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domingo, 14 de mayo de 2023

‘Cartelero’, de Escolar, un excepcional toro de Escolar y una brava faena de Gómez del Pilar (Crónica de la 5ª de San Isidro de Madrid)

El diestro paseó una oreja de un toro de vuelta al ruedo en una tarde de Puerta Grande de Robleño sin la rúbrica del acero



Mundotoro

La 5ª de la Feria de San Isidro tuvo el interés de la bravura con la que el toreo cobra importancia. La corrida de José Escolar, de impoluta presencia, regó de casta el ruedo de Las Ventas, en el que tres toreros presentaron sus cartas. De entre los de cuatro patas, destacó ‘Cartelero’. Apunten su nombre pues será uno de los toros de la feria. Se ganó el  Albaserrada los honores de una vuelta al ruedo de justicia, pedida por los aficionados por su constante manera de mostrar pelea y bravura, queriéndose comer en todo momento la muleta con una humillación y codicia superlativa. Una exigencia a la que se enfrentó Gómez del Pilar sin alaracas en un ejercicio siempre de exposición. ¡Y qué difícil es torear a un toro bravo! Una oreja tras una gran estocada. Ese manejo con el acero que le valió a Noé a decantar la balanza para su lado, le faltó a Fernando Robleño en sus dos toros para salir en hombros hacia la Calle Alcalá. Tarde de magnitud y dimensión del de San Fernando. Sabedor de mil batallas, se fajó Robleño, una vez más, con el arma de su muleta y con la honradez de maestro que le caracteriza. Se despedía López-Chaves de San Isidro y de Madrid pudo disfrutar del reconocimiento de su afición, pero su lote no estuvo a la altura de un adiós.

Auténticamente bello fue el tercero. Una lámina que conjugaba a la perfección el trapío con las buenas hechuras. Corto de manos, bajo, con cuello, pero serio por delante, astifino… ¡Qué expresión! Se denotaba alguna reminiscencia de la rama del encaste Santa Coloma incorporada a la divisa de Lanzahíta. Salió de los toriles con alegría y buen tranco, humillando mucho ya desde el inicio en el capote de Gómez del Pilar. Ese buen son continuó durante el tercio de varas, en la que no pudo lucir su bravura ya que las cosas no fueron adecuadamente realizadas. Apuntó, pero no se le terminó de ver. Se echó en falta incluso un tercer puyazo, pues, en el segundo, el picador marró y apenas recibió castigo. Sin embargo, el presidente accedió al cambio del tercio. Siguió el cinqueño mostrando sus buenas cualidades durante el tercio de banderillas, acudiendo presto a todos los cites. Eso sí, acortando en sus viajes a medida que se fue desarrollando los encuentros. La bravura nunca es fácil. 

Comenzó Gómez del Pilar su faena por doblones con una rodilla en tierra. Marcando su dominio, a la par que el toro marcaba su territorio. Cuatro embestidas con el morro por el suelo llenas de casta. Siguió ese pulso en la siguiente tanda sobre la diestra. Le costaba al toro arrancar, incluso escarbaba antes del primer cite, pero, una vez arrancado, no había quien le echara el freno. Cinco o seis embestidas llenas de humillación y codicia. Molestaba también el viento, que impedía en ocasiones dejar la muleta puesta adelante y tirar de la embestida. No fue fácil ese primer tramo de faena, ni tampoco esa batalla psicológica que tuvo que sufrir el torero al ver la exigencia del toro. Quiso comenzar Noé una serie con un recorte, para ligar los derechazos, pero el toro no se lo permitió. Se quedó debajo el ‘Albaserrada’ y lo lanzó varios metros por el aire, afortunadamente, sin consecuencias. Volvió Gómez del Pilar al asalto con la muleta en la mano izquierda y, ahí, comenzó el diestro a llevarlo más largo, olvidándose incluso más de la estética. Lo cambió de terrenos, buscando más el abrigo del viento, y cuajó la tanda de mayor rotundidad. Los muletazos fueron encadenados y el toro respondió siempre con el pitón de adentro, con el rabo inhiesto, mientras el hocico dibujaba los viajes en el suelo. Meritoria y sincera faena de Gómez del Pilar, que contó con el refrendo de una gran estocada. La muerte, como lo que fue, de bravo. Y solemne, como decía Juncal. Ese final hizo que el público premiara al diestro con una oreja, mientras el toro recibió los honores de la vuelta al ruedo a una bravura que tenía bajo la exigencia el cortijo.


Con media Puerta Grande abierta, recibió Gómez del Pilar al sexto, un toro de preciosa lámina, pero justo de raza. No decía nada en su embestida y apenas dio opción al diestro, que tras intentarlo por ambos pitones, tuvo que coger la espada. Si este toro le quitó la posibilidades de salir en hombros a Gómez del Pilar, fue el acero quien le apartó del sueño a Fernando Robleño, que cuajó una importante tarde.

Por verónicas con la rodilla semiflexionada recibió Robleño al segundo, que ya en esos compases marcó su emoción en las arrancadas. De tipo muy asaltillado, salió con enorme brío queriendo coger todo cuanto invadía su terreno. Bajó esas revoluciones durante los dos tercios antes del de muerte. Falso espejismo, pues derrochó exigencia y Robleño se tuvo que fajar en otra batalla. En los terrenos del tercio y con un viento que impedía dominar los vuelos, plasmó faena donde la embestida más pesaba. Siempre buscando la colocación, se pasó las embestidas del toro por unas pantorrillas para las que tal cuestión no era novedad. Había que tragarle mucho en el primer muletazo y aguantar en el momento de los embroques en los siguientes, hasta que la embestida ya estuviera metida. Esos momentos de tensión se trasladan a un público que vivió con pasión el trasteo. Si el toro se paraba, el diestro se volvía a colocar para lanzar la moneda del destino al aire. Todo en un continuo perder y ganar pasos. Las series sobre la diestra tuvieron mucha profundidad y hondura. Además, de mérito, pues los muletazos tuvieron trazo y mano baja. Una al final de todo o nada puso al público de Madrid en pie. Era una oreja de ley, pero faltaba la rúbrica con la espada. Algo que no llegó. 


El quinto se movió en los primeros tercios cumpliendo, pero sin destacar. Sin estar metido en los engaños y siempre sobre las manos. Comenzó Robleño su faena en los terrenos del tercio a pasarlo por ambos pitones, para después ir poco a poco alargando las embestidas en un trasteo se suma paciencia. Tenía el toro la dificultad de venir andando, por lo que había que tragar mucho. Buscó por ese motivo el de San Fernando la distancia media, para que el toro arrancara desde parado. Siempre en un perder pasos continuo, para ganárselos y provocar la embestida que en los primeros tercios se movía con el freno de mano echado. A base de ir macerando la embestida, fue capaz de cuajar un trasteo de menos a más con unos naturales al final que supieron a gloria. Trazo largo, mano baja y embestida humillada hasta donde se le llevaba. Maestría digna de reconocimiento. Pero, de nuevo, la espada no acompañó una tarde, que por lo logrado y conseguido en el ruedo, mereció otro final. 

Se despedía López-Chaves de Madrid y su afición estuvo a la altura, recentándole una ovación nada más terminar el paseíllo. Quiso devolverlo el salmantino, pero su lote no estuvo a la altura de una despedida. El primero se arrancó de lejos al caballo y empujó con la cara abajo, pero se vino abajo una vez que López-Chaves le enseñó sus cartas de poder en el inicio por doblones. Se rajó el toro sin irse a tablas, metiendo la cabeza entre las manos, escarbando y siempre tardo. Costaba un mundo hacerle repetir. En uno de esos viajes, alcanzó al salmantino con varios derrotes. Gracias a Dios, ninguno tocó carne. Meritoria actuación del de Ledesma que siguió en la cara del toro con enorme oficio. El cuarto fue de los más deslucidos del encierro. Para más inri, fue después de ‘Cartelero’. Y con la bravura, nada es fácil.  

Ficha del Festejo:

Hierro de José Escolar - España

Plaza de toros de Las Ventas (Madrid). Quinto festejo de la Feria de San Isidro. Casi lleno. Toros de José Escolar, muy bien presentados, serios, de buenas hechuras. Corrida brava y de interesante juego en su conjunto. Destacó el importante tercero, ‘Cartelero’, nº 63, cárdeno bragado meano, nacido el 01/18, con 509 kilos de peso, que fue premiado con la vuelta al ruedo. Muy encastado también el segundo. El quinto tuvo fondo y respondió al natural gracias al trato de Robleño. Deslucidos primero y cuarto. Desrazado el sexto. 

• LÓPEZ-CHAVES, ovación tras aviso y palmas. 

 FERNANDO ROBLEÑO, ovación tras aviso y ovación tras aviso. 

 GÓMEZ DEL PILAR, oreja tras aviso y silencio tras aviso.

Incidencias: Al finalizar el paseíllo, López -Chaves saludó una ovación en el año de su despedida. Buenos puyazos de Ángel Rivas en el primero. 

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