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jueves, 9 de enero de 2020

La Infanta Doña Pilar, en la memorable tarde de quites de Ortega Cano y Robles en Las Ventas



En mayo de 1986, ocupó una barrera del 10 junto a Don Juan Carlos, que recibió el brindis de los toreros

Don Juan Carlos y Doña Pilar, en una barrera de Las Ventas
Don Juan Carlos y Doña Pilar, en una barrera de Las Ventas - ABC
 
Rosario Pérez


Mayo de 1986. En el cartel, Julio Robles y José Ortega Cano, mano a mano tras la baja de José María Manzanares en una jornada de corrida remendada en Las Ventas. No impidió su caída el llenazo hasta la bandera en una tarde en la que se lidiaron finalmente tres toros de José Matías Bernardos, dos de Lupi y un sobrero de Los Guateles.

Cinco minutos antes del festejo, sin que nadie se lo esperara, apareció por sopresa «un hombre alto, rubio, bien plantado, mezclado entre el público y cambiando impresiones sobre la corrida de ayer con los que se disponían a ocupar sus localidades del tendido 1o», contaba Vicente Zabala en la crónica de ABC del día 28. Y seguía: «Era el Rey de España acompañado de su hermana la Infanta Doña Pilar, tan aficionada como él a nuestra fiesta nacional».
Don Juan Carlos y Doña Pilar conversan animadamente con Victorino Martín en la Corrida de la Prensa de 1990
Don Juan Carlos y Doña Pilar conversan animadamente con Victorino Martín en la Corrida de la Prensa de 1990 - ABC
Doña Pilar, que ha fallecido hoy a los 83 años, vio aquella tarde el cariño que los aficionados profesaban a Don Juan Carlos con cálidos aplausos y cotempló un tercio de quites para los anales de la Tauromaquia.

Ocurrió en el cuarto, un toro de Matías Bernardos que salió con alegría. Escribía Zabala que el tercio de quites resultó «hermosísimo, memorable, de esos que quedan grabados por la competencia que establecieron Ortega Cano y Julio Robles». Si Ortega cinceló un ajustado quite por Chicuelo, portentosas fueron las de cite frontal de Robles. Llegarían luego verónicas, delantales, gaoneras... La plaza, «un auténtico manicomio». Y faltaba la faena de muleta del torero de Cartagena, «un prodigio de torería». La espada se llevó las dos orejas y todo quedó en vuelta al ruedo.

Aquello fue emocionante. «Vaya corrida que estamos viendo», dijo el propio Monarca, acompañado de su hermana, la Infanta Pilar, con quien compartió aquella inolvidable tarde en la que el toreo de capa se hizo aún más bello.

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