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domingo, 30 de junio de 2019

La naturalidad de Pablo Aguado en Algeciras



El sevillano corta una oreja, como Cayetano, y Perera logra dos trofeos

Pablo Aguado torea a la verónica
Pablo Aguado torea a la verónica - Lances de Futuro

Andrés Amorós 

En Algeciras, delante del coso de las Palomas, se levanta la estatua de Miguelín, el héroe local, un torero muy poderoso y espectacular. (Francesco Rossi le hizo protagonista de la película «El momento de la verdad»). Compartió cartel con Paquirri y Ángel Teruel en 1969, cuando se inauguró esta Plaza, que cumple ahora cincuenta años. Para conmemorarlo, se ha programado una exposición sobre «Un siglo de historia taurina a través del objetivo de los Arjona», la gran familia de fotógrafos sevillana.

Culminan los actos del 50 aniversario con esta corrida. Si el cartel era bueno, los últimos éxitos de Pablo Aguado y del ganadero Santiago Domecq han aumentado su atractivo. Esta tarde, los toros dan sólo un resultado discreto. Miguel Ángel Perera corta dos orejas, a pesar de fallar con la espada, y sale a hombros, sigue su idilio con esta Plaza. Cayetano Rivera Ordóñez sufre una voltereta y corta un trofeo. Pablo Aguado, otra, y nos deja con un gran sabor de boca.

Perera ya ha indultado aquí dos toros, este público le acoge con gran cariño. En el primero, encastado, saluda Javier Ambel. El diestro se muestra firme, poderoso, en una faena que va a más.

 Aunque la espada cae baja, corta oreja. En el cuarto, hace su habitual quite por gaoneras «al tragantón», estilo José Tomás. Saluda, con los palos, Curro Javier. Galopa el toro, manejable; se luce Miguel Ángel en los cambiados y más, en los muletazos mandones, llevando al toro prendido; concluye con el arrimón. El metisaca queda muy bajo pero también le dan la oreja , algo excesivamente benévolo.

En el segundo, justo de fuerzas, con querencia a tablas, a Cayetano le cuesta acoplarse, en un trasteo voluntarioso. Mata de estocada corta, con salto. Recibe al quinto con verónicas, rodilla en tierra; sufre una voltereta en el quite por gaoneras. Brinda a Íñigo Méndez de Vigo. Muletea de rodillas, con entrega, pero el toro se raja pronto. En tablas, logra media estocada: oreja.

El tercero, bien lidiado por Iván García, se frena en el capote y la muleta de Pablo Aguado, que apenas puede apuntar detalles de su buen estilo. Mata trasero, entrando de lejos (algo que debe corregir: así le hirió, en Madrid). Sí se luce con el capote en el último. Este toro le permite torear con una naturalidad que cautiva al público; le bastan tres muletazos para metérselo en el bolsillo. Algunos naturales son de categoría. Mata a la segunda: oreja. Al margen de trofeos, nos deja paladeando el sabor del buen toreo clásico. Le falta oficio (ha toreado poco) pero es promesa cierta de gran figura.

 Esperemos que cuaje, para bien de la Fiesta y deleite de los aficionados.

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