de
nadie. Quiero ahondar en mi toreo.
-Va a costar imaginarse a El Juli sin asumir el peso de la Tauromaquia o reduciendo apariciones.
-Hay un relevo generacional
importante y patente. El toreo está en buenas manos. Eso no quita para
que siga motivado y con la ilusión de mostrar mi concepto en las plazas
grandes.
-El tirón taquillero que tuvo usted lo ha heredado Roca Rey. ¿Es el hombre al que le toca tirar del carro?
-Yo sí le veo con la fuerza para
hacerlo, para asumir la responsabilidad de la Fiesta y de la taquilla.
Por capacidad, interés, por su forma de concebir la Tauromaquia, está
llamado a ser la figura rotunda y redonda que el toreo necesita.
-Dinero, fama, reconocimiento, triunfos… ¿de qué se siente más orgulloso en estas dos décadas?
-De haber tenido la capacidad de resolver todo lo
que se me ha cruzado en el camino. De poder con los clichés, con los
detractores, con las corrientes que ha habido en mi contra en muchos
momentos, de poder con situaciones empresariales que me lo ponían
difícil… todo eso es un orgullo pero la satisfacción mayor y la que más
me llena es cuando he podido hacer el toreo que a mí me gusta. La
plenitud que siento cuando hago el toreo con la profundidad que busco,
esos sentimientos, particularmente, son los que más satisfacción me dan,
mucho más que las guerras profesionales y todas las trabas que surgen
cuando estás en una situación como en la que yo estoy.
“El compromiso que tengo no me deja liberarme del todo en la plaza como yo quisiera, aun así las sensaciones cuando hoy ocurre algo son más intensas y rotundas”
-Habrá habido situaciones que le hubiesen gustado que fueran de otra manera.
-Claro, me hubiese gustado tener
la sabiduría que tengo ahora con la fuerza y el tirón de la juventud…
¡pero es imposible! Uno empieza a madurar como persona según van pasando
los años y no cabe duda de que me hubiera encantado conjugar los
conocimientos del presente con el ímpetu y la fuerza de los primeros
años para poder haber aportado muchas más cosas al toreo.
-¿Cómo se está encontrando en la plaza?
-Con el paso del tiempo tengo más
capacidad de liberarme de la presión, aunque no lo consigo del todo. La
ambición que tenía antes por los números y por los hechos no me
condiciona tanto ahora. Busco vivir tardes como las de Sevilla, Madrid o
San Sebastián, tardes en las que me siento feliz con la tauromaquia que
hago. Busco que mi toreo tenga sello. El sentido de la responsabilidad
que tengo no me deja liberarme como yo quisiera y, además, con el paso
de los años pierdes la regularidad de antaño, pero las sensaciones
cuando hoy ocurre algo son más intensas y rotundas, con mucho más peso.
“Ser torero es insustituible pero no me asusta la retirada. Además, para estar como quiero necesito una preparación y una motivación muy grande y cada día cuesta más”
-Se le ha visto con la misma profundidad pero sin renunciar tan radicalmente a la estética.
-He sido una persona valiente en
muchos aspectos, consideré que el toreo era de una manera y luché por
ella aun hipotecando muchas cosas. Creía que el toro debía ir detrás de
la muleta y no pasar por inercia, entendía que el toreo era rematar el
muletazo por abajo y hacerlo curvilíneo. Pero, en muchas ocasiones,
cuando luchas por una idea no siempre sale perfecta. Generalmente ocurre
que los que vienen por detrás llevarán a cabo esa idea con mayor
perfección pero mi posición fue esa e interiormente siento que ha sido
una aportación a la Tauromaquia muy importante, tanto en la evolución de
la embestida del toro como en la forma de torear. El proceso evolutivo
de esa tauromaquia es buscar mayor estética, más expresividad,
flexibilidad, más muñeca, más cintura y poder realizar el toreo con la
misma profundidad pero con un sentido más plástico. Es un camino por el
que tengo que evolucionar.
-Las revoluciones nunca tienen el consenso de todos.
-A veces, y no hablo por mí, en
la Tauromaquia pasan cosas que el público no está preparado para verlas y
valorarlas en ese momento y se necesita la perspectiva del tiempo para
caer en la cuenta de esos cambios y quién los aportó. El caso del
maestro Dámaso González, por ejemplo, que fue un torero que aportó una
forma de torear y parece que hasta después de su retirada no se le
reconoció al nivel que en mi opinión se merecía. Así ha pasado con
muchos toreros y con muchas cosas que se ven en el toreo de nuestros
días. Hay veces que unas carreras tienen más premio en esos aspectos y
otras son más ingratas.
SEVILLA Y MADRID, RENDIDAS
-Menos mal que al final se arregló con Madrid y no se quedó fuera de San Isidro. Ha sido una de las cumbres del año.
-Sí, porque el inicio de
temporada, con el caso excepcional de Valencia, fue sorprendente para
todos, sin sentido e inexplicable, pero el toreo muchas veces es así y
yo lo he sufrido. Sé lo que es que empresarios apuesten por mí para ser
la base de sus ferias y también conozco el tira y afloja con el único
objetivo de impedir que te anuncies. En este punto, mi carrera está
estabilizada, hay una trayectoria de muchos años y no hay ningún
empresario que se sorprenda con las pretensiones que tengo. Cuando se
establece una relación entre empresario y apoderado se nota si quieren
que vayas o que no vayas. Cuando no estoy en una feria de importancia es
porque no se quiere que esté. Entiendo que puedan hacer una feria sin
mí pero para también quiero que me traten con la categoría que me he
ganado.
“He sido una persona valiente, consideré que el toreo era de una manera y luché por ella aun hipotecando muchas cosas. Siento que ha sido una aportación a la Tauromaquia muy importante, tanto en la evolución de la embestida del toro como en la forma de torear”
-¿Todavía le duele que no entrara la espada en Las Ventas?
-Sí, claro, más allá de lo
material, duele sobre todo por no haber rematado una obra como esa.
Viendo las cosas con perspectiva, lo que buscaba en Madrid está más
cerca de lo que hice que de conseguir una oreja más o menos. En Madrid
no busco triunfar o cortar orejas, ni siquiera salir por la puerta
grande, quiero, es lo que deseo y sueño, torear como a mí me gusta, que
se emocione el público y se entregue. En ese sentido, la faena de este
año tuvo la plenitud que buscaba. A todos nos gusta la vanidad y la foto
pero mi sentimiento con Madrid es más profundo que las orejas.
-Sin querer entrar en comparaciones, ¿pone esta faena a la altura de la de Cantapájaros?
-Fue distinta, por muchas
circunstancias. La de este año fue muy de Madrid, muy explosiva,
sorprendente, intensa, abandonada de cuerpo y de entrega, una
tauromaquia que a mí me llena mucho. De las cosas que más valoro en los
toreros es que con el paso de los años tengan la capacidad de
entregarse, de dejar la muleta ahí y que pase el toro por donde quiera, a
mí eso me emociona, y, cuanta más trayectoria tienen los toreros, más
valor le doy.
-¿Puede suponer un punto de inflexión en la relación con la plaza de Madrid?
-No pretendo que Madrid cambie
por una faena, ni mucho menos. De hecho no creo que cambie mi relación
con Madrid por una tarde redonda. La relación es así y ya está, he
tenido tiempo para entenderla. Las Ventas va a ser conmigo siempre la
plaza más exigente, la que más me pide y en la que más me ha costado dar
lo que quiero. Es cierto que de un tiempo a esta parte mi capacidad a
la hora de estar en la plaza ha cambiado, me he encontrado más suelto
para hacer mi tauromaquia, que era la verdadera carencia que tenía. En
muchas plazas se me veía como quería pero en Madrid salía atenazado y no
podía desarrollar mi tauromaquia. Tenía esa frustración y ahora ya no
la tengo.
-Antes de Madrid, rindió Sevilla. Haga un esfuerzo para explicarlo con palabras.
-Es tocar el cielo, si es que
alguien ha podido vivir esa sensación alguna vez. Los éxitos no tienen
valor por el éxito en sí sino por cómo son y por cómo se consiguen. Para
mí tiene más valor lograrlos haciéndolo de la manera en la que concibo
el toreo: ¿cómo tiene que embestir un toro, por dónde tiene que ir? Por
la vía del sometimiento, la hondura, la profundidad… esa tarde fue la
resolución de toda mi trayectoria. Veía en la tauromaquia una forma de
embestir y de torear que no me llenaba y poco a poco emprendí un camino
largo e intenso hacia algo que tenía que ser así o parecido. Cualquier
torero que quiera cambiar algo, donde lo tiene que hacer es en Sevilla y
Madrid.
-Viene de torear dos tardes en Bilbao,
antes estuvo en Pamplona, también en San Sebastián, además de las citas
mencionadas en Sevilla y Madrid. Para no querer asumir tanta
responsabilidad, no ha faltado en los grandes escenarios.
-La responsabilidad no va en
relación al número de tardes que toree, sino en la forma de concebir la
Tauromaquia en un sentido que va más allá de la plaza.
-¿Le asusta la retirada?
-Para nada, entiendo que forma
parte de mi carrera. No tengo la capacidad para estar toreando al nivel
que quiero durante toda mi vida. Además, para estar como quiero estar
necesito una preparación y una motivación muy grande y cada día cuesta
más. Ser torero es insustituible pero el tiempo dirá.
-Con una familia formada, con tres hijos, costará el doble.
-Antes no me importaba coger el
coche, viajar, estar tiempo fuera de mi casa y cruzar España para torear
pero ahora no tengo esa misma sensación. Me he vuelto más selectivo
porque soy consciente de todo lo que puedo perder.
"¿EL BOMBO? LOS TOREROS SE GANAN EN EL RUEDO ELEGIR CUÁNDO Y CÓMO JUGARSE LA VIDA"
Una de las noticias de la temporada ha
sido el bombo por el que se han sorteado y confeccionado las
combinaciones de la Feria de Otoño de Madrid, un ciclo que cuenta con la
doble presencia en los carteles de Alejandro Talavante, única figura
que ha dado el paso y ha entrado en esta particular lotería. “Todas las ideas nuevas tienen su lado positivo y negativo. Esta, ciertamente, es revolucionaria”, responde El Juli, que ahonda en su opinión. “Soy
del pensamiento de que los toreros se ganan en el ruedo elegir cuándo y
cómo se juegan la vida. Históricamente siempre ha sido así y es un
concepto que va en mi filosofía de vida. Tampoco me cierro a ideas que
supongan una aportación al toreo pero se tendrán que perfeccionar y ver
los resultados. Hay que partir de la base de que ser figura del toreo
supone, a veces, mandar en tu vida y en tu carrera y eso significa que
eres tú quien decide cuándo y cómo”. No cabe duda de que la
iniciativa ha generado expectación, pero, ¿cree que puede tener
continuidad, le ve futuro?,
preguntamos. “Todas las iniciativas
que se salen de la rutina, de la cotidianidad, es normal que generen
ilusión y atractivo aunque también habrá que ver si tienen un porcentaje
de éxito alto. El tiempo dirá”.
18 DE SEPTIEMBRE DE 1998
De blanco y oro, y con apenas quince
años cumplidos, un imberbe Julián López “El Juli” tomaba la alternativa
en Nimes. El maestro José María Manzanares le cedió los trastos y le
doctoró como matador de toros en presencia de Ortega Cano. Endiosado,
castaño, de la ganadería de Daniel Ruiz, fue el toro de la ceremonia. El
brindis de aquella primera faena fue a parar a manos de su padre. La
expectación se desbordó y las cámaras de TVE fueron testigo del
acontecimiento. La foto final con el madrileño a hombros tras cortar dos
orejas fue el inicio de su historia.
Fotos: ISMA SÁNCHEZ y ARCHIVO
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