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viernes, 30 de diciembre de 2022

José Gregorio Lacruz Uzcátegui: noventa años de vida, de esfuerzo tesonero y constructivo


El pasado 12 de diciembre arribó a sus 90 años de edad el Dr. José Gregorio Lacruz 
Uzcátegui, médico pediatra de larga trayectoria en nuestra “Ciudad de los Caballeros”, 
oriundo de la aldea de San Onofre en las proximidades de la ciudad de Ejido. Huérfano de 
padre, inicia los primeros años de su vida con el apoyo de su madre en el entorno bucólico 
de su pequeña finca familiar, entre la agricultura, la cría, la compra y venta de animales 
domésticos. Su madre pronto se percata de que el talante y entusiasmo de su hijo podían ser 
mejor aprovechados en actividades distintas a las del campo, por lo que desde temprano lo 
aúpa a educarse, primero en su aldea local y posteriormente en Ejido donde culmina sus 
estudios de primaria, trabajando a la vez como “mensajero” para ayudar a cubrir sus gastos 
de manutención. De esos días recuerda con cariño el hecho de haber sido monaguillo de la 
Iglesia Matriz de Ejido y muy especialmente el año de 1942, cuando su entonces maestra, 
María Luisa Mejías, lo hizo recitar una poética descripción de los símbolos heráldicos del 
escudo de Ejido frente a un pódium de personalidades que incluía a Monseñor Escolástico 
Duque. También recuerda con cariño el apoyo moral que siempre le brindó el Sr. Amando 
Pérez en su búsqueda de nuevos horizontes.


En las remembranzas de su infancia han quedado sembradas escenas de un Ejido tradicional 
de dos calles largas, sinuosas y empedradas con algunas transversales, varios trapiches 
humeantes y un molino de trigo en Pozo-Hondo. Una ciudad de artesanos -tranquila y 
autoabastecida por el trabajo tesonero de sus habitantes quienes eran capaces de elaborar 
desde las tejas de sus techos y las ollas para el fogón, hasta las imágenes de sus pesebres, las 
melodías de sus celebraciones y los cohetes con los que anunciaban y magnificaban sus 
fiestas. Por lo que no es extraño ver en el Dr. Lacruz ese espíritu comunitario y constructivo 
característico de los ejidenses de entonces. 

Aun viviendo en Ejido y con limitados recursos, el joven José Gregorio realiza su bachillerato 
en el Liceo Libertador de la ciudad de Mérida; conjugando dicha actividad con trabajo en 
una oficina de redacción de documentos de Ejido junto a labores ocasionales, como las de 
escribiente, secretario y alguacil del Juzgado de Campo Elías, y revisor de pesos y medidas 
para la Alcaldía de dicha localidad. Al concluir el bachillerato se traslada a la ciudad de 
Mérida para ingresar a la Universidad de Los Andes valiéndose de las ofertas de beca que 
entonces se ofrecían a los buenos estudiantes. Empezó a estudiar Medicina, trabajando a la 
vez como bibliotecario de la Biblioteca Simón Bolívar para poder sufragar sus gastos de 
manutención. Su disciplina y seriedad en el trabajo le permitieron en sus últimos años del 
pregrado universitario, desempeñarse también como Comisionado de Estadística del Estado 
Mérida por el Ministerio de Fomento, llevando a cabo el censo local de población de 1960. 


Ese mismo año se gradúa como MédicoCirujano como parte de una promoción que tuvo 
como padrino al notable exministro de Sanidad, Dr. Arnoldo Gabaldón.
 Posteriormente se traslada de nuevo a la ciudad de Ejido para ejercer funciones de Médico Rural del entonces 
Distrito Campo Elías (hoy Municipio). 
En 1962 obtiene una beca del Ministerio de Sanidad para ir a especializarse en Pediatría en 
el Children’s Hospital de la ciudad de Boston, EE.UU; pero circunstancias familiares lo 
hacen cambiar de destino para trasladarse -en su lugar- a la ciudad de México, donde realiza 
estudios de postgrado en el prestigioso Hospital Infantil “Federico Gómez” de la Universidad 
Nacional Autónoma de México. Al culminar su especialización, regresa a la ciudad de 
Mérida donde, junto al ejercicio privado de la medicina, se incorporaen 1965 como Profesor 
de Pediatría en la Facultad de Medicina de nuestra Universidad de Los Andes; en el Ministerio de 
Sanidad como Pediatra del “Hospitalito de Niños” de la parroquia de Belén (hoy ambulatorio Belén) 
y en el Servicio de Neonatología de la entonces Maternidad de Mérida (hoy sede del CAMIULA), en 
la que labora por un lapso de trece años. Al abrir sus puertas el nuevo Hospital Universitario de 
Mérida en 1969, pasa a trabajar en el Servicio de Neonatología P28 del IHULA y como profesor en 
el Postgrado de Puericultura y Pediatría de la ULA, ejerciendo ambos cargos hasta el momento de su 
jubilación de la Universidad de Los Andes y del Ministerio de Sanidad en 1989. Por eso son muchas 
las personas que en nuestra ciudad lo conocen y cuyos hijos fueron atendidos por este dedicado 
pediatra. 

En febrero de 1967 se casa con Martha Rocio Rengel Avilés, también médico e hija de quien fuese 
su profesor de anatomía humana, el Dr. Luis Rengel Sánchez. De su matrimonio nacieron cuatro 
hijos, de los cuales sólo una siguió carrera médica -especializándose en Neurología Pediátrica- y dos 
se dedicaron a la docencia universitaria. Hoy cuenta con satisfacción el hecho de que todos sus hijos 
sean profesionales con estudios de postgrado. 

El 17 de abril de 1975 crea en Mérida la “Clínica del Niño” junto a los doctores José de Jesús 
Avendaño, Germán García Méndez, José Tomás Montilla y Enrique Marquina Lacruz, centro 
asistencial de servicio pediátrico privado que aún hoy existe. Aunado a esto hay que mencionar que 
el Dr. Lacruz también fue un gremialista activo en la creación y consolidación de la Filial Mérida de 
la Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría (SVPP), llegando a ser miembro de sus primeras 
dos Juntas directivas, a ser el quinto presidente de dicha Filial en 1977 y Miembro Honorario de esta 
desde el 2007. Por lo que no es de extrañar que su labor en el campo de la pediatría merideña fuese 
reconocida en las XIV Jornadas Andinas de la Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría, 
celebradas con su epónimo en la ciudad de Mérida en el 2017. 

Su labor como médico se ha visto complementada a lo largo de su vida por su capacidad para entender 
y desenvolverse en el campo inmobiliario y de la construcción. Capacidad gerencial que lo llevó a 
construir un edificio residencial en la Av. Urdaneta en 1974, aprovechando las posibilidades de 
préstamos hipotecarios que entonces ofrecía la banca privada. Posteriormente decide asociarse con 
el maestro italiano Giuseppe Oliva Marchioni y crea en mayo de 1977 la “Constructora Oliva”, 
empresa a través de la cual contrata los servicios de varios profesionales de la arquitectura y la 
ingeniería de la ciudad para ejecutar casas en las urbanizaciones Las Tapias, Las Delias y San 
Cristóbal, así como edificios residenciales en el sector la Pedregosa Baja y la Av. Bolívar de Ejido, y 
edificios y locales comerciales en Mérida, La Parroquia y Ejido, todos ellos realizados con préstamos 
hipotecarios que le eran otorgados por la banca privada dada su seriedad y solvencia como persona. Estas obras le hicieron ganar el calificativo cariñoso del “médico constructor” entre los profesionales 
del ramo de la construcción en Mérida. 


Sus inquietudes y capacidad gerencial también lo llevaron a incursionar en el sector turístico en la 
década de 1970, al incorporarse como socio a la “Agencia de Viajes Tiempo” (originalmente ubicada 
en la Av. 4, edificio Moralqui). De sus experiencias en el campo turístico le surge la iniciativa de 
construir un hotel en el Parque Las Heroínas (1989), a pocos metros de la estación de nuestro 
teleférico -considerado para aquel entonces como el más alto y largo del mundo-. Su visión en este 
campo hizo que el exgobernador Jesús Rondón Nucete lo invitase a ser parte del equipo de personas 
que asesoraron la construcción del “Centro de Convenciones Mucucharastí” (hoy rebautizado como 
“Mucumbarila”). Esto, sin embargo, no causó mella en su espíritu crítico frente a la paralización en 
la década de 1990 del principal atractivo turístico de la ciudad: su teleférico. Situación a la cual dedicó 
artículos en la prensa local. También estuvo a favor de un mejor aprovechamiento del turismo de 
aventura y de los antiguos caminos de recua cuyo aprovechamiento, rescate y equipamiento sugirió 
en 1995 mediante artículos de prensa, así como la creación de una red de posadas por parte del estado.

Hoy a sus 90 años de edad, el Dr. Lacruz puede sentirse satisfecho por la labor cumplida con duro y 
persistente trabajo. En él vemos el valor de las personas que con su propio esfuerzo y trabajo han 
sabido forjarse su camino. Por lo que, de su ejemplo, es mucho lo que podemos aprender, 
especialmente si somos de aquellos para los que “nunca alcanzan las obras donde llegan los deseos” 
(como una vez lo afirmó Calderón de la Barca).

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