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viernes, 19 de octubre de 2018

Paseo por el Llanto de Ignacio Sánchez Mejías

…Se presenta al torero como paradigma de lo andaluz, mezcla entre...

 
Quetzal Rodríguez
Ignacio Sánchez Mejías murió en Madrid el 13 de agosto de 1934, acto seguido, Federico García Lorca comienza un poema quizá a finales del mes de septiembre,  texto dentro de un género de amplio espectro en la tradición literaria española, una elegía. A decir de varios críticos y especialistas el poema más completo de Federico que junto con las "coplas de Jorge Manrique a la muerte de su padre", marcan la cumbre de la poesía fúnebre de habla hispana.

"El Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías" se publicó en 1935 en la revista Cruz y Raya de José Bergamín, que por cierto estuvo en Manzanares el día de la tragedia y las ilustraciones fueron  obra de José Caballero. La edición fue con dedicatoria a uno de los amores del torero: Encarnación López Júlvez.

En la portada un retrato del diestro rodeado de flores, frutos e instrumentos de torear, varias ciudades, Sevilla donde nació, Madrid y México lugares de sus triunfos, Manzanares donde recibió la cornada, Pontevedra donde se retiró por segunda vez y el sitio que ya no pudo verle,  ángeles con un sol: "Lo mató un toro de la ganadería de Ayala", otros ángeles con la mención: "Lo recogió la Blanca Paloma".

"La cogida y la muerte", desde el primer verso, hecho reiterativo, cómo las trompetas reiteradas con las que Malher da rúbrica a su Quinta Sinfonía, esta primera parte la mayoría con elementos realistas, el lugar de la cornada, la blanca sábana, los grupos de silencio y la espuerta de cal o la gangrena, todo bajo el acompañamiento funeral: el bordón. Lo esencial será ese instante permanente y congelado de las cinco de la tarde.

"La sangre derramada", el fragmento más largo del poema, la muestra de un yo en compañía de algunos de los sentimientos del poeta, se centra ya desde el título en el elemento de la sangre, elemento real trasfigurado a la ficción, la sangre que derramó Sánchez Mejías en el centro del ruedo. La luna como símbolo sagrado de lo oscuro, un ambiente surrealista entre lo real y lo imaginario.

La gran vaca del mundo, una vaca vieja como la muerte, mito cósmico e hispánico, de los toros de Guisando que ante la muerte mugen hasta los toros de piedra. El torero o héroe ficcional lleva la muerte a cuestas, como Jesús el Cristo, como representación de lo humano, poco a poco sube al cielo para convertirse en mito.

Una parte esencial de toda elegía, el elogio de las cualidades del muerto: "No hubo príncipe en Sevilla", se presenta al torero como paradigma de lo andaluz, mezcla entre lo moro y lo romano, la inteligencia y la pasión. Al final la negación tajante: "No, yo no quiero verla", un ascenso pasional que concluye toda intensidad emotiva.

"Cuerpo presente" es quizá la parte con más metáforas del texto, aquí aparecerá un símbolo primordial, la piedra. Acaso el referente real podría ser variado, la mesa de operaciones en la enfermería, la camilla donde reposará el cadáver como previo a la tumba donde descansará para siempre. La conclusión podría intuirse simple, hasta algo inmortal de la tierra como el mar está sujeto a las leyes de la muerte.

"Alma ausente" en este cuarto y último apartado se encuentra una clara oposición con los versos que le anteceden: cuerpo-alma. Al héroe ya lo empiezan a olvidar, el estribillo no deja lugar a dudas "porque te has muerto para siempre", como a todos los seres humanos Sánchez Mejías encontrará la ley de la muerte y el olvido.

Quizá el eje principal del poema "no te conoce nadie pero yo te canto", será la justificación acaso real y auténtica de que aunque todos hayan olvidado al torero, el poeta guardará su recuerdo y lo mantendrá vivo por medio de las letras. Y cierra con el elogio "tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace, un andaluz tan claro y tan rico de aventura". Se cantó pues, a un andaluz, como guía de un ser humano ejemplar.

Bibliografía:

García Lorca, Federico, Hernández, Mario, "Un andaluz tan claro, tan rico de aventura" , Ayuntamiento de Madrid, 1997.

García Montero, Luis, "Análisis del Llanto por Ignacio Sánchez Mejías", en revista El Maquinista de la generación, No. 22-23, 2013, páginas 125-145.

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