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domingo, 16 de septiembre de 2018

Tres naturales de Macías y un buen escolar

Destacan los albaserradas en el segundo desafío frente a un descastado envío de San Martín. El mexicano firmó lo mejor de la tarde



Largo y templado natural de Macías con el buen 'Patoso', de José Escolar TESEO



Sin la excelencia del primer desafío ganadero del domingo anterior, el segundo guardó unos instantes para el recuerdo. Tres naturales, tres, de Arturo Macías al tercero de José Escolar, que embistió humillado a cámara lenta cuando la faena ya tocaba su fin. Esa conjunción entre toro y torero, por breve que fuera, amortizó en parte una tarde deslucida en lo general.

Hasta tres veces se arrancó el que abrió plaza al caballo de Jabato hijo. Se intentó un cuarto encuentro, a una distancia desproporcionada. Y no pudo ser. Se la jugó de verdad Joao Ferreira con los palos. Acusó el castigo y la parsimoniosa suerte de varas el de Escolar, que apuntó buenas cosas en tres redondos donde Castaño prolongó su embestida. Pero no tomó vuelo la faena del salmantino, con oficio, que mató por arriba y con habilidad.

Tuvieron sabor añejo las medias genuflexas con las que remató Ricardo Torres su recibo capotero al segundo. Como clase la embestida de Marinero. Lo aprovechó el aragonés en un inicio de faena brillante, de mano baja, con el escolar respondiendo. Un susto en la tercera tanda terminó con la banda de la taleguilla rota. Cambió los terrenos y por la zurda no encontró el acople. Todo fue a menos después y para colmo se atascó con el descabello.

Torerísimo fue el inicio por bajo con el que inició su obra Arturo Macías al tercero, Patoso, que apuntó humillador su clase por el pitón izquierdo. Sin embargo, fue por la diestra por donde desarrolló el mexicano el núcleo principal de su faena. Valiente, atemperó la menos limpia embestida por ese lado antes de cambiar de mano, ya casi en el epílogo. Y fue entonces cuando brotaron esos tres extraordinarios naturales, larguísimos, templados, con Patoso haciendo el avión arrastrando el hocico por la arena. Apuntó después detalles sueltos, siempre a izquierdas, pero ya era tarde para remontar. Palmas al torero y ovación al de Escolar en el arrastre.

La segunda parte del desafío ganadero, con los de San Martín como protagonistas, resultó de lo más plomiza. Poco sirvió el primero, que hacía cuarto, agarrado al piso, descastado y que se echó antes de que Javier Castaño se enfrontilase para matar. Tuvo que ser apuntillado.

Ovacionado de salida, cumplió en varas el quinto, de San Martín, que permitió lucirse al picador Manuel Burgos. Se dejó sin más en la muleta de un afanoso Torres, que alargó una obra de poco eco por la poca transmisión de su oponente.

Empujó con poder en el caballo el que cerró plaza, que arrancó desde lejísimos en un tercer puyazo muy celebrado. Se lució Antonio Muñoz. El mayor ímpetu del toro, que embistió por encima del palillo, apenas duró un par de series. Macías se justificó en las -a veces excesivas- cercanías. Y como si un recordatorio de su primer toro se tratase, logró en el cierre una estimable tanda al natural cuando ya nadie lo esperaba.

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