Páginas

martes, 20 de octubre de 2020

EL ARTE EN LOS TOROS. Parte II

Notas Taurinas


Por: Álvaro Sandia Briceño
Carmen de Reparaz en su obra Tauromaquia Romántica, refiere que el 3 de marzo de 1875 tuvo lugar  un gran acontecimiento en la historia del teatro lirico: el estreno en la Opéra Comique de París de Carmen de Georges Bizet, basada en la novela de Merimée, con libreto de Henri Meilhac y Ludovic Halévy.

Carmen es una historia de amor y de sangre que transcurre en España. Se dice que es la más española de las operas y a la vez la más francesa. La gitana, el torero, los contrabandistas,  forman el tríptico de su argumento que contiene todos los típicos hispanos de la época en que fue escrita. La corrida de toros, el torero y el destino se entrelazan. La entrada de Carmen a los acordes de una preciosa Habanera y el final en que el torero triunfa en la plaza mientras Don José y Carmen se enfrentan cara a cara, es una sucesión de escenas de amor, fiesta y muerte. Por eso el amor, la muerte y el destino, los tres temas fundamentales de la obra, cobraron nueva vida en la ópera de Bizet, quien los trascendió y ejecutó de modo magistral con su música. La vida azarosa y turbulenta de la heroína romántica de Merimée se desarrolla en un mágico universo sonoro imaginario. Bizet evocó y recreó el mundo y el arte andaluces con la sola intuición de su genio.

Georges Bizet no estuvo nunca en España. Afirmó que visitar España le perturbaría para componer Carmen, porque, a su parecer, ello sería una realidad que pensaría demasiado en su pensamiento. Al no conocer el compositor a la ciudad de Sevilla, no pudo hacerse eco de la acertada frase que la resume: Quien no ha visto Sevilla, no ha visto maravilla.

En cambio Merimée fue un enamorado de España. Se estrenó como espectador taurino en el verano de 1830 en la hermosa plaza de toros de la Puerta de Alcalá, construida en tiempos de Fernando VI. La fiesta de los toros le impresionó profundamente hasta el punto de escribirle en una carta a Albert Stapfer, crítico y empresario parisino de su época: "A propósito de toros, sepa que es el más bello espectáculo que pueda verse". Merimée fue un auténtico, sincero y entendido aficionado, además de un escritor taurino excepcional.

En su honor, frente a la Plaza de Toros de la Real Maestranza de Sevilla, luce regia una estatua de Carmen, la heroína de Merimée, en el propio escenario de su tragedia.

Composición fotográfica Germán D'Jesús Cerrada 

No hay comentarios:

Publicar un comentario