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martes, 11 de julio de 2023

Pamplona, capital de Perú



Por Javier Jiménez

Mundotoro

Pamplona fue la capital de Perú. Por unos instantes, miles de personas convirtieron su fiesta, la más internacional, en la de Perú. Roca Rey puso los decibelios en los tendidos de unas peñas que dejaron sus cánticos a un lado, para corear ¡Perú, Perú, Perú! Había levantado ya expectación la tarde al colgar el cartel de ‘No hay billetes’ en taquillas, para ver al poderoso Roca Rey. El ídolo de Pamplona. El Rey. Tres orejas en una tarde de apisonadora. Lo que no embistió una corrida de Núñez de Cuvillo con el trapío y la raza escasa, lo hizo el peruano. Un delirio. Y entre la fiesta, el palco se puso exquisito por primera vez en la feria con Alejandro Talavante y no concedió una oreja pedida de manera mayoritaria por un público que tuvo que olvidarse en algún momento de merendar gracias a una faena de detalles de enorme torería y un gran toreo a la verónica de Morante de la Puebla. 

No dio un atisbo al descanso Roca Rey a las peñas, que jalearon con tremendo eco un impresionante inicio de muleta al tercero. De hinojos pasó por alto al de ‘Cuvillo’, cambiándoselo por la espalda con gran ajuste, antes de levantar al público con un pase de pecho de cabo y rabo. Fue la inauguración de una faena que no perdería el tono ni el interés en los tendidos a pesar de que el cuatreño no se lo puso fácil, pues en los momentos de los embroques reducía su brío, para ganarlo en los remates, quedándose corto y reponiendo. Buscó siempre dar orden el peruano en el desorden de la falta de entrega de la embestida. Varias tandas buscando que el toro nunca viniera en movimiento, sino parado, le valió a Roca para imponer su dominio y al toro, para bajar en sus revoluciones hasta venirse abajo. Pero a la fiesta todavía le quedaba el último trago: la de reducir cualquier distancia posible y existente entre las puntas de los pitones y los muslos del torero. ¡Perú, Perú, Perú!, le cantaban desde las peñas que no habían encontrado su referente tras la marcha de Padilla. La estocada, rotunda, hizo tumbar al toro sin puntilla. Las dos orejas fueron a parar a las manos de Roca Rey. 

A la escasa presencia del sexto -por su soltura de carnes y falta de expresión- tampoco le acompañó la fuerza en las embestidas. Intentó Roca Rey afianzar la embestida con un toreo largo a media altura, pero sabedor de que la entrega no iba en aumento, cambió los terrenos del toro y de la faena hasta buscar el refugio de los tendidos del sol. La inteligencia de leer una tarde en una feria de la que es amo y señor. Allí, entre los cánticos de la gente a la figura del peruano, plasmó varios muletazos de mucho temple y mano baja, antes de volver a armar el delirio en la corta distancia. Volvió a manejar el acero con eficacia y paseó una oreja, a pesar de la insistencia del público en la petición del doble trofeo.

En una feria en la que la exigencia presidencial no es la mayor de las tónicas, la presidente se puso ‘exquisita’ con Alejandro Talavante al no conceder una oreja tras una petición mayoritaria en el quinto. Fue éste un toro que marcó mucha bravura en el caballo y buena condición en las primeras series, pero que enseguida se vino abajo. Un inicio por muletazos genuflexos sobre la diestra, con el remate de uno mirando al tendido marca de la casa, hizo prever una faena de cante grande del extremeño. Sin embargo, con el toro venido a menos, la ligazón tuvo que sucumbir a los muletazos de uno en uno. Faena maciza, de buscar siempre el trazo largo y la mano baja, que contó con el remate de las manoletinas. El acero viajó efectivo, pero, hoy, como en otras tardes ocurriese, no fue argumento suficiente para pasear una oreja. Ya había dejado otro trasteo centrado Talavante con el segundo, un toro al que no se le picó y que se movió con genio y pegando gañafones en la muleta del extremeño. Con esa embestida, la limpieza y el dominio fue la clave para reducir unos viajes, que sin inercias, se convirtieron en embestidas bruscas y defensivas. Pero la medida fue otro acierto. Buena tarde de Talavante.

Reaparecía Morante de la Puebla en Pamplona. Poco le permitió un primero que pasó sin decir nada, con el que el sevillano buscó siempre el hilo del pitón para que los muletazos tuvieran línea recta. Solo así, pudo sacar alguno de bella factura con un toro tan escaso como imposible en los muletazos rematados detrás de la cadera. Varios atragantamientos tuvo que provocar el recibo a la verónica al cuarto -el de hechuras más bastas y mayor cuerpo del encierro-, pues el silencio propio de la boca llena fue cambiado por unos olés rotundos cuando el sevillano lanceó con gran ajuste y empaque. Tres en los terrenos del tercio, con el regalo de una media a pies juntos. Luego, lo cierto es que la embestida nunca quiso pasar, ni tampoco querer coger los vuelos de verdad, pues, en el momento del embroque, hubo siempre la tendencia de hacerlo con el pitón de afuera. Con enorme valor y asiento, Morante se fajó con el toro, enganchando muy adelante y llevando atrás. De aquellas faena con mayor fondo que eco. Y más con el toro de la merienda. Y, sobre todo, en una tarde en la que Pamplona dejó de ser la capital del Toro, para convertir en la de Perú. 

Ficha del Festejo

Hierro de Núñez del Cuvillo – España

Plaza de toros de Pamplona. Séptima de la Feria de San Fermín. Lleno de ‘No hay billetes’. Toros de Núñez del Cuvillo, desiguales de presentación y de hechuras, dentro de un encierro que contó con toros de trapío inferior al requerido en esta plaza. De desrazado juego en su conjunto, viniéndose abajo. Corrida que estuvo falta de fondo y clase. 

• MORANTE DE LA PUEBLA, silencio y palmas tras aviso. 

 ALEJANDRO TALAVANTE, palmas y vuelta al ruedo tras fuerte petición. 

 ROCA REY, dos orejas tras aviso y oreja. 

Incidencias: Destacó la lidia de Antonio Chacón al tercero. 

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