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domingo, 15 de mayo de 2022

Juan José Scarpeccio, corazón rojo y blanco

Kiko Perozo
A Juan José Scarpeccio sólo le faltó cambiar el “vos” por el “usted” para ser un merideño completo. Sin embargo, esto no fue obstáculo para que este argentino se quedara en el corazón de los emeritenses y, en especial, de los seguidores del Estudiantes.

Doce temporadas vistiendo el uniforme blanco y rojo, armar una familia, dejar amigos por montón y reposar para la eternidad en medio de los Andes que le adoptaron, le revistieron de un manto de grandeza y humildad.

Fueron 54 los años que vivió, con el balón como arma y su sonrisa como escudo. “A todo le veía el lado positivo”, recordó de él su amigo e historiador del club albirrojo, Pedro Quintero.

La Federación Venezolana de Fútbol dedicó el campeonato 2006-2007 en honor al mediapunta argentino.
 
Un jugador “del montón”

Nacido el 14 de mayo de 1952 en Las Parejas, provincia argentina de Santa Fe, como Juan José Scarpeccio Sabattini, este volante alguna vez se definió como un futbolista del montón.

“Como jugador creo que soy un mediocre, pero pienso con anticipación las jugadas que voy a realizar. Para jugar al fútbol hay que pensar. Por esta razón, algunos jugadores se destacan más que otros”, sostuvo en una entrevista.

Argentinos de Las Parejas (donde coincidió con otro santafesino, Jorge Valdano, a la postre campeón del mundo en 1986 y un exitoso delantero) y el Club Atlético Platense de su país; Estudiantes de Mérida en Venezuela y el Temberaty, de Paraguay, le vieron sudar sus camisetas.

Y, lejos de la mediocridad que proclamó en medio de su modestia, todos le definen como uno de los mejores, sino el mejor, jugador extranjero que ha pasado por tierras venezolanas.

Juan José Scarpeccio
Luis Mendoza, la máxima referencia en la historia del fútbol nacional, estaba en el gran Portuguesa de los años 70, el primer rival del Estudiantes de Scarpeccio. Así define “Mendocita” al mediocampista.
“Cubría muy bien la pelota y la dominaba, la pisaba, como buen argentino de calidad. Veía la jugada antes de que le llegara a los pies; si tenía que poner la pausa, la hacía en el momento justo; tenía una arrancada con dribbling hacia todos los perfiles; te hacía un túnel en lo que te descuidabas”.

Walter “Cata” Roque lo tuvo en sus filas en el once merideño, entre las temporadas 77-78, y en la selección nacional de Venezuela en las eliminatorias al Mundial de España 1982, aunque en ésta se lesionó y tuvo que salir prontamente.

“Scarpeccio fue un jugador completo —considera “Cata”—. Fue un mediocampista que tenía cuota de gol y progresión defensiva, aunque su área era de media cancha para arriba”.
 
Scarpeccio, ídolo en Mérida

Cerebral, parsimonioso, pero con su pizca de potencia y chispa. Ése era Juan José.

Quintero, seguidor e historiador de Estudiantes, le conoció desde que llegó al club albirrojo en marzo de 1973.

“Él vivió con nosotros. Mi mamá tenía una pensión y se quedó a vivir con nosotros, bastante tiempo, hasta que él se trajo a su novia (Luly), con la que posteriormente se casó, de Argentina, y bueno, hizo su familia”, rememoró Quintero, que tiene una página web en honor al mediapunta santafesino.

Scarpeccio, jugó doce temporadas en Estudiantes, y se convirtió en el tercer mayor anotador, después del uruguayo José Enrique Chiazzaro (129 goles) e Ildemaro Fernández (87). El santafesino marcó 84.

Allí se convirtió en ídolo de los merideños, por su don de gente y su forma de jugar. Y él amó a Mérida como pocos: se casó y tuvo sus tres hijos allí, Mayra, Gianni Paolo y Cristian (que en 2007 militó en el Carabobo FC).

Quintero cuenta que una vez le dijo que él había tenido mala suerte, porque su compatriota y excompañero en Las Parejas, Valdano, había llegado donde había llegado, y él no tuvo esa oportunidad.

“Y me respondió (Scarpeccio): ‘Cómo que mala suerte, si yo vivo en Mérida, y todo el mundo no tiene la suerte de vivir en Mérida”, relata Quintero.

En la temporada 79-80, Scarpeccio, capitán estudiantil, fue suspendido por cuatro meses por una trifulca en un Estudiantes-Portuguesa. Se fue a Paraguay, para jugar en el Tembetary, pero regresó para ganar el campeonato y el subcampeonato de los merideños 1981, y retirarse en 1985.

Luego fue directivo, miembro de la comisión técnica y entrenador de Estudiantes en el año 2000.

En familia, el argentino era recto y ejemplar, como lo cuenta su hijo Gianni: “Era una persona que vivía para los demás, que trataba a todos por igual. Pura voluntad. Como padre, sin ser severo, le gustaba que las cosas salieran bien”.

Hombre culto, Scarpeccio leía a Jorge Luis Borges, su poeta favorito era Andrés Eloy Blanco y los personajes que le movían fueron José de San Martín y Simón Bolívar. Lo lógico para alguien que vivió con el corazón entre los dos países que liberaron los héroes suramericanos.

Hoy, su hijo Gianni administra Valle Hermoso, un parque infantil inaugurado por Juan José y su hermano Hugo a mediados de los años 80.

El 28 de julio de 2006 la estrella se apagó. Un accidente de tránsito en la curva de La Guabina, entre la carretera San Carlos-Acarigua, segó la vida del exjugador, seguidor, empresario, padre, hermano y amigo.

La Mérida que le adoptó, a la que tanto amó, lo llevó en hombros hasta su destino final.

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