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martes, 4 de septiembre de 2018
Puerta grande desde Barcelona
En estos días de máxima pasión, un pasodoble se repite una y mil veces para dar importancia y solemnidad a lo que sucede en el ruedo. Es «Puerta Grande», sus sones son ya tan familiares como los del «Gato montés», «Manolete» o «Marcial Lalanda». Y ese «Puerta Grande» salió de la Monumental de Barcelona, para dar sonido a las tardes de fiesta. De la inspiración de Elvira Checa surgió una composición que fue lanzada al mundo al convertirse en la sintonía que abría las retransmisiones de corridas en RTVE y que ahora es pieza imprescindible en los cosos de toda la geografía taurina.
Elvira, en una vida dedicada a la música y a la Fiesta, se ha dejado la piel por esa pasión musical transmitida a sus hijos, y por defender que la puerta grande de las plazas de toros sigan abiertas.
Cada vez que en una plaza escucho los primeros sones de «Puerta Grande», me viene el recuerdo de todo el apoyo que Elvira le dio a su marido Luis María Gibert para conseguir que desde Cataluña surgiera una monumental recogida de firmas que llegó al Congreso y que significó la declaración cultural de la Tauromaquia.
En esa «Puerta grande» esta el homenaje permanente a la figura de Luis María, que entregó su vida a la Fiesta y que ahora descansa en la conquense Beteta, la patria chica de su esposa, una tierra que siempre tuvo como suya. El alguna ocasión he escuchado decir a Elvira Checa que su pasodoble no se dedica únicamente a los toreros, que todos queremos conseguir lo mejor en nuestro trabajo y que esa es la puerta grande.
Ahora, que «Puerta Grande» suena tarde tras tarde, es bueno reconocer que sus notas nacieron en una Cataluña de concordia, de libertad y de amor por la Fiesta.
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