Acompañados de sus recuperadores, los dos toreros explicaron la experiencia que ha sido para ellos el proceso de superación de las graves lesiones cervicales que sufrieron tras sendos percances ante el toro
 
Hablaron de dolor y de capacidad de 
sufrimiento, de miedo y de fuerza mental, de incertidumbre y de 
esperanza, de fe y de querer volver a ser toreros. Hablaron de vida y 
del milagro que son dentro de ella. David de Miranda y Manolo Vanegas 
conmovieron al público que abarrotó la sala Juan Ramón Jiménez de la 
Fundación Cajasol en Huelva en el encuentro de sus muy duras 
experiencias personales que les unió para clausurar el Ciclo Los Toros 
y, a partir de sus testimonios tan sencillos y tan reales, reivindicar 
que los toreros son “héroes en medio de una sociedad que se va 
desprendiendo de sus valores”, en palabras del periodista Juan Ramón 
Romero, conductor del acto. En él participaron también el fisioterapeuta
 salmantino Luis Sánchez y el preparador físico onubense Pepe López, los
 profesionales de la salud y del deporte que, respectivamente, guían a 
diario el proceso de recuperación que Manuel y David siguen de las 
graves lesiones cervicales que les produjeron sendos percances ante los 
toros.
El objetivo de este acto era poner en 
valor cómo, tantas veces, el torero salva al hombre. “Manolo me da 
lecciones de vida a diario. Me hace bajar a los escalones más humildes 
de la realidad para darme cuenta que es un ejemplo de superación. Hay 
sesiones en las que utilizo con él decenas de agujas y no se queja ante 
ninguna. Y yo se que el motor que le mueve a soportar tanto es la 
ilusión que alberga de, algún día, poder torear de nuevo”, reconoció 
Luis Sánchez. “Lo que más quiero ahora es salvar al hombre y ya luego, 
si es posible, al menos, poder darle un muletazo a una becerra en el 
campo. Cuando estaba en el Hospital de Parapléjicos de Toledo, miraba a 
veces la muleta y el capote que guardaba en el armario y eso me daba 
fuerzas para no desfallecer”, explicó Vanegas emocionado e impresionante
 a la vez.
Por su parte, David de Miranda, quien, a 
diferencia de su compañero, sí ha vuelto ya a los ruedos, confesó que, 
lo sufrido y lo vivido, le ha cambiado tanto la vida, “que hoy aprecio 
como un tesoro hasta respirar porque hubo momentos en que hasta eso me 
costaba”. Y, aunque evitó hablar de su presencia de nuevo en las plazas 
“por respeto a Manuel, que no lo puede hacer aún”, también reconoció que
 “no me sentí libre de verdad hasta que no me vi ante el toro de mi 
reaparición en Huelva. A partir de ahí, es eso, la libertad, lo que más 
valoro de la vida”. Pepe López, su preparador físico, confesó sentirse 
“impactado por la capacidad de recuperación y de trabajo de David. 
Valora cada día de entrenamiento como una nueva oportunidad de la vida y
 se sabe protagonista de un milagro, pero ese milagro lo obra él a 
diario por su ímpetu tan puro y sincero por ser torero. A menudo le 
pongo de ejemplo y de estímulo para otros pacientes”.
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