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miércoles, 20 de marzo de 2019

La triada desgraciada de Enrique Ponce

"A Ponce le esperan entre cinco y seis meses de baja", dice el doctor Villamor antes de operar hoy la destrozada rodilla izquierda del maestro de Valencia



Ponce se agarra la rodilla izquierda el pasado lunes en Valencia tras la cogida TESEO COMUNICACIÓ

ZABALA DE LA SERNA 

A porta gayola esperaba el doctor Ángel Villamor en la clínica Nisa de Aravaca (Madrid) a Enrique Ponce. Largo camino desde Valencia. Como larga y mala fue la noche para el maestro. Muy de mañana, su suegro y apoderado, Victoriano Valencia, confirmaba a ELMUNDO los peores augurios: «Enrique tiene la rodilla destrozada». En lenguaje médico, el jefe de la enfermería de la plaza de toros valenciana, el doctor Cristóbal Zaragoza, recitaba de memoria los tristes resultados las pruebas radiológicas que conocía desde la noche del lunes: «Sección completa del ligamento cruzado anterior que ya traía lesionado desde tres meses atrás y rotura del ligamento lateral interno». Lesiones a las que añadía la «fractura de la meseta tibial con desplazamiento». Al lado de la complicada lesión de la rodilla izquierda, como cuestiones menores quedaban ya la cornada de 12 centímetros en el glúteo izquierdo y la fractura de la séptima costilla. «Va a pasar en barbecho una temporada larga», concluía el doctor Zaragoza.

El tiempo inconcreto de convalecencia trataba de centrarlo el doctor Villamor, con prudencia y a expensas de nuevas pruebas (resonacia y ecografía): «Entre cinco y seis meses. Aunque con el tratamiento de células madre y factores del crecimiento hay deportistas que han vuelto a competir antes, conviene ser conservadores». El prestigioso traumatólogo sospecha y teme que, por la torsión de la rodilla al caer, puedan aparecer más consecuencias ahora escondidas. «Normalmente la rotura del ligamento lateral interno acarrea el arrancamiento del menisco. Y hay que comprobar también el estado del ligamento cruzado posterior. A la lesión de Enrique se conoce como 'la triada desgraciada'. Dependiendo de los resultados valoraremos la posibilidad de un injerto».

Mientras el sentido común se imponía en las valoraciones médicas, una nota de prensa de la empresa de Las Ventas que sobrepasaba con mucho el surrealismo: Plaza 1 anunciaba que mantendrá anunciado a Enrique Ponce en los carteles de San Isidro «por voluntad del diestro». La feria se presenta este inminente viernes... El documento enviado informaba de que Victoriano Valencia había solicitado que se respetase el contrato firmado el pasado 15 de febrero «para las dos actuaciones en la Plaza de Toros de Las Ventas, en la Feria de San Isidro y en la Corrida de Beneficencia de 2019». Los nombres de Simón Casas y Rafael García Garrido aparecían en el texto. Nadie entendía nada. Ni a quién beneficia una decisión extraña, incomprensible. Que levanta sospechas y no se sabe ni cuáles.

Ponce y Roca Rey eran los dos únicos representantes de la cúpula del toreo que habían aceptado entrar en el bombo isidril de Casas y, por tanto, sostenían con su presencia el interés por un abono cargado de ausencias: El Juli, Morante de la Puebla, José María Manzanares y, obviamente, Alejandro Talavante.

De las dos patas isidriles para 34 tardes, digan lo que digan, se ha caído ya indefectiblemente una. Mientras Villamor examinaba a Ponce antes de la operación de este miércoles, Simón Casas manifestaba que respetará su nombre en los carteles de San Isidro porque «el maestro quiere torear, la lesión no era tanto como parecía». Como se dice ahora, WTF.

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