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martes, 11 de septiembre de 2018
Paco Ureña corta cuatro orejas y sale a hombros con El Juli en Murcia
Se han lidiado seis astados de ese hierro, el último, como sobrero, en sexto lugar al correrse turno tras la devolución del inicial tercero, desiguales de presentación y juego y terciados, excepto el que abrió plaza, de mayor volumen. Los mejores, cuarto y sexto.
La plaza ha registrado tres cuartos de entrada en tarde de temperatura agradable.
El Juli, ovación con fuerte petición de oreja, con pitos al presidente por denegarla, y dos orejas.
José María Manzanares, ovación y ovación.
Paco Ureña, dos orejas en ambos.
Tras la lidia del segundo, el banderillero Rafael Rosa ha sido atendido en la enfermería de una contusión torácica producida al sufrir un derrote cuando colocaba un par. Con pronóstico reservado, ha sido trasladado a un hospital para estudio radiológico.
El Juli estuvo, una vez más, como consumado maestro en el arte de torear, con una técnica envidiable y una facilidad para entender a sus oponentes como pocos. Al primero, que protestaba en la muleta, lo obligó a embestir, e incluso logró sacarle unas buenas tandas de muletazos.
Sus mayores opciones las tuvo con el que hizo cuarto, uno de los dos mejores del encierro y que resultó colaborador, por su fijeza y por su movilidad. Las tandas de muletazos y de naturales, todas templadas y barriendo la arena con la muleta, se sucedieron con naturalidad en un toreo suave que fue coreado por los aficionados y que tuvo el brillante colofón de una sensacional estocada hasta la bola.
No ha sido la tarde de Manzanares, ya que su primero se lo ha puesto difícil al no entregarse en ningún momento y salir suelto al tomar apenas uno o dos pases al intentar cada serie y acudir al trapo con brusquedad.
Más entonado pudo estar con el segundo de su lote, con el que se ha lucido en tandas sobre la mano diestra al aprovechar las mejores condiciones de la res.
El gran triunfador del festejo ha sido el lorquino Paco Ureña, que ha estado en los dos toros de su lote con un valor escalofriante y un temple y seguridad dignos de encomio.
El inicial tercero fue devuelto a los corrales ante las protestas de los espectadores, que creyeron advertir que tenía problemas en la vista, y se corrió turno, por lo que saltó a la arena el que iba a cerrar plaza.
Sus faenas tuvieron emoción, porque el diestro se jugó la cornada en varios momentos y porque puso corazón y alma en su labor, realizada siempre con los astados lamiéndole la taleguilla.
Las ajustadísimas bernardinas con las que cerró la lidia del último hicieron levantar al público de sus asientos, por el riesgo que corrió con ellas. Con ellas puso brillante término a dos faenas que habían tenido, además de valor, sentimiento, temple y variedad.
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