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domingo, 28 de febrero de 2021

“CASTOREÑO” EL DE LA PLUMA FINA



Germán D’ Jesús Cerrada
En la indumentaria del picador lo más distintivo es el “castoreño” – reminiscencia dieciochesca del sombrero de medio queso que usaban los majos – prenda de cabeza cuya terminación era de pelo de castor, de ahí deriva el nombre. Actualmente, se hacen de fieltro forrado con pelo de vientre de liebre y de otros materiales. Además del barbuquejo, el castoreño lleva una moña trenzada en hilo de seda negro con ribetes.

Sin embargo, en esta oportunidad no vamos a hablar del sombrero que usa el picador, “Castoreño”, sino de un millero que cumplió 47 años llevando la crónica de su fina pluma a los aficionados y no aficionados taurinos, ya que no solo escribe crónicas taurinas, también dedica sus escritos a temas diversos.

Jesús Alberto Araujo Contreras debutó como cronista en 1974 en el Programa “Revista de La Noche”, de Don Germán Corredor, que se transmitía todas las noches por Radio Universidad. Esa noche de estreno habló sobre las plazas de toros que sembraron la afición taurina en Mérida: el Nuevo Circo de Mérida, ubicado en la Av. 6 Rodríguez Suárez a escasos metros de la Plaza de Belén; La Cantaclaro, ubicada detrás de la Torre de Los Andes; y la Manolete, que estuvo ubicada en la Av. Don Tulio Febres Cordero donde hoy están las instalaciones del “Ghersy Govea”. Además, comentó sobre algunos toreros que pasaron por esas plazas: Rafael Rodríguez, Diego Monroy, Enrique Montenegro, Rafael Negrín, Marcos Contreras. No escaparon a sus comentarios las bravas embestidas de los toros de Arturo Venegas y Adalberto González.

Nació en la calle 13 Colón, entre la Plaza de Milla y el Cuartel Rivas Dávila, un primero de enero de 1953. Tuvo como vecinos a destacados merideños, entre ellos: Augusto Rodríguez, Olegario Carnevali y Carlos Olmos, además de notables familias merideñas como los Rojas Bracho, Rodríguez Jauregui, Uzcátegui Araque, Rojas Ovalles e Izaguirre. Estudió en el Grupo “Vicente Dávila”, recordando con mucho cariño a su profesora de Kínder, Ercilia Gallardo de Mora.

El “Castoreño” no olvida las vendimias coromotanas, el desfile de la Virgen de Coromoto todos los 12 de octubre, la arriada de la bandera nacional todos los domingos en el cuartel, las películas en el Cine Parroquial Milla y Gran Casino, éste último con la proyección de la serie mexicana “El Águila Negra”. También entre sus recuerdos están los encuentros de básquet en la cancha del grupo, el policía escolar que siempre llevaba a la dirección a su hermano Beltrán por desordenado, los heladitos de la esquina de la plaza, la piscina del Hotel Prado Rio, las misas de aguinaldo, las patinatas alrededor de la plaza, los pastelitos de la Vuelta de Lola, los arrebatones de metras que hacía José Eladio Quintero cuando jugaban en la Plaza de Milla, pero sobre todo recuerda cuando fue monaguillo del Presbítero Emiro Fuenmayor, y un encontronazo en plena calle entre Don Augusto Rodríguez y Don Héctor Trujillo.

Cuenta Jesús Alberto que son tantas las anécdotas de su niñez y juventud que llenaría muchas páginas para contarlas.

Pero la afición que lo ha llenado es la Fiesta Brava. Debutó en la Plaza Carmelo de Ejido en el año 1968, en su reinauguración en honor de Carlos Málaga “EL Sol”, formando cuadrilla con: Mauro Pereira, Jaime Becerra, Ali Quintero, Joselito Rodríguez y Nerio Ramírez “El Tovareño”, su compadre. En Camaguan, estado Guárico, se vistió de luces por primera vez junto a los merideños Nito López y Carlos Martínez, y mató al primer toro en la Monumental de Mérida, el 17 de mayo de 1970. En Barinas cosechó triunfos ganando trofeos que aún los conserva. En Tovar triunfó al lado de Risques, William Cárdenas y Freddy “Garapuyo” Ramírez, obteniendo el trofeo de Cerveza Nacional, y en Los Aleros hizo una bonita faena toreando con el recordado Don Julián Varona, recibiendo por ello una placa.

“Castoreño” lo bautizó el picador Rigoberto Bolívar. Recuerda que en una Feria del Sol se encontraba en el patio de cuadrillas y se acercó al picador quien se estaba acomodando el fajín montado en su caballo de pica con su castoreño debajo de su brazo, éste se lo colocó en la cabeza de Jesús Alberto, pero el sombrero no entró muy bien, exclamando el picador Bolívar en voz alta ¡miren al castoreño, como le queda el sombrero! Luego se le acercó el cronista taurino Federico Núñez y le dijo, hola Castoreño, cómo estás, y así quedó para el resto de su vida y sus crónicas taurinas.

El Castoreño ha llevado sus crónicas y comentarios taurinos por emisoras de radio, televisoras, periódicos y revistas de Venezuela y el extranjero, entre las que se destacan, emisoras de Barinas, Táchira, Trujillo y Mérida. Con Radio Caracol tuvo una bonita experiencia al lado del recién desaparecido Iván Parra “Parrita”. Iguales experiencias con periódicos como El Vigilante, La Verdad, Correo de Los Andes, Nuevo Siglo de Tovar, Meridiano y Frontera. Colaboró por más de 25 años con la Revista “Mérida Deportiva” de Luis Alberto Colls, y editó otras revistas, entre ellas, Mérida Monumental. También fue un gran colaborador con la revista que editamos “Coliseo”. En los actuales momentos tiene un Portal Taurino.

Entre sus numerosos entrevistados están: Antonio Chenel “Antoñete”, David Silveti, Victoriano Valencia, el Dr. Guillermo Morón, el rector Pedro Rincón Gutiérrez, Carlos Eduardo Misle “Caremis”, el gran cronista de Caracas.

“Castoreño” también escribió sus crónicas en el diario Vamos de El Vigía. En una oportunidad se encontraba en la finca El Morichal con Don Fabio Grisolia, quien era accionista de Vamos, estando en el grupo también Freddy Ramírez. El periódico no tenía quien escribiera las crónicas taurinas y ya se acercaba la Feria del Sol. Don Fabio le propuso al Castoreño que se encargara de las mismas, y Castoreño lo tomó muy en serio. En una de las corridas hubo orejas y rabo, Jesús Alberto se pasó de alegre, no podía con su alma, le entregó unas hojas con apuntes de la corrida a Garapuyo que estaba más sobrio, y éste ni corto ni perezoso redactó lo que había pasado en la corrida. Con mucho esfuerzo después de varias horas entregó a la redacción el trabajo, al verlo publicado al otro día empezó el gusanillo de la crónica en “Garapuyo”.

Jesús Alberto Araujo Contreras, “El Castoreño”, pisó tierras tovareñas por primera vez en las postrimerías del año 68, casi con 16 años de edad, por invitación de su compañero de cartel Nerio Ramírez, amistad que nació gracias a la fiesta de los toros. Desde ese momento a “Castoreño”  lo embrujó Tovar, y allí dio sus primeros pasos toreros. Jesús Alberto ha estado ligado al acontecer de la Sultana del Mocotíes, donde tiene muchos amigos y fundó periódicos y programas de radio, colaborando además con el Coliseo de Tovar y su museo taurino. Por estos aportes a la población más taurina de Venezuela, la Municipalidad de Tovar, en septiembre del año 2018, lo declaró Hijo Ilustre.

En el año 2011 egresó de la Universidad de Los Andes, Núcleo Trujillo, como médico Naturopatas Insmenalur, ejerciendo esta profesión junto a su esposa Carmen Belandria de Araujo en la ciudad de Córdoba, Argentina.

El Castoreño desde Argentina sigue escribiendo sus crónicas taurinas que las publica a través de su portal taurino y por las redes sociales.

Composición fotográfica, fotos y archivo de Germán D’ Jesús Cerrada. 

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