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martes, 29 de noviembre de 2022

CALVANI - EL AMIGO

ARISTIDES CALVANI
Álvaro Sandia Briceño 

Conocí a Arístides Calvani por los lejanos días de diciembre de 1959 en la antigua sede del Colegio San Ignacio de Loyola de Caracas, entre las esquinas de Veroes y Jesuitas, y como en las tardes de alternativa en las plazas de toros tuve un testigo de excepción, el joven estudiante de bachillerato Román José Duque Corredor.

Por razones familiares tuve que viajar a Caracas en ese mes y le había solicitado a Román José que me consiguiera una entrevista con el Padre Damborriena, sacerdote jesuita, quien había sido el último Director de Orientación Profesional en mis estudios en el Colegio San José de Mérida. Román José estudiaba el último año de bachillerato en el Colegio San Ignacio, en los espacios de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica Andrés Bello, que aún no se había mudado para sus modernas edificaciones de la zona de Montalbán, en la zona oeste de la ciudad capital. 

En la búsqueda de las proyecciones profesionales más cónsonas con nuestras aptitudes y habilidades, y siempre orientados por un sacerdote jesuita de vasta experiencia en la materia, habíamos llenado múltiples encuestas en ese sentido los jóvenes que cursábamos estudios en el Colegio San José. Esas encuestas las iniciamos en 6º grado y las culminamos en 5º año de bachillerato con dos evaluaciones, una en 3º año para escoger entre Ciencias y Humanidades, y otra en 5º año para definir la carrera universitaria.

En el cuestionario del último año de bachillerato había señalado Estudios Internacionales (Diplomacia), Economía y Derecho, en ese mismo orden, como mis opciones en la Universidad. Deseché Estudios Internacionales (Diplomacia), porque hubiera significado tener que trasladarme a Caracas para cursarla en la Universidad Central de Venezuela, lo que desde el punto de vista económico y familiar no me era fácil.

Economía se había iniciado en nuestra Universidad de los Andes en 1958, por lo cual yo entraría a ser uno de los primeros estudiantes de esa carrera, circunstancia que pesó para que tampoco me inscribiera en esa Facultad y finalmente seleccioné Derecho porque estaba consolidada en nuestra Universidad desde hacía muchos años y al graduarme de abogado tenía la posibilidad de ejercerla en Mérida y en cualquier otra parte del país. Para el momento de la entrevista con el Padre Damborriena era yo un novel estudiante de primer año de Derecho en la Universidad de Los Andes. 

El Colegio San José como institución jesuítica veló siempre porque sus alumnos estuvieran claros en la carrera universitaria que deberían escoger, y por ello era obligatorio llenar las encuestas y cuestionarios de la Dirección de Orientación Profesional. Al escoger la tercera opción, Derecho, tuve mis dudas y nada mejor para aclararlas que entrevistarme con el Padre Dambiorriena.

De allí mi solicitud a Román José para la cita con el respetado sacerdote jesuita.  Demás está decir que el Padre Damborriena me instó a seguir la carrera de derecho y cuando recibió mi tarjeta de invitación al grado de abogado me escribió una hermosa carta de felicitación, que aún conservo, augurándome éxitos en el ejercicio profesional.

El Padre Ángel Dambiorriena había nacido en Echalar (Navarra) en 1919, ingresó a la Compañía de Jesús en 1936, se ordenó sacerdote en 1952 y pronunció sus últimos votos el 2 de febrero de 1955. Licenciado en Filosofía por la Universidad Javeriana de Bogotá, Licenciado en Teología por la Universidad de Chicago, Estados Unidos de América, y Doctor en Filosofía y Letras por la Universidad Javeriana de Bogotá. Estudió además en la Universidad Gregoriana de Roma (1). Cuando le solicité la cita ante mis dudas sobre la carrera universitaria, era Profesor de la Facultad de Humanidades de la Universidad Católica Andrés Bello de la cual fue posteriormente Director.

En plena entrevista con el Padre Damborriena y estando presente Román José, mientras compartíamos un café, se acercó el Dr. Calvani, quien llegaba presuroso a dictar su clase de Sociología Jurídica en la Facultad de Derecho. Nos presentó el Padre Damborriena e intercambiamos unas breves palabras, casi todas preguntas sobre sus amigos y colegas profesores de la Universidad de Los Andes, particularmente los que comulgaban con su mismo credo socialcristiano, como los doctores Carlos Febres Pobeda, Germán Briceño Ferrigni, Luciano Noguera Mora y José Juan Rivas Belandria.

Después fueron muchas las oportunidades en que hablé con el Dr. Calvani y tuve la satisfacción de atenderlo en algunas de sus visitas a nuestra ciudad. En el proceso electoral de 1968 dirigí en Mérida, y puedo decirlo orgullosamente, en forma relevante, lo que fue llamado el PEX, el Programa Extraordinario de Gobierno. Se dictaron conferencias por reconocidos expertos en las diferentes materias para elaborar el Programa que sería presentado a los electores y que culminaría con la elección de Rafael Caldera a la presidencia de la República. El PEX estaba orientado fundamentalmente a los independientes de tendencia socialcristiana. Viajé con frecuencia a Caracas y en la vieja Casa Nacional de Copei, de Mercedes a Mijares, asistí a muchas reuniones con los Directores Nacionales del PEX, los doctores Lorenzo Fernández, Arístides Calvani y Enrique Pérez Olivares y con el Coordinador Nacional Ramón Illaramendi.

Ya en la presidencia del Dr. Rafael Caldera, tuve la oportunidad de compartir un almuerzo en el Hotel El Conde con el Dr. Lorenzo Fernández, Ministro de Relaciones Interiores y con el Dr. Arístides Calvani, Canciller de la República. En una mesa del restaurante y discretamente alejados de los demás comensales, departimos gratamente los tres.  Hablamos de todo, de política, de los logros y otros no tanto del gobierno, y de Mérida. En uno de los apartes me ofreció el Canciller el cargo de Segundo Secretario de la Embajada de Venezuela en Bélgica, lo rechacé alegando que no sabía inglés y todavía me acuerdo cuando me dijo el Canciller Calvani: “Álvaro, te conozco lo suficiente para saber que si te vas para Bruselas, en tres meses estarás en capacidad de hablar en inglés con el mismo rey Balduino”.  No acepté la designación. De haber dado mi asentimiento para el cargo y continuado la carrera diplomática, a lo mejor estaría integrando la bancada de diplomáticos jubilados de la Academia de Mérida, que hoy preside en solitario y con garbo y solera, nuestro apreciado amigo el académico José Manuel Quintero Strauss.

CALVANI - CANCILLER

En tiempos antiguos se llamaba Canceller al canciller o secretario del sello real, la Cancellería era la Oficina real donde antiguamente se registraban los despachos y provisiones y Cancellero es el nombre ya arcaico del canciller real.

La palabra Canciller denominaba antiguamente al secretario del rey, a cuyo cargo estaba la guarda del sello real. El empleo fue creado en España por Alfonso VII. Hoy se da el nombre de Canciller al ministro que dirige las relaciones internacionales de un país. En Alemania y en algún otro país, es el Jefe de Gobierno o Presidente del Consejo de Ministros (2). 

Arístides Calvani fue acertadamente nombrado Ministro de Relaciones Exteriores por el Presidente Rafael Caldera en su primer gobierno (1968-1973) y lo acompañó durante todo el quinquenio presidencial. En las elecciones de diciembre de 1968 y en la historia de Venezuela se dio por primera vez el caso de que, por la vía electoral y en forma pacífica, el principal partido de oposición (COPEI) pasó a ser gobierno y el partido que dejaba el gobierno (AD) pasaba a encabezar la oposición. Se continuaba de esta manera el ciclo iniciado por los Presidentes Rómulo Betancourt (1958-1963) y Raúl Leoni (1963-1968) de entregar la presidencia al ganador de las elecciones y de continuar las obras de gobierno iniciadas por la administración anterior con proyectos a corto, mediano y largo plazo, con planes quinquenales y decenales o a futuro como el Metro de Caracas o el desarrollo de la Guayana venezolana.

Dice Oswaldo Páez Pumar en “Arístides Calvani y la Diplomacia Venezolana” (3) que ”…la primera categórica afirmación (del Canciller Calvani) en su rendición de cuentas consistió en reafirmar dos postulados básicos…el celoso mantenimiento de los principios que históricamente han caracterizado nuestra conducta en el seno de la comunidad internacional, y la decisión de que esos principios adquieran efectiva vigencia universal”.

El gobierno de Caldera, en la persona del Canciller Calvani, se apartó de la llamada Doctrina Betancourt de no reconocer los gobiernos que no fueran expresión de la voluntad popular traducida en legítimos comicios, que si bien dio resultados prácticos en el caso del dictador Trujillo en República Dominicana, hubiera resultado contraproducente en los años en que se iniciaba el primer mandato de Caldera y provocado el aislamiento de Venezuela en el consenso de los estados americanos.

Una de las principales preocupaciones del Canciller Calvani fue el área del Caribe. Visitó República Dominicana, Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica y Panamá y apoyó la incorporación de Jamaica a la Organización de Estados Americanos. Suscribió a nombre de Venezuela el Convenio Andrés Bello en enero de 1970. Amplió la visión de la cancillería venezolana con el resto del mundo y como tal se establecieron relaciones diplomáticas de Venezuela con Costa de Marfil, Kenia, Senegal y Uganda y la apertura de la Embajada en Etiopía. Representó a Venezuela en Persepolis cuando el Sha de Irán, Mohamed Reza Pavlevi, celebró los dos mil años del imperio persa.

Designó al embajador Carlos Sosa Rodríguez como negociador para delimitar las áreas marinas y submarinas con Colombia, tema delicado en ese momento y aún ahora, recordando Calvani, en sus propias palabras, que “No debemos olvidar que, en los comienzos de nuestra vida republicana, una irreflexiva actitud análoga dio por resultado la no aprobación de un tratado mediante el cual, de haber sido ratificado por Venezuela, no habría surgido el problema planteado ahora”. Se refería Calvani a la línea del Tratado Pombo-Michelena que al fijar la frontera en el Cabo de La Vela dejaba a Colombia sin jurisdicción de las aguas del Golfo, sin recurrir, desde luego, a la fantasiosa tesis de la Costa Seca (Páez Pumar, ob cit.).
La cancillería itirenante de Calvani lo llevó a Barbados y a las Antillas Neerlandesas en el año 1970 y a Saint Vincent y Granada en 1971.

En el propio año 1971, Venezuela suscribió el Convenio Hipólito Unanue, y en 1972 denunció el Tratado con los Estados Unidos y se designó una comisión especial para negociar las condiciones del ingreso de Venezuela al Pacto Andino. En 1973 se firma el denominado Consenso de Lima, en el cual se fijaron las condiciones mediante las cuales Venezuela se convirtió en el sexto país miembro del Pacto Andino. 

El concepto de Mare Nostrum practicado por los griegos y luego por los romanos en relación con el Mar Mediterráneo, fue la política que el Canciller Calvani llevó en sus relaciones con los países del área del Caribe, lineamientos acertados que fueron continuados por los gobiernos que se sucedieron en nuestro país hasta llegar a la desteñida Casa Amarilla actual.
La política exterior de Venezuela en su cancillería estuvo fundamentada en las ideas del bien común universal, de la justicia social internacional, del pluralismo ideológico, del nacionalismo democrático, de la integración latinoamericana y de la defensa de la soberanía.

Arístides Calvani asumió, como Canciller de Venezuela, la responsabilidad de suscribir el Protocolo de Puerto España que, al término de su vigencia, nos hizo retornar al Acuerdo de Ginebra, y que hoy, peligrosamente, nos está llevando a la Corte Internacional de Justicia, situación que siempre ha rechazado Venezuela desde que se iniciaron las conversaciones con la Gran Bretaña poco antes de la independencia de la Guayana Británica. La mala experiencia de Venezuela en este sentido y la manera como el gobierno actual ha llevado las negociaciones por diplomáticos sin carrera y a la carrera, nos hacen presagiar oscuros horizontes en la solución de este problema, que ha llevado a que Guayana Británica haya otorgado concesiones petroleras y mineras y asentado poblaciones en la llamada zona de conflicto, haciendo caso omiso a nuestras pretensiones de reivindicar ese territorio que históricamente nos pertenece.

He tratado de resumir en estas líneas la labor de Arístides Calvani como Canciller de Venezuela en el primer período presidencial del Dr. Rafael Caldera. No es fácil dada la brevedad de la nota periodística.

A Arístides Calvani se le ha llamado con justicia Apóstol de la Democracia y Canciller de la Paz, y en sus Mensajes en la Asamblea General de las Naciones Unidas así lo afirmó en forma categórica: Paz y Justicia, Justicia y Paz, fueron sus llamados en cada una de sus intervenciones en este Foro Mundial.

Arístides Calvani se destacó como profesor universitario, como esposo ejemplar y padre de familia, como parlamentario, magistrado, promotor de sindicatos, político honesto e íntegro, como canciller y como internacionalista de la más alta categoría. En la Conferencia de Tlatelolco en México, fue el vocero de los países de América Latina.

Se fallecimiento en Tikal, Guatemala, el 18 de enero de 1986, en un accidente de aviación, junto con su esposa Adelita y dos de sus hijas, dejó un sentimiento de pesar en quienes lo conocimos, en nuestro país y en la diplomacia americana. 
Arístides Calvani fue “ciudad fortificada, columna de hierro y muralla de bronce frente a toda esta tierra”, como lo dice el Libro del Profeta Jeremías (Je 1,4-5. 17-19).

Como Miembro de la Comisión Centenario del Natalicio de Arístides Calvani (1918-2018), me siento orgulloso de evocar la memoria de Arístides Calvani, hombre público de luminosa trayectoria y católico ejemplar, vivencia profunda y espíritu de la universalidad, “quien nunca separó la ética de la política”, en palabras del Padre Jenaro Aguirre (4).

NOTAS:
1.- El Colegio San José. Los Jesuitas en Mérida (1927-1962), Carmen H. Carrasquel Jerez. UCAB. Caracas 1998.
2.- Guillermo Cabanellas, Diccionario Enciclopédico de Derecho Usual. 17ª edición. Editorial Heliasta, S.R.L. Buenos Aires, República Argentina.
3.- Vida, pensamiento y obra de Arístides Calvani. Colección Centenario.  Celebración de la vida de Arístides Calvani. IFEDEC-Fundación Alberto Adriani.
4.- Padre Jenaro Aguirre, Homilía en el Colegio San Ignacio en la Misa del Novenario correspondiente al 26 de enero de 1986. Vida, pensamiento y obra de Arístides Calvani. Colección Centenario. IFEDEC-Fundación Alberto Adriani.

1 comentario:

  1. Decir que no tuve el honor de conocer al Dr. Ardides Calvani, no es óbice para no reconocer su vida como hombre político, social y cultural. Según la crónica, bien lograda del académico Álvaro Sandia Briceño, he podido caminar por el histórico imaginario cuyas huellas del andar del Dr. Calvani, considero ahora el venezolano, exacto referente, para quien la política tuvo un significado que trasciende las circunstancias. Pero también, porque le permitió aducirla como el espacio donde cimentó su sentido de servidor público. Quizás la razón que le valió para ser educador, motivador y formador de talentos, disposiciones y actitudes nacionalistas.
    Arístides Calvani, supo borrar las fronteras entre lo posible y lo imposible.
    AJMonagas.

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