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domingo, 21 de abril de 2019

Con toros flojos, solo una oreja a Manzanares en Sevilla



El alicantino logra el único trofeo en una deslucida corrida de Victoriano del Río con cartel de «No hay billetes»

José María Manzanares
José María Manzanares - Efe

Andrés Amorós 

El Miércoles Santo, los penitentes del Baratillo se alineaban rezando al San José donado por Pepe Hillo y contemplando la nueva saya de la Virgen de la Piedad, hecha con un vestido de Morante. Pero, por muy hermosa que haya sido la Semana Santa, a pesar de la lluvia, este Domingo de Resurrección proclama la alegría y la esperanza. Esta mañana, voltean, jubilosas, las campanas de la Giralda: ¡Jesús ha resucitado! “Muerte, ¿dónde está tu victoria?”, escribe San Pablo a los Corintios. Esta mañana, Alberto García Reyes, compañero de ABC, da un sevillano y poético Pregón Taurino, que encandila al personal. . Por la tarde, la Plaza de los Toros reluce, al sol, como la joya única que es, en el festejo más esperado de la temporada. Veo, entre el público, a Mario Vargas Llosa, el pintor Barceló, Esperanza Aguirre, Adolfo Suárez con Miguel Abellán… A muchos que vana er y a muchos que van a ser vistos.

Los toros de Victoriano del Río, que también se lidiaron en esta fecha, hace un año, dan un resultado decepcionante: bien presentados, con movilidad, nobles pero flojos, sin casta, sin emoción. Así, por buenos que sean los diestros, no cabe auténtica emoción. El quinto toro, el más protestado resulta ser el único que aguanta y Manzanares, con su natural elegancia y su gran espada, le corta un trofeo. El Juli muestra su oficio y Roca Rey se justifica con su valor. En conjunto, mucho menos de lo que se esperaba, con un cartel tan rematado, en una tarde tan especial.

En la pasada Feria de Abril, El Juli indultó un toro de su ganadería preferida, Domingo Hernández: no puede quejarse de no haber “entrado” en Sevilla. ¿Cuándo cumplirá su promesa, frustrada por un percance, de matar los miuras? Esos gestos son los que dan categoría a un torero. El primero, aplaudido de salida, es noble pero justo de fuerzas. Lo brinda a Mario Vargas Llosa, en una barrera, junto a Isabel Preysler. La nobleza del toro le permite relajarse en una faena técnica, de gran oficio, deslucida por la flojera del toro. Mata hábilmente, con salto. En el cuarto, después de dos lances suaves, nos “obsequia” con el tercer y el cuarto quite oor chicuelinas. Éste es otro toro que se queda sin picar. Lo brinda al público, que se ilusiona. Lo sujeta bien, rodilla en tierra; traza muletazos con oficio pero el toro se apaga y la faena, también. Sin toro, no hay nada que hacer. Clava media estocada con salto, yéndose de la suerte.

Ha comenzado con retraso su temporada Manzanares, por una lesión en la espalda. No va a estar en San Isidro. Sevilla es “su Plaza”, sintoniza con su estética. Juega bien los brazos en los lances de recibo al segundo, muy suelto. Quita por chicuelinas de manos bajas, como su señor padre; le replica Roca por el mismo palo, muy ceñido: ¿dónde está la variedad? Saludan, con los palos, Duarte y Blázquez. Logra sujetarlo en algunos muletazos, con su solemne estética, pero el toro vuelve al revés, huye y acaba en chiqueros, donde recibe un espadazo certero. El quinto se lo piensa, de salida; lo cuidan pero flaquea y la gente protesta. En la muleta, de modo sorprendente, mejora, resulta manejable. Manzanares tira de él, se lo enrosca a la cintura, logra que toque. por primera vez, esta tarde, la magnífica Banda. Destacan algunos pases de pecho, muy lentos, al hombro contrario (como hacía El Viti). La estética del alicantino encandila, en esta tierra. No ha sido faena grande, no había toro para tanto, pero sí algunos hermosos muletazos, con la fácil suavidad que es patrimonio de la casa. Culmina todo con un estoconazo en la suerte de recibir: oreja.

Abrir la Puerta del Príncipe es una de las pocas metas que se le resisten a Andrés Roca Rey, que sigue arrollando, en todas las Plazas. El tercero flaquea mucho, de salida. No lo pican en absoluto y hay público que aplaude eso: ¡en Sevilla! No se puede perder la suerte de varas. Por cuidar al toro, no hay quite. Hace el poste Andrés y el toro flaquea. Liga algunos derechazos mandones pero el toro no transmite nada: para un diestro poderoso, como él, hay muy poco toro. Necesita más toro: más fuerza, más casta, más emoción. Y, cosa rara en él, falla con la espada. El sexto, suelto y flojo, sale de varas gateando. “Disfrutamos” con las quintas chicuelinas de la tarde, muy ceñidas, eso sí. Brinda al público: ¿aguantará el toro? Es la pregunta que ahora tantas tardes se repite: así estamos… Se coloca bien el diestro, tira del toro, pero la emoción no surge: ¡falta toro! Recurre al arrimón, dejando que el toro le tropiece. Surge cierta división, pero Roca Rey se justifica con su valor y mata con decisión. Otra tarde será.

“Moriré para vivir”, añadió, de su puño y letra, Gustav Mahler, al final de su “Segunda Sinfonía”, llamada ”Resurrección”. En la Plaza de los Toros sevillana, todos los años, tal día como hoy , resucita una Fiesta que no puede morir, por mucho que algunos sectarios se empeñen: es la Fiesta de un arte único, que despliega su belleza a las orillas del Guadalquivir. Pero, para que ese milagro suceda de verdad, además de distros con arte, hacen falta toros con fuerza y con casta. Sin toros bravos, el plomo vence al oro, por muy hermoso que sea el escenario.

POSTDATA. Ha muerto Manolo Alcántara, gran poeta, excepcional articulista, sabio bebedor, personaje único. Pocos han recordado su afición a los toros. Compartí con él “El Burladero”, el programa radiofónico de Alejo García, donde hacía hermosas crónicas taurinas. Y, si algunas tardes se aburría un poco, sabía compensarlo con la nostalgia del paraíso y con un buen gin-tonic. Descanse en pa

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