Se pensó en amputarle la pierna, su vida estaba en juego y dijeron que si había que amputar se hacía, para salvarle la vida, se hacía. Aún está en peligro.
 
JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO
“Hemos estado 22 días en el
 hospital, a diario vienen los doctores para estar suministrándole 
medicamentos. Él está bien, está contento porque no se imaginaba que 
podía salir de esta, pero afortunadamente tiene mucha fe y lo ha 
luchado, pero esta vez lo ha pasado muy mal. Han sido días muy duros 
para él”.
Se pensó en amputarle la 
pierna, su vida estaba en juego y dijeron que si había que amputar se 
hacía, para salvarle la vida, se hacía. Aún está en peligro. “Había 
momentos muy duros. Lo hincharon a morfina, porque los primeros días 
fueron muy duros. Él tiene el problema que lleva la medicación del 
corazón y lleva una medicación anticoagulante muy fuerte”.
A la hora de operarlo, “se 
lo pensaron muy mucho. Estoy muy cansado, muy agotado. Ha sido de las 
cornadas más difíciles de mi vida. Se han puesto en riesgo muchas cosas.
 Estoy tomando mucha morfina y esperando que baje la inflamación. Hemos 
salvado la pierna”, señala el propio Soro.
Sobre su estado personal, 
Vicente dice que “he sentido el calor del mundo del toro. Siento mucho 
el percance de mi amigo Paco Ureña. Le pido al maestro Dámaso González 
para que le ayude al torero.  Me ha llamado Paco Camino, Juan Mora, 
Rafaelillo, Paco Ojeda… me siento muy querido por todos y eso me lo 
llevo”.
En tono de humor, Rogel 
afirma que “hemos notado lo malito que está porque es la primera vez en 
su historia que ha perdido el hambre. Ni con cornadas ha perdido el 
hambre. Siempre se ha pedido un bocadillo. Aprovecho a todos los medios 
de comunicación a mandarle un saludo, me han mandado un calor y un 
cariño brutal. Les agradezco todo el amor hacia mi persona”, concluye el
 torero.
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